Capítulo 8 final Se me está acabando la tinta

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"Queridos ciudadanos del antiguo Meridiano 23, le informamos que nuestro distrito completo comenzará a ser parte de la reformada Ciudad Unidad, el gran Jefe Supremo número 2 está gestionando todo para que finalmente los meridianos dejen de existir y que solo tengamos nuestras 3 enormes ciudades unidas y así terminar con la desigualdad que eso generaba. Alabado sea nuestro querido Jefe Supremo número 2, que su gestión continúe en la misma vía de la perfección que fue dejada por su padre el Jefe Supremo 1".

Quién lo diría, al final estos imbéciles no son tan malos después de todo, claro tardaron más de 30 años en lograr todo este avance, aún así nunca los voy a apoyar, siempre serán unos bastardos para mí. Son las 10:47 AM, y estoy bebiendo mi acostumbrado café en las mañanas, luego de ese viaje tan fatídico nunca más el café quedó con dicho sabor extraño, quizás el termo ese en el cual lo llevaba le dejaba ese sabor rancio, joder lo recuerdo y solo me río de lo tonto que fuí ese día, ahora tengo 56 años, me retiré ofialmente así que ya no debo aguantar a más personas odiosas en los trabajos ni preocuparme de tener que tener la cantidad de créditos para poder sobrevivir, por suerte mía ahorré los suficientes y cada mes llega un pequeño bono por parte de éstos infelices para poder mantenerme con vida y alimentado. Aún recuerdo el día en que me retiré, fue hace dos años atrás, debía retirarme a los 50 años como todo el mundo pero insistí en quedarme unos años para terminar de ahorrar lo suficiente y me quise alejar de Ciudad Real, cuando tuve que hablar con el querido líder de mi trabajo me informó que tenía una carta, escrita en papel blanco muy antiguo, así es actualmente nadie usa el papel o el lápiz sólo los viejos como yo o otros retirados lo hacen, pero esa práctica está totalmente obsoleta, total, me llevé el registro del retiro y aquella carta, aún eran las tres en punto cuando pasee por la gran plaza de Ciudad Real, me puse mis anteojos y abrí dicha carta, ¿quién habría de escribirme algo? Pensé que si nunca me hice de amigos o tuve una pareja estable que me quiera recordar, si viví todos estos años prácticamente solo, aún tengo esa carta por acá. Bueno dice algo así:

"Mi estimado joven,

Le escribo esto porque me estoy muriendo, ya sabe con 82 años uno no tiene nada más que hacer solamente le queda dejar este mundo, me tomó mucho tiempo poder saber de usted, de encontrar su información, ver donde trabaja pero mi hijo que es más hábil para esas cosas me echó una mano, ¿lo recuerda? El me contó que se encontró con usted el mismo día que apareció en mi casa, él le recomendó ir a Brainiac Palace, y trabajó con usted hasta que se retiró, bueno, la vez que apareció por mi casa usted me pidió un favor que cuidara aquella casa, su hogar, y que le pida al siguiente dueño que haga lo mismo, y eso es lo que quiero hacer. Su casa, en la cual viví mis últimos años de vida, quiero que usted vuelva una vez que se retire, y pase acá el tiempo que le quede, no le cobraré nada, quiero que sea suya porque siempre lo ha sido, y siempre lo será. Espero que esta carta llegue pronto a sus manos y que pronto pueda regresar a su amado hogar.

Hasta siempre mi estimado joven."

Leer dicha carta me llenó de sonrisas y lágrimas una vez que la leí, a pesar de haber empezado mal el diálogo con ella aún así decidió dejar aquella casa para mi, y si se lo están preguntando estoy viviendo en ella, la cuido y añoro como nunca hice antes con los otros hábitats en los que estuve, claro no voy a comparar un hábitat del gobierno con el verdadero hogar, el verdadero lugar en donde perteneces. Aquella foto con mi madre decora el centro de mi sala de estar, para saludarla y recordarla en cada día que pase, siento que ella aún está aquí conmigo debe ser la magia en su recuerdo enmarcado, no lo sé, pero espero que esté donde esté sienta orgullo por mi, por lo que he hecho en mi vida y por cómo cuido nuestro hogar.

Como es típico en mí desde hace mucho tiempo, después de mi café decido dar un paseo con un cuaderno y un lápiz como acompañantes, es tan poético crecí y me crié en el Meridiano 23, claro eso no lo sabía, y cuando volví a despertar fue en Ciudad Unidad ya con 18 años, igual de solitario como ahora, no sé qué pensar ahora que el Meridiano 23 será parte de Ciudad Unidad, quizás deba sentirme lleno de felicidad que ambas partes de mi vida se hayan fusionado, ahora que me doy cuenta la verdad si es algo bueno ahora que lo estoy escribiendo.

Mi paseo siempre llega hasta la Plaza 23, bueno ahora la han renombrado como "La gran Plaza de la Unión", vaya nombre más estúpido, bueno es algo que se le ocurrió al Jefe Supremo número 2 no le puedo pedir bastante, pero para mí siempre será la Plaza 23, me siento en la misma banca en la que me sentaba con mi madre cuando era pequeño, me siento a escribir, a ver aquella nueva pileta, y notar una especie de animal volador que volvió de la muerte por lo que escuché hace unos días en la transimición de notificaciones del gobierno, se llaman Palomas, las veo y se ven tan inútiles ¿para qué gastar tiempo en revivir a esos animales? Bueno es el plan de recolonización para que todos los animales extintos vuelvan a vivir, con tal que revivan animales que valga la pena diría que es una buena medida pero estas aves me molestan como se imaginan. Es tan raro ser de los pocos que aún usamos nuestras manos para escribir, me gustaría que fuese algo que todos hacen pero bueno qué le voy a hacer así están las cosas en este mundo ahora. Oh no puede ser mi lápiz se está quedando sin tinta de nuevo, creo que será suficiente escritura por hoy, me relajaré a ver un poco el mundo en el que vivo.

No me di cuenta y me quedé dormido en la banca, debe ser el cansancio acumulado por tantos años de duro trabajo que me duermo con tanta facilidad ahora. Cuando logré recomponerme luego de esa siesta inesperada volteo a ver que una persona estaba sentada junto a mi, era anciana mucho más vieja que yo, quería echarla pero sería demasiado descortés de mi parte, metí el lápiz del entre las hojas de mi cuaderno y me levanto para regresar a mi casa, y mientras lo hago escucho una voz que me aceleró el corazón:

-Cumpliste con tu promesa de no olvidarte de esta plaza, hijo.

Me volteó con los ojos abiertos y llorosos, sin poder creer que estaba sucediendo en ese instante.

-Nunca lo haría, mamá.

Le contesté con una enorme sonrisa en mis labios y me abrazó, nos dijimos te amo una vez más. Quizás quedarme dormido de la nada no sea tan malo después de todo.

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