El interrogatorio

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Notaba una fuerte presión en mi pecho y una sensación de calidez y suavidad sobre mis labios. Tosí y abrí levemente los ojos, Sherlock estaba sobre mi haciéndome la respiración boca a boca.
Cuando se separó me miró a los ojos y sonrió con un gesto de alivio.
-Menos mal creí que te íbamos a perder- dijo él.
-¿Qué pasó? no recuerdo nada- dije aturdida notando un gran dolor en mi nuca.
-Al parecer no estábamos solos en el piso, escuchamos un golpe y como la puerta se cerraba. Cuando llegamos aquí estabas inconsciente y no respirabas- dijo John que estaba situado a mi izquierda.

Me incorporé lentamente para sentarme, llevándome una mano a la nuca. El dolor era inmenso, como si me estuviesen apretando con muchísima fuerza.
-¿Pudiste ver a alguien?- preguntó Sherlock mirándome mientras John comprobaba el golpe.
-No, lo siento- dije con gesto apenado - ¿Dónde está Elisabeth? -
-Ya se la llevaron al hospital tranquila- dijo John - por ahora deberías descansar lo que queda de día-
-¿Y perderme toda la acción? De eso nada- dije con tono molesto mientras Sherlock reía.
-Está bien, pero si te encuentras mal te vas derechita a casa- dijo John con tono serio - ahora soy tu médico y digo lo que deberías o no deberías hacer con tu salud-
-Vale- me puse en pie con ayuda de Sherlock.
Al incorporarme me di cuenta que solo me sacaba unos centímetros de altura, desde niña siempre he sido muy alta cosa que me daba bastante vergüenza y por lo que recibía muchas burlas por parte de mis compañeros de clase.

Salimos del piso y fuimos rumbo al hospital para ver como se encontraba Elisabeth.
Al llegar, uno de los médicos nos informó de que aún estaba inconsciente pero que le habíamos salvado la vida, ya que si hubiésemos llegado cinco minutos más tarde probablemente estaría muerta.
Sherlock miró su teléfono móvil y vio un mensaje de Lestrade el cuál nos convocaba en Scotland Yard.

Tomamos un taxi y cuando llegamos fuimos derecho al despacho de Lestrade.
-¿Qué ocurre?-Preguntó Sherlock.
-Hemos descubierto a otro sospechoso- dijo Lestrade sacando una fotocopia de lo que parecía un mensaje de texto.
-¿De quién se trata?- Pregunté curiosa.
-Se trata de James Smith que casualmente es el novio de Elisabeth- dijo sonriendo - descubrimos varias amenazas en el móvil del señor Sinclair procedentes de su móvil. Ahora mismo está en la sala de interrogatorios, creí que os interesaría hablar con él -

Sherlock y yo nos dirigimos a la sala de interrogatorios donde nos esperaba James.
Era un joven pelirrojo, de cuerpo musculoso, ojos verde esmeralda y con pecas.
Nos sentamos frente a él, su rostro mostraba una leve sonrisa cínica.
-Supongo que sabrás por qué estás aquí- dije con tono serio.
-Puede- dijo mirándome.
-Estás aquí porque Arthur Sinclair fue asesinado ayer a medianoche- dije de nuevo con tono serio y sin dejar de mirarle a los ojos mientras Sherlock nos observaba a ambos.
-Y creen que yo le asesiné ¿verdad?- dijo él
-Tenemos pruebas suficientes para ello- dije yo.
-Seguramente usted descubriese que su novia y el señor Sinclair mantenía una relación en secreto, tomó el movil de su novia sin que ella se enterase para copiar el número de la víctima y comenzó a mandarle amenazas con el fin de alejarle de ella. Con el paso del tiempo descubrió que seguían viéndose y poseído por los celos entró en casa del señor Sinclair para asesinarle - dijo Sherlock con un tono de voz muy serio e intimidante.

Verle actuar de aquella forma me producía más atracción hacia él, su tono era serio al igual que su rostro y mantenía los ojos muy abiertos.
-Escuchen yo no le asesiné. Sí que le amenacé pero yo no fui el que le asesinó se lo juro - dijo James con nerviosismo.
-¿Cómo podemos saberlo?- dije yo seria.
-Porque yo estaba tocando con mi grupo en un bar miren- dijo el joven sacando una tarjeta de su bolsillo - hablen con Fred, es el dueño del bar y puede confirmar que esa noche estuve allí.-
-Claro que lo haremos- dijo Sherlock cogiendo la tarjeta.

Salimos de la sala y pusimos rumbo a la calle.
-Miente- dije de pronto.
-¿Cómo lo sabes?- preguntó Sherlock.
-Porque es muy evidente, se puso muy nervioso cuando empezaste a sacar las conclusiones. Además sus nudillos estaban inflamados y con algunos rasguños por lo que indica que se peleó recientemente. Llamaré a Molly y le pedire que examine las uñas de la víctima en busca de restos de ADN de su asesino o de alguna mancha de sangre en su ropa- dije muy seria mandando un mensaje a Molly.
-Eres buena, mejor de lo que me esperaba- dijo sonriendo de lado - me serás de gran ayuda en mis casos ¿Tienes hambre? conozco un puesto de Fish&Chips cerca de casa y siempre me ponen ración doble de patatas -dijo sonriendo de lado.
-La verdad me muero de hambre. Además es la hora de comer y si está cerca de casa mucho mejor así la señora Hudson no tendrá que cocinar - dije dedicándole una sonrisa.

Tomamos un taxi y al bajarnos fuimos al puesto, prepararon nuestro pedido y nos sentamos en un banco para comer tranquilamente.
-Mmmm... está delicioso Sherlock- dije limpiándome un poco los labios.
-Me alegro de que te guste- dijo mientras cogía una patata y se la comía - este es uno de los mejores puestos de Londres, algún día te haré un tour - rió.

Seguimos comiendo tranquilamente, no podía dejar de observar sus labios recordando como esta mañana estaban sobre los míos, de su suavidad, de la calidez que producía su contacto...
Cuando me miró de reojo aparté la vista y mordí mi labio inferior antes de llevarme una patata a la boca. Le escuché reírse levemente lo que me hizo sonrojarme.
-¿Qué pasa? ¿ a qué viene esa risa?- dije curiosa.
-Nada, Nada- Sonrió.
-Sherlock Holmes, dime ahora mismo de que te reías- dije con un tono algo molesto.
-Al apartar la mirada no te diste cuenta de que la manga de tu abrigo se a manchado- dijo riendo.
Miré la manga de mi abrigo y era cierto, me limpie con una servilleta de papel pero no se quitaba.
-No pasa nada la señora Hudson se encargará- dijo tirando nuestras bandejas vacías - vamos tenemos que continuar con el caso y lavarte eso -

Nos levantamos y pusimos rumbo a casa. Llegamos a los pocos minutos, yo estaba muy avergonzada así que le di mi abrigo a la señora Hudson y subí a mi habitación tumbándome en la cama mirando al techo. Había hecho el ridículo y Sherlock se había dado cuenta, fue un tierra trágame en toda regla.

Cuando te conocí (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora