La verdad de Carter I

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Joaquín POV

2 meses después

Emilio y yo oficialmente teníamos dos meses viviendo juntos, habíamos grabado el dueto logrando algo bastante bueno, según palabras del mismo Carlos, terminé mi pintura a tiempo para la revisión final y el maestro quedo encantado con ella, incluyéndola en una presentación que haría en una galería con trabajos de diferentes personas, sería mi primera pieza en una verdadera galería y estaba más que feliz con que fuera nada menos que el amor de mi vida representado en cada pincelada.

No era un simple retrato, había capturado cada emoción que Emilio me hacía sentir, el amor apasionado, la rabia desgarradora, la cruel tristeza, quería mostrarle lo mismo que él me enseñaba en cada canción, cada trazo era un recuerdo de nuestra historia, los colores detrás de su cuerpo eran una guerra que se desvanecía en un azul cielo en la misma dirección en que iba su mirada.

Sus ojos fueron mi parte favorita de retocar, quería mostrar esa mirada pensativa que Emilio adquiría cuando se metía en su música, su rostro parecía tan serio como pacífico y era justo lo que me transmitía, mi Emilio era un chico dulce, al que el mundo continuamente señalaba por razones erróneas, llegando al punto en que solo mostraba su bonita sonrisa y verdadera personalidad a aquellos que sabía iban a quedarse para siempre.

Él no había visto el cuadro terminado, le hice prometer que lo vería el día en que la Galería abriera, mi rizado estaba volviéndose loco por ver el trabajo final, pero acepto mis condiciones, así precisamente habíamos llegado aquí, estaba acomodando el moño en su cuello, pues él nunca aprendió a hacerlo, no era su estilo realmente y aun así cuando usaba un traje completo no podía evitar perderme en su singular belleza.

Era como ver a un Emilio más maduro y darme cuenta que mi chico rebelde había crecido. Ambos lo hicimos.

―Deberías usar traje más seguido, te queda bien. ―murmuré mirándole por debajo de mis pestañas con una sonrisa nerviosa, mis dedos tamborileaban más de lo normal por la emoción, ni siquiera se trataba de lo que dirían las personas en el evento, solo quería ver su reacción.

Deseaba más que nada que al verla se sintiera tan envuelto en nuestro mundo, como yo me sentía al escuchar sus letras en mitad de la sala a medianoche cuando de la nada le surgía la inspiración.

―Le quitaría el impacto al usarlo. ―respondió con una sonrisa ligera, podía notar en su cuerpo que estaba ansioso por salir del apartamento, pero se esforzaba por fingir tranquilidad. ―Creo que no había usado uno desde la graduación. ―posiblemente era verdad.

Habíamos tenido que ir a comprar uno semanas atrás para que pudieran hacerle los ajustes necesarios para esta noche, ambos llevaríamos trajes completamente negros como la invitación lo pedía, la única diferencia era el color de nuestros moños, él se había decantado por un simple moño negro, mientras yo llevaría uno rojo.

―Listo, creo que estamos listos. ―exclamé acomodando su cuello y pasando las palmas por su saco para alisarlo un poco más. ―Vamos, se hace tarde.

―Hey. ―exclamó tomando mi mano antes de que saliera de la habitación. ―Te ves encantador. ―sonreí sin poder evitarlo y él rápidamente me rodeo por la cintura. ―Seguramente todos se van a volver locos con tu pintura y van a querer comprarla, pero debo advertirte que planeo hacerlo también. ―me reí bajito y descanse mis brazos en sus hombros.

―Ni siquiera la has visto, no sabes si va a gustarte. ―él negó frunciendo el ceño incrédulo.

―La posibilidad de que no me guste es nula, Chiki. Todo lo que tú haces me gusta, excepto lo de tenerme en celibato durante dos meses. ―me estiré para dejar un beso rápido en sus labios y tome su mano para salir del cuarto, teníamos que irnos.

Mi ExWhere stories live. Discover now