Nuestras excepciones

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Joaquín POV

Apenas vi a ese niño asomarse en el estacionamiento mi cuerpo entero se inclinó al de mi rizado, iba a dejar en claro que Emilio era mío hasta que dejara de mirarlo como si no hubiera nadie más alrededor, no quería a un adolescente enamorado de mi novio trabajando tan de cerca con él, aun cuando confiaba ciegamente en Emilio y sabía que no tenía ni el menor interés en Carter, no iba a ignorar que el chico existía.

Subimos a la moto rumbo a comprar nuestro desayuno.

Terminamos en un claro a las orillas de ciudad, habíamos pedido dos cafés y cuernitos para llevar con nosotros en un autoservicio, antes de venir aquí, el lugar estaba en mitad de un área boscosa y una vez dentro era difícil ver otra cosa que no fuera vegetación, los árboles eran tan altos que en las puntas formaban un círculo en el cielo, era un lugar precioso.

Encontramos un lugar bajo los árboles donde el sol no nos golpeara directamente y después de comer terminamos tirados en el pasto, el cielo se había nublado considerablemente y debíamos ir a casa a cambiarnos para salir esa noche, pero no quería levantarme, estaba bastante cómodo en el pecho de mi rizado y después de todos esos días sin esto, me sentía celoso de su atención.

Sus manos subían y bajaban por mi espalda, me sentía como si hubiéramos regresado a nuestro primer lugar secreto, en nuestra ciudad natal no había tantos lugares como este, pero Emilio había encontrado un sitio años antes de conocernos, era su lugar secreto cuando era un niño y mientras crecía se convirtió en el único espacio donde no tenía que soportar los constantes regaños de su padre criticando cada aspecto de su vida, al menos hasta que nos volvimos novios y mi habitación formo parte de su escape también.

Claro que mis padres no sabían que lo metía a hurtadillas por las noches para evitar que fuera a esa horrible casa con ese hombre al que no me costó llegar a odiar por lastimarlo constantemente.

Pero por las tarde, después de la escuela, íbamos a un lugar como éste, un prado rodeado por arboles un poco menos altos, pero igual de frondosos, nadie más conocía el lugar secreto de Emilio y cuando lo nombro nuestro me enamore un poco más de él. Fue ahí donde llegamos a conocernos de verdad, con cada conversación era más fácil darse cuenta que la imagen que mi rizado le presentaba al mundo no era la real, el rostro duro y la chaqueta de cuero que lo hacían ver intimidante, eran solo una imagen superficial, en realidad Emilio era dulce, amable, gracioso y romántico.

Mi rizado solo necesitaba a alguien que creyera en él.

― ¿En qué piensas? ―susurró llamando mi atención, levanté el rostro recargando la barbilla en mis manos y observe sus bonitos rasgos.

―En todas nuestras excepciones. ―frunció el ceño confundido y sonreí regresando a mi postura anterior, con el oído sobre su pecho escuchando sus latidos ir acompasados y tranquilos. ― ¿Nunca te has dado cuenta del montón de cosas que estamos dispuestos a hacer solo el uno con el otro? ―susurré mirando la moto estacionada a mitad del prado. ―Como ser el único que puede entrar a tus lugares secretos.

―Lo note hace tiempo, no sé si es porque tuvimos un montón de primeras veces juntos, porque tenemos una larga historia o si solo somos raros, pero hay cosas que no me atrevería a hacer con nadie más. Se siente como profanar algo solo nuestro. ―sonreí estirándome para dejar un beso en sus labios, Dios, si volvía a perderlo iba a doler mil veces más que la primera vez.

―Vamos, tienes que llevarme a mi apartamento e ir al tuyo a cambiarte. ―suspiró pesadamente mientras me sentaba en su regazo a horcajadas, eran la cinco ahora y por el último mensaje que Carlos le había enviado a Emilio, nos veríamos a las ocho.

Mi ExWhere stories live. Discover now