6. Nerviosismo que ataca

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Esa misma tarde, Francisco, el inversionista, llamó al restaurante para indicar que vería a Jimena en otro de sus restaurantes

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Esa misma tarde, Francisco, el inversionista, llamó al restaurante para indicar que vería a Jimena en otro de sus restaurantes.

Al llegar, Jimena preguntó por Francisco. Le indicaron que aún no había llegado. Dejó indicado  que estaría en una de las mesas de adentro, pero que primero pasaría por el baño.

El pie le seguía molestando, así que caminaba lento. No era tan grave, es decir, no necesitaba ir al médico, pero sin duda aún le molestaba.

Al mirarse al espejo, al verse a los ojos recordó a José Luis, y sin darse cuenta una leve sonrisa se dibujó en el rostro de Jimena.

Pensó que haber encontrado a ese chico y que la cargara de esa forma, era lo más lindo que le había pasado en meses, y esos ojos, daría lo que fuera por volver a ver esos ojos, tan llenos de vida y esos labios y sonrisa tan perfecta.

—Jimena, no te olvides que estas profundamente enamorada de Emanuel, que no te estén brillando los ojos por otra persona ¿no? —se dijo a sí misma.

Al salir caminó hacia la mesa. Sacó la computadora y se puso a ordenar unos papeles. Estaba un poco nerviosa. Necesitaba el apoyo de Francisco para abrir su propio café Gourmet y así cumplir su sueño más preciado. Le encantaba trabajar en el restaurante, pero quería algo propio, algo que no la tenga trabajando por las noches hasta tan altas horas, algo que le permita llevar una vida un poco más normal. Le encantaba la cocina, de eso no tenía la menor duda, pero montar su propio Café Gourmet había sido su sueño de siempre y siguiendo la lógica de su abuela <<Los sueños hay que perseguirlos hasta alcanzarlos>>  era momento de comenzar a perseguirlo.

Pasaron unos dieciocho minutos de espera, y Francisco aún no llegaba. El refresco que había pedido ya se había terminado, y con lo nerviosa que estaba lo más probable era que le den ganas de ir al baño nuevamente y justo cuando Francisco llegase, así que se puso de pie para dirigirse al sanitario.

No quiso demorar demasiado, esta clase de oportunidades (hablar con uno de los inversionistas más grandes y exitoso del país en el tema gastronómico) no se dan muchas veces, así que sabe que no puede desperdiciar la oportunidad.

Al salir del baño y dirigirse a la mesa, vio la espalda de un hombre que le parecía familiar. Estaba sentado en las mesas exteriores del restaurante, besando eufóricamente a una joven y rubia muchacha. Jimena siguió caminando hacia su mesa sin desprender la mirada de la pareja. Había algo que hacía que sus palpitaciones se aceleren. Tomó el celular e hizo una llamada. Rogaba internamente estar equivocada. Antes de llegar a la silla, le desviaron la llamada.

—¿A quien espías? —le preguntó curioso Francisco al llegar.

Jimena dió un salto por el susto y terminó rompiendo el vaso vacío que tenía delante. Aunque estaba esperando a Francisco, en ese momento toda su atención estaba en otra cosa, específicamente en otra persona. En concreto, en confirmar la identidad de la persona de la otra mesa.

—Dios mío, que torpe que soy —dijo intentando disculparse. No pudo evitar ponerse tan roja como un tomate maduro.

—Tranquila, fue mi error, no debí haberte asustado así. Vamos afuera. —dijo él.

—¿Afuera? —preguntó nerviosa.

—¿O prefieres acá adentro? Donde te sientas más cómoda, me interesa ver tu proyecto.

—Ehh, adentro, por favor —respondió. No podía dejar de observar de reojo a la pareja.

Se cambiaron de mesa. Jimena se sentó de espaldas a la pareja para no tener la tentación de mirar hacia allá, y así poder concentrarse a lo que vino a hacer. Era uno de los momentos más importantes de su carrera, o al menos un momento con el que ha estado soñando durante mucho tiempo, y no podía dejar que una simple sospecha lo arruinara todo.

Comenzó a mostrarle el proyecto al inversionista. Quien tomó los papeles y procedió a revisarlos uno por uno.

De pronto todas las sospechas se confirmaron. El joven que estaba sentado en la mesa de afuera ingresó para pasar al baño y en ese precioso momento, cuando Jimena  reconoció su rostro, su mundo se vino abajo.

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¡Hola! Espero que les vaya gustando.

La historia está un poco corta, pero los días de actualización serán los martes, jueves y sábados.

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Un abrazo.

Cansada de besar saposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora