Capítulo 4

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Una inmensa y pesada oscuridad invadía todo el lugar, sí es que, donde ella estaba era un lugar, no sabía sí sus ojos estaban abiertos o sí su cuerpo aun existía.

¿Este es el infierno?

Una de sus manos tocó la nieve, fría y blanda. Fue entonces cuando Nezuko se dio cuenta al menos de algo, sí había muerto quizá sólo sería un espíritu en el limbo, sin un lugar a donde ir, pronto comenzó a recuperar algo de sensibilidad en su cuerpo.

Nieve, ¿por qué sentia la nieve? Todos sus recuerdos estaban muy confusos, demasiado borrosos.

Finalmente abrió los ojos, sentia como sí se le hubiera caído una montaña encima, pero a la vez se sentía demasiado ligera. Se apoyó sobre sus piernas para levantarse, y noto una gran mancha roja que coloreaba la nieve a sus pies, fue cuándo entonces recordó que debía respirar, inhalo el aire frío cargado de aquel olor metálico, a sangre.
Su cuerpo se tenso inmediatamente, y pudo notar aquel ardor infernal en su garganta, dirigió una de sus manos hacia su cuello como tratando de mitigar esa extraña sensación. Bajo la mirada siguiendo aquel rastro de sangre que daba a su casa.

─ Ro..Rokuta...

Temblando miro el cuerpo inerte de su hermano, no fue necesario acercarse pasa saber que estaba muerto, camino unos pasos entrando a su casa para encontrarse con una escena peor que la anterior.

─ ¿Mamá?

Su voz era apenas un susurro, angustiado, confundido sin saber que había ocurrido.

Muzan, en la oscuridad de aquel lugar la observaba recargado sobre una de las vigasde madera de la casa, maravillado seguia cada uno de sus movimientos con la mirada.

─ Mamá...Hanako...

Su mente nublada y confusa no le dejaba pensar más allá que  esa escena de su familia muerta, se dejó caer de rodillas sobre el tatami manchado de sangre llorando, abrazando el cuerpo de su madre.

¿Qué es lo que había pasado?
¿Por qué parecía que habían muerto de forma tan cruel?
¿Por qué ella no estaba muerta como ellos?

Nezuko limpio sus lágrimas con el kimono rosa, y noto entonces la sangre seca sobre su ropa, incrédula se miro unos segundos, con la mirada rápidamente busco un espejo, se observó a si misma, sus ojos, su cabello, toda ella.
Era y a la vez no era.
Entonces por el reflejo en el espejo notó una presencia, dio la vuelta rápidamente para encarar aquella persona que al parecer llevaba mucho tiempo observandola

─ Tú...¿Quién eres?

Su voz temblaba ligeramente, y dio unos cuantos pasos hacia aquella figura en la oscuridad.

Sin que pudiera acercarse mas aquella figura se esfumó, Muzan entonces apareció tras ella.

─¿Qué quién soy? ─ le respondió al oído con una sonrisa. ─Sí hubiera llegado antes...

─ ¿Antes de qué...?

La voz de Nezuko era un hilo débil apenas audible.

─Tú familia, niña. Tú mataste a tu familia, sí yo hubiera llegado antes, los hubiera salvado de ti, pero llegue demasiado tarde y...

─Yo... ¿Los maté?

Los ojos de Nezuko se abrieron mirando con terror, su familia estaba muerta por su culpa.

─ No, no. ¡NO!

Sus lágrimas caían de sus mejillas, se dejó caer a suelo llorando, todos estaban muertos, miro nuevamente sus manos y descubrió aquel cambio sutil, sus uñas alargadas con la punta similar a una almendra, coloreadas en la parte superior de un tono más rojizo, entre el llanto tocó su rostro, sintió su piel tersa y pálida. Levantó del piso un pedazo roto de aquella tetera metálica brillante y observo con detenimiento su rostro, fue hasta entonces que cayó en cuenta que algo en ella había cambiado, sus ojos eran ahora de un color rosado brillante y su cabello que caía en largos mechones tenían un inusual tono anaranjado degradado cerca a las puntas, de su boca resltaban un par de colmillos blancos.

After the DarkWhere stories live. Discover now