"Eres un escape de mi vida"

31K 1.8K 188
                                    

Beth

Mi sonrisa es bastante notable, sin embargo la cara de Segal dice: «estas muerta».

La idea de venir a su casa había surgido al llegar a mi departamento, por mi gran suerte mi auto es automático y puedo conducir. Querer una disculpa es una excusa más para verle.

—¿No me vas a invitar a pasar?—cuestiono sonriendo ya que solo se queda en silencio. Se encuentra sin camisa dejándome ver sus perfectos abdominales por otra vez más y hacerme babear interiormente.

—No.—va a cerrar la puerta en mi cara pero pongo mi mano impidiéndolo.

—Permiso.—no esfumo mi sonrisa, parezco estar cabreandolo mas de lo normal.

—Maldita sea, sal de mi casa, ahora.—masculla y me muerdo el labio inferior.

—No antes de que te disculpes conmigo.

—No me voy a disculpar contigo.

Empiezo a caminar por el pasillo y veo una de las paredes abiertas, el sigue mirándome atónito y le miro de pies a cabeza con una sonrisa picara.

—¿Estabas entrenando?—pregunto dándome la vuelta para restarle importancia a mi mirada y a mi sonrisa, entro a la habitación.

—¿Por qué mierda caminas como la dueña del departamento?—exclama molesto.

Le doy la vuelta al saco mirándolo y lo acaricio, Segal me mira impaciente. Me lamo los labios y con mi brazo derecho que no está lastimado le doy un golpe liviano, pero no logro moverlo ni un poco y me lastimo.

—¡Auch!—me quejo, Segal rueda los ojos.

—Lastímate el otro brazo y cúlpame de nuevo.—dice con sarcasmo. Hago una mueca arrugando la nariz.

—Solo tenía curiosidad.

—Debes usar guantes.—explica irritado.

—Entonces dame unos.

Rueda los ojos y camina hacia mi tomando unos guantes de una repisa, me los pasa y sonrío. Meto mis manos en los enormes guantes color negro, con unas rayas en rojo, me pongo en posición imitando ser una boxeadora y luego simplemente le doy con mi mano derecha, igual me lastimo. Segal no puede evitar escapar una sonrisa.

—Igual duele.—hago una mueca moviendo mis muñecas.

—Porque el boxeo no es para niñas.—rueda los ojos por tercera vez.

—¿Acaso me esta llamando niña, señor Segal?—arqueo mis cejas y me acerco a él.

—Te estoy llamando exactamente lo que eres.—me guiña un ojo.

—Yo también puedo pelear, señor Segal.—le desafío y estalla en una ronca carcajada.

—Por supuesto que sí.—no quita el tono sarcástico.

—¿Me crees incapaz?—arqueo mis cejas y le doy un golpe en el abdomen, no con total fuerza pero si suficiente. El sin embargo ni se inmuta por aquello y me mira serio. —Vamos hombre, pelea.—le animo sonriendo y le doy otro leve golpe, ahora en el brazo.

—Sabes que estas poniéndote en ridículo.

Resoplo y me quito los guantes.

—¿Qué haces aquí Previtti? Esta mas que claro que la disculpa es una excusa.—dice serio, ¿cómo lo sabe?

—¿Estas diciendo que quería verte?

—Tienes que entender que debes mantenerte alejada de mí, ¿por qué te es tan difícil?

Shades Of Cool {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora