Lo interrumpí antes que pueda continuar:

—Basta, Derek —le exigí estableciendo contacto visual—. No quiero escucharte.

Dirigí la vista a mi bolso y empecé a sacar mis libros obviando su presencia. Masculló algo que no logré escuchar antes de desaparecer por el rabillo de mi ojo hacia los asientos traseros.

Mientras esperaba que el ordenador se encendiera, oí la silla de mi costado ser arrastrada. Unos labios me tomaron desprevenida y se unieron a los míos en un corto beso que no tuve tiempo de corresponder.

—Hola, guapa —susurró Iker cerca de mi rostro.

—H-hola —respondí entre sorprendida por el arrebato y enfadada aún por el comportamiento del castaño. No me esperaba que Iker hiciera eso.

—¿Pasa algo? —dijo apoyando el codo en la mesa. Parecía ajeno a mi asombro por el repentino contacto. Respiré profundo y forcé la sonrisa más honesta que pude.

—Nada.

Él volvió a mostrarme todos sus dientes y empezó a acomodar su computador. No me di la vuelta, pero podía sentir los ojos de Derek fijos en mi nuca.


El día siguiente llegó y, antes que me diera cuenta, estaba en el coche de Iker de camino a la fiesta de cumpleaños de Chris. No sabía que él también había sido invitado hasta que me dijo para que fuéramos juntos. Al parecer, el cumpleañero conocía a medio mundo e Iker, sus amigos, e incluso Polo y Cata no eran la excepción. Tenía que admitir que me intrigaba esa fiesta ¿Sería igual de alocada que él?

 Tenía que admitir que me intrigaba esa fiesta ¿Sería igual de alocada que él?

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Al llegar obtuve mi respuesta. El lugar era alucinante. Los reflectores formaban patrones de color rojo en las paredes y aros iluminados por bombillas anaranjadas rodeaban el techo. Una gran plataforma donde un DJ bailaba mientras controlaba los parlantes se elevaba en un costado del ambiente. En medio de la pista había una barra circular de la que colgaban cientos de copas al igual que burbujas de vidrio de varios colores. Era increíble y excéntrico... idéntico a Chris, quien al parecer había reservado todo el club. Había más de doscientas personas y solo parecían llegar más. La cantidad de gente era impresionante y agobiante al mismo tiempo.

Iker me tomó de la mano y nos adentramos en busca de Polo. Era la primera vez que lo vería junto a Cata y era algo que no me quería perder por nada del mundo. Mi amigo, siempre puntual, ya estaba adentro en uno de los reservados con muebles azules que rodeaban el espacio.

—¡Monga! —gritó al segundo de verme. Me saludó con un fuerte abrazo al que correspondí de inmediato.

—Iker, él es Polo y ella es Cata —los presente con una gran sonrisa. Polo sabía perfectamente quién era por las largas conversaciones semanales que habíamos decidido tener para jamás perder el contacto y por las estúpidas listas de Liv.

—¡Cata, qué linda! ¿Cómo estás? —comenté saludando a la pareja de mi amigo. Ella siempre había sido una chica pequeña y atractiva. Tenía el cabello oscuro y ondulado. Su piel color morena contrastaba con unos lindos ojos verdes que ahora me veían con emoción.

ALBA © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora