Capítulo 1

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Sebastopol, California. EE. UU.

1 de Noviembre, 2019. 22:18 h


Jo


¿En qué momento del día decidí salir de mi casa y ahora estar aquí? En un par de segundos la vida cambia, un claro ejemplo soy yo en estos momentos. 

Se supone que debería de estar cenando lo que mi madre preparó: espagueti a la boloñesa. Sabe que puedo comer eso todos los días, y desde que tengo memoria, sé que esa es mi comida favorita, siempre la prepara para mí. Incluso aprendí a hacerlo por mi propia cuenta, pero nada como su sazón y cariño que impone al momento de hacerlo. Hace meses eso quedó atrás, cuando me volví un adicto que vivía en la calle sin aparecerse en casa en gran parte del día. 

Cada vez que salía de la preparatoria prefería ir a la bodega, aquel lugar en donde se encontraban los demás chicos de la pandilla y pasaba gran parte del día, incluyendo a mi mejor amigo Deryck. En ocasiones estaba metido en una terrible situación, pero nada comparado con mi vida personal. 

Mi razón era simple: problemas en casa.

Cuando no estaba en la calle, deambulando sin rumbo fijo, mis rutinas consistían en encerrarme en mi habitación mientras leía un periódico, aunque fuese viejo, cada vez que escuchaba un nuevo problema y el caos se desataba. O simplemente me colocaba mis auriculares y me hundía en mi mundo imaginario casi perfecto que no me sucedería en la vida. 

Jamás tuve algo qué ver en alguno de esos conflictos, el motivo principal eran los problemas financieros en los que estábamos estancados. Lo peor era cuando a mi madre la volvía loca todo eso y se desquitaba con lo primero que se le atravesaba en el camino. Jamás fui su "dolor de cabeza", no hasta que cumplí catorce, la edad que me volví un pandillero.

Me da un poco de nostalgia de solo recordar cómo era mi vida antes, más bien nuestra vida. Creo que era más caótica a comparación de hoy en día. Cuando entré a rehabilitación por primera vez sentía que era una pérdida de tiempo porque me juraba que jamás cambiaría. Pero cuando salí pensé diferente, quería ser mejor persona... Y eso ya es historia.

Aunque estoy tan perdido en mis pensamientos, le doy un poco de atención a lo que hay a mi alrededor. Tenía la ligera sospecha de que Elliot en verdad es uno de esos chicos que viven en la pequeña zona exclusiva de la ciudad. El aroma a «interior nuevo» de la camioneta me confunde un poco, ya que mi ropa tiene olor a marihuana. Bien, de hecho, todos tenemos ese olor.

Al momento de subir me mojé un poco, por lo que estoy temblando ya que estos tipos tienen el clima encendido. Pero, ahora que lo pienso, creo que comienzo a sentir un poco de nervios, o tal vez es miedo. Cruzo los brazos para minimizar la sensación, me reacomodo en el asiento, pero no sirve de nada.

Seré tu perdición [Completa ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora