31. Rechazo

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—¿Vos crees que va a dar resultado? —preguntó Romina mientras caminaba en círculos, nerviosa, en la oficina de su madre

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—¿Vos crees que va a dar resultado? —preguntó Romina mientras caminaba en círculos, nerviosa, en la oficina de su madre.

—Cuando uno planifica algo, siempre debe tener un as bajo la manga —respondió Roxana.

—¿Y cual es tu as?

—Ya tenemos a la cocinera asustada, así que no va a aceptar la propuesta de Jose Luis, y éste lo único que necesita es un empujoncito para que vea la necesidad de la herencia. Si no quiere casarse contigo le quitamos todos los lujos y comenzamos una demanda por todos los gastos que han hecho desde el fallecimiento de sus padres.

—Pero mamá, ¿no crees que eso ya es mucho?

—¿Mucho? No, yo merezco una parte de esa herencia, me he partido la espalda por más de 25 años trabajando para los Urich, gran parte de lo que ellos tienen lo tienen gracias a mí, solo estoy acomodando las cartas para que pueda cobrar lo que me corresponde, lo que nos corresponde —dijo Roxana con una maliciosa sonrisa en el rostro.

Horas más tarde, Jimena camina nerviosa hacia la puerta principal de la casa de los Urich, estaba asustada, sentía el palpitar de su corazón como si éste tuviera un parlante propio. Toma una bocanada de aire y luego toca el timbre.

—Señorita Jimena, pase por favor, la estábamos esperando —dijo María con una amplia sonrisa.

—¿Cómo esta María? —dijo Jimena tratando de ocultar su nerviosismo.

—Bien, muchas gracias.

—¡Jimena! —gritó Pablito que corrió a abrazarla— te he estado extrañando, te cuento que saqué 100 en mi examen de dictado, y 95 en el mate, solo me equivoqué en una suma, y la profesora dijo que quiere conocerte, así que va a mandar una nota para que vos y Jose Luis vayan juntos a una reunión con ella.

—Jimena —dijo Jose Luis, que estaba muy guapo con una camisa negra resaltaba su intensa mirada. Se acercó a saludarla con un beso en la mejilla.

<<Malditas hormonas>> pensó Jimena al verlo. No sabía si iba a poder decirle lo que debía decirle, no si se veía así de guapo.

—No me dijiste que tenía que venirme elegante —dijo ella, tratando de esconder su nerviosismo.

—¡Pero si ese vestido está perfecto! —dijo tomándola de la mano y haciendo que dé una vuelta para poder observarla.

Estaba hermosa, ese vestido naranja le calzaba perfecto y no era casualidad que lo esté usando. Era su favorito y el de la suerte. O al menos así lo consideraba. Solo ella sabía eso, y solo ella sabía que lo había escogido para esa ocasión. Necesitaba toda la ayuda para mantenerse firme y no romper en llanto.

—Eh, Jose Luis, será que podemos hablar en privado por un momento, necesito discutir unas cosas con vos —dijo armándose de valor.

—Claro pero yo también necesito decirte algo, quería esperar para después del almuerzo, pero si quieres podemos empezar ya mismo. Vamos a la galería —le indicó señalándole con el brazo que ella pase primero.

Ambos salen a la galería y Sofía que acababa de salir de su cuarto con un vestido verde, bien arreglada se acerca a la puerta para escuchar lo que ellos iban a hablar. Pablito la sigue.

—No creo que sea lo correcto que los espíen —dijo María, agachando la mirada.

—El burro hablando de orejas, como si usted no hiciera lo mismo María, no se haga de rogar que usted quiere saber qué es lo que dicen.

—No me gusta, pero por ésta vez haré una excepción.

—Tengo algo muy serio que preguntarte —dijo Jimena tomando aire.

—Yo también —dijo Jose Luis algo nervioso— ¿puedo comenzar yo?

Jimena volvió a respirar profundo. Y antes de que ella le dé una respuesta Jose Luis comenzó a hablar.

—Ayer, con lo de la falsa alarma del bebé, me di cuenta de que si tengo que escoger a una persona a la que debo unirme para toda la vida, la que quiero que sea la madre de mis hijos, que sea mi compañera para toda la vida, es persona sos vos Jimena... —dijo Jose Luis clavándole una penetrante y sexy mirada. Jimena, intentó interrumpirlo, pero él continuó— me he dado cuenta de que el amor es un acto de valentía y también de locura, y desde que te conocí he sido un cobarde por dejar que otros pensamientos dominen mis decisiones. Ayer en medio de la locura de todo eso, comprendí que era momento de ser valiente, por eso quiero proponerte aquí y ahora que rompamos nuestro pacto de solo amistad y creemos uno nuevo, uno dónde además de ser amigos nos permita maravillarnos...

Jimena bajó la cabeza y soltó una lágrima.

—No puedo Jose Luis, no puedo.

—¿Qué? —preguntó él, notó la lágrima que ella estaba derramando. ¿Lo estaba rechazando? Se había planteado esa posibilidad, todo era muy rápido y acelerado, cualquier mujer en su sano juicio haría eso, pero pensaba que ella era diferente, creía que Jimena sentía lo mismo que él por ella. Jose Luis le dio la espalda a Jimena, estaba molesto, pero no con ella, estaba molesto con sus padres por haberlo arrinconado a todo esto.

—Hoy por la mañana me visitaron Romina y Roxana a mi departamento... vinieron a advertirme sobre vos.

—¿Sobre mí? ¿Por qué? —dijo mirándola nuevamente, ahora asombrado.

—Me dijeron que tienes unos crímenes financieros y que si vos y yo nos casábamos sería solo para recuperar la herencia y que puedas camuflar esos crímenes y eso está penado por ley, los dos iríamos a la cárcel y Pablito, Pablito a un hogar.

—¿Qué? —dijo José Luis confundido.

—Lo siento, no puedo, no puedo casarme con vos —dijo mordiéndose el labio superior en un intento de evitar que más lágrimas cayeran de sus ojos.

—¿Pero de dónde sacaron una idea semejante? ¿Yo? ¿Fraude? Pero si no tengo absolutamente nada que ver con las empresas —dijo sorprendido.

Pablito que estaba escuchando todo con su tía, abrió la puerta.

—No quiero irme a un hogar, mi hogar son ustedes.

—Tranquilo Pablito —dijo Jimena abrazándolo, quien no soportó más y las lágrimas desbordaron de sus ojos— no voy a dejar que nada de eso pase —dijo tomándole del rostro para besar la frente.

—Ya vuelvo, tengo que ir a hablar con Roxana —José Luis entró molesto y presuroso a su casa.

Mientras buscaba la llave del auto de su bolsillo, sacó una pequeña caja y la dejó sobre la mesa.

Sofía y María se fueron a abrazar a Pablito. Ese momento que debía ser de felicidad, de pronto tuvo otro sabor.

 Ese momento que debía ser de felicidad, de pronto tuvo otro sabor

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Cansada de besar saposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora