Capítulo 6

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La muerte, quizá la muerte es un sueño cálido, apacible. Donde no existe nada, ni nadie, quizá la muerte en todo caso parecería una solución.

Un último recuerdo.

Era aquel rostro pálido, tan perfecto casi como un ángel, de no ser por aquellas pupilas carmesí encendido, sellados por un par de mechones negros, como sí la vida misma supiera que ese rostro era el reflejo mismo casi de la perfección.

Aquella nueva oscuridad en la que Nezuko se sumergía, no era como la anterior era más bien como estar flotando en medio del océano bajo la más oscura noche sin luna y sin estrellas, donde ni siquiera el rumor del agua era perceptible.

Las ventanas selladas, el suave ronroneo del tren avanzado.

Nezuko no era consciente de lo que sucedía, quizá para ella era mejor estar así abrazada a aquella cálida oscuridad, suave y tranquila que la envolvía.

**

Muzan aún la sostenía entre sus brazos tratando de parecer paternal, cuando entraron a sellar las ventanas para evitar que el sol entrará al lugar en cuanto comenzará amanecer. Al ver que el guardia terminó, se levantó y recostó a Nezuko en el asiento frente a él.

¿Esta dormida?

Se preguntó a sí mismo con genuina curiosidad, en todos sus siglos de vida no se había topado con alguien tan peculiar como ella, algo que le causaba cierta emoción, algo por fin relevante más que cualquier otro inútil descubrimiento de sus subordinados.

Era capaz de percibirlo todo, el avance del tren, el ruido de la máquina a vapor que lo impulsaba, el rumor de las voces de las personas, el latido de sus corazones, la sangre llegando hasta el último lugar de sus cuerpos, no los envidiaba, para él los humanos no eran más que una simple escoria sin ningún valor. Volteo el rostro nuevamente para verla, su respiración acompasada, su semblante en paz como si estuviera aceptando aquello de la mejor manera pese a lo que había sucedido.

Muzan puso los ojos en blanco, no esperaba conservarla si no resultaba ser tan interesante como esperaba.

¡Hay Cazadores aquí, ayúdanos¡

¡Estúpidos, inservibles defiendan a la familia ese es su papel¡

Aquella conversación interrumpía, el silencio de la mente de Muzan, no le tomo importancia, debido a la conexión de su sangre con los demás demonios que el había transformado podía oír sus pensamiento, como solía pasar lo que menos le preocupaba era si asesinaban a algún demonio, siempre podría transformar a más.

No fue capaz de identificar aquellas voces, una parte de él se preguntaba que hacía ahí fingiendo ser un padre protector con aquella niña pero quería descubrir si le seria útil, de cualquier modo era fácil persuadir a sus subordinados de alguna manera esperaba que aquella nueva adquisición le permitiera expandir su búsqueda del Lirio que tantos malditos años llevaba buscando.

Estaba a un paso de convertirse en el ser perfecto que tanto anhelaba, de no ser por esa repulsión hacia el sol, que incapacitaba sus planes se habría convertido en un ser poderoso.


**


Nezuko, despierta

monstruo, ¿Qué haces aquí?

hay alguien mirando por la ventana

hay un dolor silencioso

puedo oír sus voces

di mi nombre

despiértame.

Nezuko no supo con exactitud cuánto tempo permaneció dormida, recordaba vagamente el olor del tren, de la comida de aquel pueblo  y en ese par de ojos carmesí que la miraban sin expresión alguna.

El sonido del silbato del tren interrumpió los pensamientos de Muzan, quien agradecido, por oír algo más en su mente que los pensamientos de sus subordinados e incluso los de él mismo, se levantó del asiento y se estiró, como espabilando su cuerpo, más que hacerlo por necesidad lo hacía por costumbre, pues era importante para él mantener aquella fachada de humano.

Unos pasos se aproximaban, siendo anunciados por un leve golpeteo a la puerta.

— Señor Murasaki, en un par de horas llegaremos a la estación.— una joven de aspecto hermoso, de cabello oscuro que le llegaba al mentón, vestida con el uniforme, ingresó un par de centímetros a aquella cabina, como era costumbre para los de clase especial anunciar sus destinos antes de llegar.

— Le agradezco.

Respondió con voz suave y modulada, casi como si tratase de seducir de manera inconsciente a aquella joven, ésta al oír la voz de Muzan se tensó, sosteniéndole la mirada en medio de un silencio incomodo, a lo largo de toda su vida como demonio Muzan aprendió a usar otros recursos más que su propio poder como demonio para conseguir lo que quería, no solo se limitaba a usar su fuerza, una ventaja de ser un demonio es que al ser un depredador todo el lograba generar atracción, hombres o mujeres siempre se mostraban fascinados por aquel hombre de edad incalculable y finos modales.

La joven que tenía la vista perdida, caminaba lenta y torpemente hacia Muzan.

— Un aperitivo antes de llegar no haría mal...— aclaro un poco su garganta pronunciando aquellas palabras en voz baja.

Una sonrisa altiva se dibujó en sus pálidos labios, todo era demasiado fácil,  también de cierto modo eso le aburría. La facilidad en que los humanos cedían ante el.

— Mama...—  un leve susurro de donde estaba Nezuko,desviaba la tensión de ese momento haciendo que Muzan desviase su mirada hacia ella, rompiendo aquella hipnosis. 

Algo desconcertada la joven volvió en sí observando a Muzan levantarse en direccion a Nezuko.

— Ya le dije que no necesito nada, asi que larguese ahora. — Su voz ahora era fría, demasiado brusca.

— Yo... lo lamento mucho señor, yo...— apenada la joven se inclinó levemente haciendo una reverencia para disculparse por aquel malentendido.

— Lárgate ahora si no quieres que haga que pierdas tu trabajo, ¿acaso no sabes quien soy?—  Muzan añadió con voz desafiante.

Intimidada por esas palabras la joven salió rápidamente del lugar dejando a Muzan solo. Dentro Muzan se acercó a Nezuko con la esperanza de que después de aquel golpe estuviera despierta, para su sorpresa seguía dormida, o al menos daba ese  aspecto. La observo un momento, un demonio que duerme.

— Fascinante...— profirió con verdadera sorpresa, tal vez el verla dormir de esa manera se convertiria en uno de sus pasatiempos.









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