Jugadores

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Joaquín POV

No era la primera vez que nos reencontrábamos, se había vuelto una mala costumbre entre nosotros chocar como imanes sin importar la ciudad, la hora o el evento, aunque creía seriamente que esta vez no era casualidad que Emilio estuviera en una presentación de arte en la misma ciudad donde un día nos despedimos.

Nuestras miradas se encontraban una y otra vez entre la gente, su sonrisa de lado jugaba con mi paciencia y la forma en que mordía mi labio inferior tenía el mismo efecto en él, éramos jugadores, siempre lo fuimos.

Mi cita de esa noche me llamó para ver uno de los cuadros de desnudos, no sabía porque los hombres creían que te volvería loco ver un montón de cuerpos desnudos, la mayoría eran mujeres, eran hermosas, pero claramente no eran mi tipo y al ser estudiante de arte estaba acostumbrado a perderme en las sombras, niveles y tonos de color en cada pintura, no en la erótica de la presentación. Odiaba que me trajeran a galerías para una cita.

― ¿Crees que sean personas diferentes o una sola? ―murmuró refiriéndose a la modelo en las pinturas, fruncí ligeramente el ceño incrédulo de que estuviera haciéndome esa pregunta, había diferentes tonos de piel y figuras completamente distintas en cada cuadro, como podía siquiera pensar que fuera una sola persona.

―Son diferentes modelos. ―respondí con una sonrisa fingida, él asintió mirando fijamente la pintura mientras su mano baja peligrosamente por mi espalda tocando el inicio de mi trasero.

―Si esa mano llega más abajo voy a tener que romperla. ―su aliento choco con la piel de mi cuello, mientras sostenía firmemente el agarré de mi cita detrás de mí, el chico palideció al ver a Emilio y suspiré pesadamente.

―No habla en serio. ―murmuré terminando con mi copa de champaña y entregándosela a uno de los meseros. El chico me miró nervioso antes de volver a observar al rizado a mi espaldas.

― ¿Quieres arriesgarte? ―exclamó burlón, sin tener que girarme a mirarlo sabía que su rostro estaba tan apacible que chocaba con sus palabras. El chico negó alejando su mano de mí con rapidez y me miró consternado.

―Solo vete. ―musité poniendo los ojos blanco, ni siquiera sabía a cual de los dos se lo decía, pero el primero en salir huyendo de ahí fue el chico a mi lado, una vez estuvimos solos Emilio colocó su mano donde antes había estado la de mi cita, le miré con una sonrisa cínica.

―Eres un hipócrita Marcos. ―Emilio me dedico su mejor sonrisa y me guío hasta la siguiente pintura sin quitar su mano de aquel lugar, no era que me molestara, antes habíamos ido mucho más íntimo que eso. ― ¿Debo recordarte que ya no puedes andarme celando en todos lados?

―Te encanta que lo haga. ―respondió encogiéndose de hombros, rodé los ojos y nos detuvimos frente a una de las pocas pinturas con un cuerpo masculino, su mano terminó por rodearme por completo hasta colocarse en mi cintura como hacía mucho tiempo no lo hacía, debía admitir que siempre hubo algo divertido en verlo todo posesivo, era parte de nuestro juego.

Nos conocimos siendo solo adolescentes, fuimos a la misma preparatoria y él era el típico chico rebelde montado en una motocicleta por el que las chicas de la escuela suspiraban y tenían sueños húmedos, hasta que se nos atraparon teniendo sexo en las regaderas y nos suspendieron una semana, y toda la escuela se enteró de ello.

En aquel entonces me encantaba presumirle a todo el mundo a mi sexy novio mayor, tenía quince y él diecisiete, nadie me creía porque claro ¿quién pensaría que el chico que rompía reglas era gay?, aparentemente si no eras un estereotipo de como debía verse un chico homosexual, simplemente no lo eras. Cuando finalmente todo el mundo se dio cuenta que no mentía, no perdí oportunidad de recalcárselos en la cara, Emilio solo me dejaba ser, realmente no le importaba mucho lo que decían a nuestras espaldas.

Mi ExDonde viven las historias. Descúbrelo ahora