Los mortifagos daban sus excusas a su lord, pero este no tenía intención de escucharlos y con un movimiento de su mano, todos ellos se apartaron y Narcissa pudo intervenir a tiempo para alejar también a Draco de la vista del Lord.

Ahora el trio de oro estaba por fin cara a cara con el monstruo que había sido parte de sus pesadillas desde que tenían once años y sin varitas o algún plan, el único resultado posible para aquel encuentro seria la muerte.

– ¿Qué es lo que tenemos aquí? Una sangre sucia, un traidor de la sangre y Harry Potter – sus labios se curvaron hacia arriba en una espantosa sonrisa – ¿Qué le ocurrió en el rostro?

– No lo sabemos – habló uno de los carroñeros – ya estaba sí cuando lo encontramos.

El lord miró con sus espeluznantes ojos rojos a Hermione, quien intentaba mantener la compostura, pero su cuerpo la traicionaba al temblar del pavor.

– una maldición punzante, un buen intento pero no lo suficiente – cambió de objetivo, dirigiéndose ahora al mestizo de ojos esmeralda – ¿ya has terminado de jugar? – preguntó, mirando con sus amenazadores ojos rojos a los tres jóvenes que estaban arrodillados frente a él. Pero de los tres solo uno comprendía el significado de sus palabras.

Harry sonrió y alzó por fin su cabeza para mirar a los ojos al heredero de Slytherin.

– ¿Qué hay de ti? ¿No te has aburrido tú también de este juego? – comentó con diversión, para incredulidad de sus dos amigos y de todos los mortifagos que los rodeaban.

El lord de la oscuridad alzó su varita apuntando al pecho del niño que vivió y una sonrisa idéntica a la de su némesis decoró su rostro serpentino.

– No puedo aburrirme de algo que he ganado, has perdido Potter – el azabache bufó viendo que seguiría el juego hasta el final, aunque no podía quejarse demasiado, después de todo él fue quien lo convenció de realizarlo en primer lugar.

Escuchó las risas de los mortifagos que los rodeaban, pero toda su atención estaba puesta en el hombre frente a él.

– Entonces hazlo – dijo retadoramente – acabemos este juego de una vez por todas.

Voldemort había esperado esas palabras desde hacía mucho tiempo y no dudó en cumplir su petición arrojando el hechizo directamente sobre el chico. Más no fue el verde corrupto de la maldición asesina, sino un color blanco como la nieve el que golpeo el cuerpo del adolecente.

Las sogas que lo habían atado desaparecieron y por reflejo acarició sus muñecas, iba a tener esas marcas irritantes por bastante tiempo. Cuando volvió a levantar la cabeza sus ojos habían cambiado del verde esmeralda a un azul tan frio como el hielo y las heridas que la marcha por el bosque había dejado desaparecieron de su piel.

– Eso debería estar mejor – Harry asintió agradecido de ya no tener esos raspones ni marcas.

Los servidores de Lord Voldemort no podían entender que era lo que estaba sucediendo, ¿no se supone que su lord quería a Potter muerto? ¿Por qué lo había curado? ¿Y qué le había ocurrido en sus ojos?

El muchacho miró a sus compañeros que aún estaban atados y les sonrió como si hubiese hecho una travesura desconcertándolos aún más. Luego giró su cabeza hacia el lord una vez más, mientras su mano se inmiscuía en el bolsillo de su pantalón mugriento en busca del único objeto que los carroñeros no le quitaron cuando los atraparon.

Cuando Harry sacó el guardapelo de Salazar Slytherin completamente intacto y Ron habló por fin:

– ¡¿Harry que crees que estás haciendo?! ¡Se supone que habíamos destruido esa cosa! – gritó mientras se sacudía violentamente, pero sus palabras cayeron en oídos sordos.

ENDWhere stories live. Discover now