XXXII

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Se alejó de él y negó con la cabeza.

—Vete, vete por favor.

—Giselle.

—Vete.

—Al menos escúchame.

Negó con la cabeza, sin querer mirarlo, y fue hasta la ventana, para abrirla.

—Vete.

—Quiero que vengas conmigo.

Ella desvió la mirada, sin poder evitar sentirse incómoda con su intensa mirada.

—Vete, Zhanda.

—Está bien —pronunció bajo—. Y lamento... Lo de recién también.

Ella asintió con la cabeza, mirando hacia otro lado. Cuando el rubio salió de la habitación, se apresuró a cerrar la ventana.

Giselle fue hasta su cama, y se cubrió el rostro con ambas manos... Ella no quería involucrarse con un hombre como Zhanda.

***

"Giselle."

"Niña."

"Gisse, vamos, respóndeme por favor. No me hagas sentir más culpable."

"Lo siento, no debí besarte, pero... Es que fue un impulso, lo lamento."

Abrió el Chat, estando acostada en su cama, leyendo los mensajes que él le había enviado la noche anterior.

"Por favor, dime algo, no quiero sentirme más culpable de lo que ya estoy."

"Giselle."

Suspiró y se pasó una mano por el rostro, antes de cerrar los ojos y acurrucarse en la cama.

—Está bien, no te preocupes —le envió en un audio, en un tono bajo.

Y luego de que él lo viera, inmediatamente la llamó. Giselle deslizó su dedo por la pantalla, contestándole... Sin saber realmente como hablarían ahora.

"—¿Estás molestas conmigo?"

—No.

"—Lo siento, perdón, fue un impulso, no quería ofenderte."

—Está bien, Zhanda, no importa.

"—No quería ofenderte, en serio lo lamento. Estoy arrepentido, y preferiría hablar contigo en persona, pero ya no sé si tú querrás verme."

La castaña respiró profundo, y luego se sentó en la cama.

—No estoy molesta contigo, ya deja de disculparte.

"—Entonces ¿Quieres hablar?"

—Está bien.

"—De acuerdo ¿Dónde quieres vernos?"

Ella lo pensó por un momento, y luego habló, creyendo que un lugar como aquel, era el más indicado, al ser bastante concurrido.

—En Kanat'ma.

"—Bien ¿En qué parte?"

—En su árbol.

"—De acuerdo ¿A qué hora? Tú sólo dime y allí estaré."

***

Okay, no había sido una buena idea ir a las tres de la tarde en pleno centro de la isla. Aún no llegaba el verano ¡Y ya estaba haciendo casi treinta grados!

Giselle se abanicó un poco con una hoja el rostro, y vio el auto de Zhanda estacionar a unos metros de ella.

—¿Hace mucho estás esperando?

—No, cinco minutos quizás —sonrió incómoda.

¿Cómo diablos se saludaba a una persona luego de la noche anterior?

—Cuando venía para aquí, vi que ya abrieron el parque acuático. Están todos allí —sonrió.

—Y no es para menos, está haciendo mucho calor.

—Hm ¿Quieres ir al agua?

—No, no traje ropa para eso.

—Puff, métete así entonces —sonrió quitándose las zapatillas.

Giselle lo miró aturdida, y Zhanda se quitó luego la playera, antes de correr hacia el río de Kumi'et, y lanzarse.

—¡Ven! ¡El agua está realmente perfecta!

Ella lo miró insegura, y luego se quitó las zapatillas, antes de caminar hasta el borde del río.

—¿Seguro podemos meternos aquí?

—¿Por qué no podríamos?

—¿Hablas en serio? Es un río sagrado, Zhanda. Aquí es donde las parejas se sumergen para ser bendecidos por Kumi'et.

El rubio sonrió divertido, negando con la cabeza.

—Giselle, es un río y eso es sólo una tradición, todos se meten aquí en verano. Ven.

—No estoy segura, tal vez-

La tomó de la muñeca, y jaló al agua, haciéndola gritar. Zhanda río divertido, y la abrazó a él, al ver cómo se desesperaba.

—¿No sabes nadar?

—¡No! ¡¿Cómo se te ocurre hacer algo así?!

—Dios, no hagas eso.

—¿Qué cosa? —le dijo borrando la expresión de enojo de su rostro.

—No te enojes, porque te ves tan tierna... Qué no sé que podría hacer —pronunció ronco.

Ella lo miró a los ojos, sintiendo su corazón acelerarse.

—¿Por qué accediste venir aquí?

—P-Porque quería hablar contigo.

—¿Te molestó lo de anoche?

Negó con la cabeza, sin dejar de mirarlo.

—No —murmuró.

—Eres tan hermosa.

Lo tomó del rostro, y fue ella quién esta vez decidió besarlo, sintiendo un cosquilleo en su vientre, tomándolo del rostro para acercarlo a ella.

Zhanda la abrazó a él, para que se sintiera más segura al estar en sus brazos, y abrió su boca, al sentir como tímidamente ella pasaba su lengua, aceptándola.

Deslizó sus manos por la espalda de Giselle, y llegó hasta el borde su camiseta, para levantarla y quitársela, dejándola en brasier.

Ella lo miró, con cierta timidez, y él sonrió, antes de volver a besarla.

Sí, estaban en las aguas sagradas de Kumi'et, su diosa del amor, las parejas... Y el deseo.

...

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