XXIII - La danza del fuego

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—Quítate la ropa y acércate

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—Quítate la ropa y acércate.

Su mirada estaba fija en ella mientras lanzaba la orden. Con aquella intensidad y color, a Ceres se le antojó que eran dos brasas ardientes. Era tan intimidante que no pudo mantener la suya, la cual desvió en dirección al suelo, con el cuerpo paralizado.

—Te he dado una orden —volvió a hablar. Su tono era áspero, no le iba a dar margen. Estaba seguro de zanjar aquel problema que llevaba demasiado tiempo en el aire y no iba a esperar más.

Obligó entonces a su cerebro a obedecer. Su pulsación iba a una velocidad vertiginosa, provocando un exagerado tembleque en sus manos, las cuales se dirigieron a la cinta en forma de lazo que enrollaba su cintura. Tiró del extremo para deshacer el nudo y a continuación subió sus extremidades a los hombros de su vestido. Con dilación comenzó a bajarlo, dejando sus hombros al descubierto.

Sintió como sus piernas se unían a aquel manojo de nervios, vibrando convulsivamente. Apenas se liberó por completo de las mangas cuando, una vez más, la voz de Luzbell resonó en el lugar.

—¿Tengo que romperos otra prenda? —cuestionó impaciente.

Ella le dedicó una mirada de reproche. No estaba teniendo nada de paciencia. Se sentía como un cerdo de camino al matadero, con la diferencia de que era plenamente consciente del destino que le aguardaba. Estaba claro que era una ilusa si creía que iba a recibir un mínimo de delicadeza por parte del diablo.

Dio un tirón enérgico para bajar la prenda de golpe, precipitándolo al suelo. Se quedó estática sin realizar ningún movimiento, exhibiendo su ropa interior. Un corsé blanco y de encaje ocultaba su busto, mientras un culotte estaba sobre su intimidad Era otra de las cosas que había recibido al despertar en aquella mansión por primera vez.

Se sintió vulnerable, completamente expuesta ante la bestia. No era capaz de realizar ningún acto que no fuera el de temblar como la hoja de un árbol cuando la acaricia el aire con suavidad. Por más que intentó concienciarse de aquello que iba a hacer, no estaba segura de cómo sería.

—Acércate.

Suspiró atemorizada y, demorándose más de lo que le hubiera gustado, dio el primer paso. Todo a su alrededor era estable. Cada mueble y objeto de la habitación se encontraban en el mismo lugar de la última vez y, sin embargo, ella sentía que de un momento a otro el suelo se derrumbaría y se la tragaría.

Avanzó lentamente hasta detenerse a un metro de él, frente a frente. Luzbell enarcó una ceja.

—¿Por qué te detienes?

No había respuesta válida para aquella pregunta. Era un modo falsamente cortés de no escupir otra amenaza u orden con desdén.

Anduvo lo necesario como para estar tan cerca que pudiera tocarla. Continuaba en silencio, aguardando a que llegara tan temido y esperado momento.

Rapsodia Celestial [+18] [COMPLETA]Where stories live. Discover now