XXXIV

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"Gisse, me preocupa que no te lleguen mis mensajes. ¿Estás bien? ¿Estás enojada? ¿Fui muy brusco? Respóndeme por favor."

"Creo que si no lo haces para ésta tarde, iré a tu casa, quiero verte."

Bajó de su auto, sintiéndose preocupado, y golpeó la puerta.

—Hola.

—Buenas tardes, usted debe ser el padre de Giselle.

—Sí ¿Y quién eres tú? —inquirió serio Sebastien.

—Mi nombre es Beraelt Athana, su hija y yo estábamos trabajando juntos, en un artículo.

—Creo que algo así escuché. ¿Vienes a hablar con ella?

—Sí ¿Podría llamarla? Sólo serán unos minutos —sonrió levemente.

—Lo lamento, pero Giselle no está en la casa.

—¿No? Qué extraño, le avisé que vendría —pronunció esbozando una leve sonrisa—. Tal vez se le olvidó.

—Sí, puede ser.

—Bueno, gracias por su amabilidad.

—Que tengas buen día —pronunció el azabache antes de cerrar la puerta.

Zhanda miró la casa, y luego se subió al auto, mirando el volante... Ella lo estaba evitando, no era estúpido.

Era obvio que se había arrepentido de lo que habían hecho.

***

—Más de una semana después—

Se dirigió a la parada del autobús, mientras miraba su libreta de calificaciones. Pronto terminarían las clases, y ella había podido mantener sus notas.

Apoyó su mochila en la banca, y guardó la libreta. Para cuando levantó el rostro, se encontró con la mirada de Zhanda... Vacía.

—Supongo que si hubieras tenido mi edad, o fueras independiente de tus padres, te habrías ido para no volver a verme.

—¿Q-Qué quieres? —le preguntó en un hilo de voz.

—Hablar, sólo hablar, Giselle. No entiendo porqué te desapareciste así, si te herí, te hice sentir mal, no te gustó, no lo sé, me lo hubieras dicho. ¿Por qué nunca me dices nada?

—Lo lamento, sé que no debí actuar de ese modo, pero ya está.

—¿Qué ya está? Dime, porque no lo entiendo.

—Olvida lo que pasó.

Él asintió con la cabeza, y suspiró.

—Okay, olvidamos entonces lo que pasó, hacemos que no ocurrió nada ¿Y qué? ¿Qué sigue luego?

—Olvídate de todo, Zhanda. Ya no voy a continuar con tu biografía.

—Ya no quieres verme, es eso.

—Sí.

—¿Por qué?

—Es lo mejor para mí, ya no quiero verte, ni hablar, ni nada. No quiero tener ningún tipo de contacto contigo.

—Y lo que yo sienta o quiera ¿No importa? Pregunto, porque aparentemente, no soy una puta máquina sin emociones.

—Tú mismo lo dijiste, a veces hay que ser egoístas, y pensar primero que nos haría bien a nosotros mismos.

Él asintió con la cabeza, sin decir nada.

—Es lo mejor.

—Claro, si para ti es lo mejor, está bien. Y... Creí que había una conexión especial entre nosotros, desde el día en que nos conocimos.

Giselle desvió la mirada, sin poder mirarlo.

—Tú mismo lo dijiste la primera vez que comimos juntos, te aburres rápido de las personas. Y yo... Yo no quiero ser una más en tu lista de distracciones, Zhanda.

La miró, apretando sus puños. Ella seguía sin verlo.

—No sería igual. No lo sería, pero tú tampoco quieres descubrirlo.

—No voy a arriesgarme con un hombre como tú.

—¿Un hombre cómo yo? ¿A qué te refieres con eso?

—Adicto.

La miró, apretó su mandíbula, endureciendo sus facciones.

—Que tu padre no pudiera controlarse, que perdiera a tu madre y a ti, no significa que yo termine del mismo modo. ¿Quién diablos te crees que eres para juzgarme? ¡Ni siquiera me conoces!

Giselle tomó su mochila, y le dio la espalda, comenzando a caminar para dirigirse a otra parada. No quería estar cerca de él.

—Giselle, Giselle espera —le dijo caminando detrás de ella—. Espera, lo siento, no quise gritarte, lo siento. Pero qué tú creas que-

—Vete, Zhanda, no quiero verte —lo interrumpió—. Por favor, vete.

—Dame una oportunidad, sólo una, puedo demostrarte que no soy lo que crees, pero déjame hacerlo —le pidió afligido—. Eres especial, lo juro, y no lo digo por lo que pasó, sino... Sino por lo que me has hecho sentir. Pero dame una oportunidad, por favor.

La jovencita negó con la cabeza, sintiendo un nudo en la garganta, al sentir el aroma de él, la aflicción.

—Giselle, me haces sentir una mierda —murmuró.

—V-Vete.

—¿En serio quieres eso?

—Sí —murmuró, mirando hacia abajo—. Vete, Zhanda.

...

No me dejesWhere stories live. Discover now