30. La visita

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—¡Felipe! ¡Felipe espera!

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—¡Felipe! ¡Felipe espera!

—¿Si Chef? —preguntó dando la vuelta, con la bandeja por encima de su cabeza.

—Hay un tiramisú desarmado, dame que te lo cambio —dijo Jimena, revisando que el resto de los postres estén en perfectas condiciones antes de que estos salgan de su cocina.

Había tenido una larga y agotadora noche, pero estaba contenta, todo había salido muy bien. Jimena, exhausta se había dejado caer en una silla.

¡Vaya día! ahora podía volver a pensar en los que había sucedido por la tarde. Sonrió para sus adentros. Sonrió porque se dio cuenta que el final, puede ser el inicio de algo mejor.

Todo parece estar predeterminado, encajaba a la perfección. Ella terminó con Emanuel el día que accidentalmente conoció a Jose Luis. Suspiró, no pudo evitarlo, suspiró recordando cada momento que había pasado con Jose Luis. Eran pocos y contados, pero cargados de significados, aunque parecía salir del guión de una tragicomedia, de alguna forma le hacía sentir bien. <<Estuvimos apunto de darnos un beso>> pensó, y sonrió bajando la mirada.

Felix, su jefe golpea una de las ollas y la hace saltar del susto.

—Muy bien, he recibido muy buenos comentarios sobre ésta noche. Pueden irse a descansar —dijo en voz alta, y luego hablándole solo a ella— y tómate el día de mañana libre.

—Muchas gracias señor —dijo Jimena exhausta.

Jimena tomó sus cosas y salió del lugar junto a Catalina que se quedó a dormir con ella. No tardaron mucho en caer dormidas por lo agotadas que estaban.

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Al día siguiente, Pablito ya estaba cambiado con el uniforme del colegio, Sofía estaba lista y Jose Luis no dejaba de dar vueltas caminando.

Pablito y Sofía estaba desayunando. Llega María.

—Buenos días, buenos días, ¡pero qué milagro más grande, están todos listos! —excamó María con sorpresa.

—Buenos días María —dijo Pablito— hoy vamos a hacer algo muy importante.

—Qué bien, me alegro. Está usted bien joven Jose Luis, lo veo algo nervioso.

—¿Algo? —preguntó él, mordiéndose las uñas.

—Bueno, estaba intentando ser amable, ¡otra vez con esa fea manía de comerse las uñas! ¿Qué es lo que le pasa?

—Es que le va a pedir a Jimena que se case con él —dijo Pablito.

—No es bueno estar jugando con el corazón de las mujeres, no puede estar comprometiéndose con una y después con otra, y después volver con la primera.

—María, ¿quiere continuar con su trabajo? —preguntó Sofía.

—Claro señorita.

—Bueno, entonces cállese.

Cansada de besar saposWhere stories live. Discover now