𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑶𝑺

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Aclaró su garganta y le habló.

—Vamos a hacer el interrogatorio, me gustaría saber lo que piensas al respecto. Tenemos que sonsacarle lo máximo posible.

Aunque le pareciera idílico, Carver aún seguía siendo un mentor y Aran su pequeño estudiante por lo tanto tendría que seguir formando al chico aún bajo las peores circunstancias.

Aran prendió el último botón y lo observó tratando de ocultar la sonrisa de lado y se guardó el comentario sarcástico que tenía pensado decir. Nadie había estado de acuerdo con que él corriera a salvar a la chica, uno pensaría que todos preferían tener a los miembros del círculo antes de salvar una vida.

—Ya no sé qué pensar, Carl Joys era una víctima —contestó—. Entonces, ¿cómo se convirtió en parte de la secta? A menos que siempre lo haya sido, en ese caso deberíamos investigar a cada uno de los desaparecidos como si pudieran tener alguna participación en todo esto.

—¿Crees que los eligieron por una razón y no al azar? —preguntó intrigado Carver ante la mirada de su compañero.

—Sí, todos siempre pensaron que tomaban personas para los sacrificios.

—Todas las víctimas fueron encontradas en rituales —aclaró Carver.

Aran puso una de sus manos en su cadera y con la otra refregó su cabello oscuro tratando de ordenar sus ideas. Se preguntaba cómo podrían unirse las víctimas, qué los hacía tan especial para que los tomaran. Tenía que haber un patrón.

Pensó en las últimas palabras de Carver, las repasó en su cabeza y entonces vislumbró algo que otros no.

—Tal vez, no eran víctimas... —susurró.

—¿Cómo dices?

Aran se acercó a Carver con las ideas más claras.

—Tenemos que interrogar a Sara Miller cuanto antes, es la primera desaparecida que encontramos con vida —apuntó—. Carl Joys es la clave.

Caminó rápidamente saliendo del vestuario, Carver lo llamaba desde atrás sin entenderle del todo. Sabía que el muchacho tenía algo en mente, algo que no habían visto con anterioridad, pero se preguntaba qué sería exactamente. Corrió detrás de él —medio preguntándose si a su edad había tenido la misma energía latente—, ambos dirigiéndose a la sala de interrogatorios y entraron en la primera puerta del pasillo para quedar en una sala de observación.

La habitación era algo pequeña, tenía anaqueles repletos de papeles, cajas y chucherías. Una mesa con dos pantallas, una de ellas mostraba imágenes de la sala de interrogatorio que había detrás de un vidrio templado.

Robert se mantenía parado con los brazos cruzados mirando al vidrio, Rita y el hombre a su lado se mantenían sentados. Los tres giraron a verlos cuando entraron.

—Señor Wagner —saludó Carver al jefe del departamento.

Era un hombre de edad avanzada, cabello canoso y rostro redondeado. Miraba a los detectives, más bien a Kang, como si intentara descubrir un misterio sobre ese chico. Los demás miembros del departamento ya estaban acostumbrados a la mirada escrutadora de su jefe, pero Aran se sintió completamente desnudo y trató de no desviar la vista, vanamente.

—Sean inteligentes, los medios están pegados a nosotros por esto —advirtió con voz gruesa mientras volvía a girarse hacia la otra sala.

Aran miró hacia allí también un poco más tranquilo por no escuchar, también, el sermón de Wagner. Su vista atravesó el vidrio para dilucidar una figura conocida, esposado y con las manos unidas en la mesa, Joys se encontraba sentado en la otra sala con postura encorvada.

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