Encuentro

3.5K 388 219
                                    

Narradora

Menma se encuentra sentado frente a la ventana, su ceño se fruncia de vez en cuando. Miraba fijamente el ventanal, ve a las personas que cada mes traen provisiones a su casa.

Lo que llamaba su atención era el enorme portón trasero abierto en par en par.

Su cumpleaños diez llegó y no piensa quedarse encerrado como todos los años. Él quería conocer el mundo. Sabía de ante mano que su casa estaba cerca de la cuidad. El ruido, las luces y los enormes edificios que se admiraban a lo lejos lo comprovaban.

Tan cerca y lejos a la vez. Era un niño bueno y no entendía del porque sus padres no lo dejan salir de su hogar.

Esta vez no iba a esperar sentando, él saldría. Llegaba una semana planeando su escape y al ver al guardia volver al interior de la casa fue su señal.

Nueve treinta, el guardia va a la cocina apunta mentalmente.

Menma es listo, sus padres lo volvieron de esa forma. Siempre calculando cualquier movimiento.

A pasos firmes salió de la habitación.  Pasó de largo varios empleados, no les dirigía ni la mirada. Cuando salió de la casa por la puerta trasera se ocultó tras un enorme rosal. Esperando que la doméstica que inspeccionaba la entrega se marchará, no espero mucho cuando eso sucedió.

Era obvio que los repartidores no lo conocían, casi nunca salía de la casa. Cuando pasó a los hombres, estos ni lo notaron.  Y corrió cuando ya estaba afuera.

Juro que incluso el sol brillaba con mayor intensidad.

---¡Joven, Menma! - se sobresaltó al escuchar la voz rasposa de los guardias.

¿Porque lo descubrieron tan rápido? Quizá no noto que uno de los guardias pasaba vigilando en ese momento.

Corrió con toda sus fuerzas, lo que sus pequeñas piernas pudieran soportar. No quería volver, no ahora que un nuevo mundo se levantaba frente a él.

Al doblar la esquina choca con un cuerpo mucho mas grande, sus ojos se cierran por inercia, esperando el doloroso golpe. Pero su cuerpo nunca toca el suelo.

---¿Estas bien? -preguntan con preocupación.

Su cuerpo es soltado y Menma abre los ojos con lentitud, mirando fijamente los ojos ajenos. Que calido es lo primero que piensa cuando sus ojos se centran con los del adulto.

---Lo siento...no me fijé - se disculpa, avergonzado al notar que ha visto mucho tiempo el rostro del rubio.

Muerde su labio inferior con fuerza, si su padre lo viera le daría un golpe en el rostro por mal educado. Pero al volver su vista el rubio le sonríe con amabilidad.

Menma no evita devolver la sonrisa, dudando si lo hacía bien. Ya que sus padres le prohíben sonreír mucho, un verdadero alfa evita mostrar sus sentimientos.

---No te disculpes, solo ten más cuidado -recomienda el rubio.

El azabache nota la simpatía en la voz del rubio. Nunca nadie lo ha tratado de esa forma. No había brusquedad o desinterés. Se siente bien pensó sin quitar la sonrisa.

En el fondo de su corazón deseo que su padre fuera amable como el desconocido.

Asintió con euforia ante lo dicho. Luego como un flash recuerda del porque corría, gira un poco su rostro y nota varios guardias tras él, casi llegando donde se encontraba.

---M-me tengo que ir - se despide de forma rápida y con los nervios picando en su interior.

Retoma su huida pero la voz del alfa rubio lo detiene.

"Mi Alfa"-Legado/2Where stories live. Discover now