Capítulo 21

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—¿Estás seguro que quieres hacerlo solo?

—Claro que sí. No debe ser tan difícil, ¿verdad?

—No lo sé, hijo... —Lugh se cruzó de brazos, y en su semblante podía verse la preocupación —. Nunca viajaste solo a través de un portal, ¿y si te pasa algo?

—El hijo de la gran diosa debería ser capaz de atravesar mundos sin que nada le pase.

Uno de los Nho, voló sobre la cabeza de Gabriel y cuando estuvo justo encima de él, dejó caer un polvillo brillante que lo hizo estornudar un par de veces. Luego, batió sus pequeñas alas transparentes para ponerse a la altura del rostro de su rostro, y le enseñó un anillo hecho de raíces.

—Un poco de nuestro polvillo tendría que ser suficiente para que puedas ir y regresar si ningún problema. Y además, hice esto para ti, es un amuleto que deberás llevar a dondequiera que vayas. Está hecho con las raíces de una planta mágica, dicen los más sabios que si llevas una parte de esta planta contigo, siempre tendrás buena suerte y estarás protegido.

—Gracias —dijo Gabriel, tomando el anillo, que apenas le cupo en el dedo meñique—. No me lo quitaré por nada del mundo.

—Y recuerda llevar siempre el relicario, hijo —intervino Lugh otra vez — tiene una flor de ataria dentro para que puedas regresar cuando quieras.

—Está bien, mamá. Regresaré pronto. Dile a Mael y a Jigen que cuiden Raanan mientras no estoy —dijo con una sonrisa.

—Lo haré. Ellos dos tienen algunas cosas pendientes que todavía deben resolver.

El pequeño Nho lanzó una flor de ataria al aire, y en un chasquido, ésta se convirtió en un vórtice que desapareció luego de engullir a Gabriel.

Aquel portal lo dejó justo en frente de su casa. Gabriel sentía como si se hubiese subido a una montaña rusa llena de bucles interminables, apenas era la segunda vez que usaba los portales para trasladarse entre mundos, y no estaba muy seguro de poder acostumbrarse a hacerlo. Hasta el momento, la experiencia no había sido del todo buena.

entró a su casa, y cuando encendió las luces sintió que aquel lugar vacío y silencioso ya no era su hogar. No se explicaba exactamente por qué le daba esa sensación, quizás porque al conocer Raanan encontró el verdadero refugio que durante años lo acogió en sus peores momentos.

Subió las escaleras hacia su habitación, y buscó los álbumes de fotos familiares dentro del armario. Su padre solía decir que la mejor manera de revivir un buen recuerdo, era inmortalizándolo de alguna manera. Le encantaba tomar fotos, y el resultado de eso fueron varios álbumes que no solo contenían recuerdos de su niñez, sino que también registraron su crecimiento. Cuando su padre se fue, aquella línea de tiempo pareció detenerse. Ni él ni su madre volvieron a tomar fotos, ni a hacer recuerdos bonitos. Era como si su vida se hubiese detenido cuando cumplió dieciséis años.

Pasó una foto, y otra, su padre aparecía en todas ellas, con una sonrisa brillante y amplia, la que solía tener todo el tiempo. En ese momento a solas con sus recuerdos, Gabriel supo que la visión que tuvo por Rogh solo lo hizo caer en cuenta de lo mucho que lo extrañaba.

Recogió una lágrima traviesa con el dorso del dedo índice y volvió a guardar los álbumes en su lugar, luego, se tumbó boca arriba en su cama, y entre pensamiento y pensamiento, arropado por la comodidad de su cama, acabó quedándose profundamente dormido. Perdió la noción del tiempo con aquella siesta necesaria, ya que no había dormido adecuadamente en varios días.

De repente, un fuerte ruido proveniente de la planta baja consiguió despertarlo. Se sentó en la cama de golpe, y descubrió que tenía la mitad del cuerpo cubierto con una frazada. Miró el reloj en su muñeca, y en ese momento, volvió a escuchar ruidos en lo que parecía ser la sala. Habiendo conocido la verdadera maldad en Raanan, los ladrones eran lo que menos le preocupaba en ese momento. ¿Y si algún aliado de Maedhros había conseguido escabullirse como lo hizo Mael en su momento? ¿Y si Rogh había logrado escaparse y lo había seguido?Todas aquellas ideas rondaron en su cabeza mientras se levantaba de la cama y caminaba hacia las escaleras en puntillas, con el corazón a punto de explotar dentro de su pecho. No podría luchar él solo contra un aliado de Maedhros, ni siquiera controlaba muy bien su magia y tampoco estaba seguro de poder usarla en la tierra.

Raanan: la tierra ocultaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt