Menma

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Narradora

La mañana era fría y el pequeño azabache apretaba con fuerza su conejo de felpa. Su alarma sonaba con desesperación y él solo quería cubrir sus oídos para detener el sonido.

Quería seguir en la cama junto a su mejor amigo, su pequeño conejo azul, el único regalo que un bonito niño le regaló. No tenía juguetes, ninguno, sus padres decían que no debía perder el tiempo.

---¡Menma! -grita su madre al otro lado de la puerta.

Se altera y esconde a cody bajo el colchón, si su madre lo ve podría romperlo.

---Voy mami -avisa y baja de la cama con rapidez, apaga su alarma y comienza a quitar su pijama.

Una mujer pelirroja entra con el ceño fruncido, ve al pequeño quitarse la ropa y no dice nada. Va directo a su closet y saca la ropa que usaría el día de hoy.

El sol no se ha asomado y el pequeño sabe que es muy temprano, justamente las cinco con treinta. Ese era su horario desde que tiene memoria, con apenas ocho años sabe que tener privilegios en su hogar no era una opción.

--- Te has atrasado cinco minutos, Menma, tu padre se molestará -dice la mujer mirándolo fijamente.

Él niño asiente y se adentra al baño para tomar una ducha. Su tamaño le impide hacer todo rápido y eso molesta a su madre.

---¡Rápido! -grita.

El azabache asiente con temor. No le gusta que su mamá le grite. Tampoco quiere llorar o su padre le dará una paliza.

Pasan los minutos y sale ya listo de su habitación, a las seis ya está tomando su desayuno, su mirada es baja ya que su padre odia que lo miren directamente.

---Menma - lo llama el hombre.

El azabache levanta la mirada con timidez y eso molesta al mayor.

---¡Odio esa estúpida mirada tuya! -grita.

Con esa ya son dos veces que le gritan  y apenas la mañana empieza.

---L-lo siento -se disculpa.

---¡No me gustan tus tartamudeos! -el azabache solo se limita a asentir.

No tiene caso responder a su padre.

---Tu maestro de inglés vendrá hoy y espero, por tu bien, que pongas atención -amenaza el rubio.

---No...no te defraudare, padre -responde sin mirarlo.

---Eso espero. No pienso dejar mi empresa a un mocoso inútil -dicho esto el rubio se levanta de la mesa.

Su madre sigue en su puesto, sin decir nada, como una omega sumisa. Él es un alfa. Eso le ha dicho su padre. El niño apenas endiende eso de alfa, omega y beta. Su cabeza se centra en números y nada fuera de eso debe ser de su atención.

---Hijo. Reconoces mi olor ¿cierto? -pregunta la omega cuando se quedaron en silencio.

El niño asiente. Su madre huele a jazmines y su padre es como a roble. No le agrada como huele su padre, no es nada paternal y le asusta. En cambio su madre, en cierta forma, le agrada su dulce olor.

---Mami...yo...¿cuándo puedo salir? -pregunta con timidez.

La mujer lo observa y niega al instante.

---Menma, no es bueno que salgas, no por ahora -responde sin observarlo.

---Pero...

---Silencio -ordena la mujer.

"Mi Alfa"-Legado/2Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt