La noche que nos conocimos.

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13/07/93

En la gran ciudad, el pelinegro de 7 años se paseaba mirando todo, observando los puestos de comida, los locales de dulces, los de ropa, juguetes, miraba a los demás niños que, a diferencia de él, sí iban con sus padres. El tiempo no existía en ese momento, no le importaba la hora, solo le importaba disfrutar de las vistas.

Los grandes carteles con luces neones que comenzaban a encenderse por qué el sol se ocultaba eran un deleite para el niño. Muy bajo tarareaba "Stayin Alive" ya que ir caminando por la ciudad le recordaba a John Travolta en "Saturday Night Fever" película que su madre y él adoraban, les gustaba como bailaba Travolta en esta, a su padre se le hacían cosas de maricas, Horacio no entendía porqué decía eso si el bailar era satisfactorio, una buena forma de sacar todo lo malo al ritmo de una buena canción.

Un puesto de pizza le saca de todo lo que estaba pensando, no eran pizzas cualquiera, eran pizzas gigantes, según el niño. Observa el precio y mete su mano en su bolsillo del pantalón, ve el dinero que tiene "Me alcanza para una rebanada y para el transporte de regreso a casa, no creo que mami se enoje si no le regreso cambio" piensa. Con una gran sonrisa se acerca al señor mayor que atiende y le da el dinero necesito para comprar la pizza, este amablemente y con ternura se la da, para después observar a los alrededores en busca de los padres del pelinegro.

— ¿Vienes solo? —cuestiona el vendedor.

— Sí. —contesta Horacio presentándole nula atención al señor.

Deja al osito beige que le hacía compañía desde esta tarde en el mostrador y pone atención en la pizza, era más grande que su cara y con trabajo la hubiese agarrado de no ser porque el señor le dió un plato.

— Es peligroso que un niño ande solo a estas horas y en una gran ciudad ¿No te perdiste? —se le ve preocupado, el niño a su parecer lucía muy bien vestido para ser callejero.

— No —sigue sin prestarle atención al mayor, estaba intentando moderle a la pizza, pero no sabía cómo agarrarla — Ay, no puedo. —dice haciendo un puchero.

—Mira ven... —se sale del mostrador para acercarse al pelinegro y llevarle a una de las mesas que habían en el lugar— Toma asiento.

Horacio procede a hacerle caso, el mayor después de sentarse toma la pizza del menor en manos, la dobla a manera de que queda como un taco, pero en vez de tortilla era masa con queso y pepperoni. Horacio mira con curiosidad lo que hace, esperando que no le quite su comida, realmente se le antojaba esa rebanada de pizza.

— Abre grande —  le dice a Horacio, este hace caso y el señor procede a darle la pizza — ¿Qué dices? ¿Te gusta? 

El niño solo asentía con palpable felicidad al tiempo que masticaba la pizza. Estaba disfutando de cada elemento, desde el cremoso queso, el pepperoni salado, la jugosa salsa de tomate y la suave masa que envolvía a los ingredientes anteriores, para el niño esa era la comida más rica que había probado, la comería todos los días sin problemas.

— ¡Me encanta! ¡Quiero más! — exclama una vez termino de masticar.

El señor con una sonrisa le da más pizza. "Que niño tan tierno" Penso el mayor, esperaba no fuera otro niño que intenta aprovecharse de él.

— Ojalá pudierá comer siempre aquí — eboza una sonrisa —  Comería un sabor de pizza diferente cada día. 

— Te hartarías niño, creeme —  deja la pizza en el plato —  A decir verdad no se cómo te llamas.

— Horacio, me llamo Horacio. ¿Y usted? ¿Cuál es su nombre?

— Un gusto Horacio, mi nombre es John y me encargo de atender este lugar desde la 2 de la tarde hasta las 10 de la noche. 

✧ ɪɴ ᴍʏ ʜᴇᴀᴅ ✧Where stories live. Discover now