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Un adormilado Daehyun bajó por las escaleras, llevaba una camiseta negra y un pantalón corto que dejaba al descubierto gran parte de sus piernas. Su cabello entre castaño y ceniciento, que una vez más llevaba demasiado largo, se encontraba desordenado sobre su rostro hinchado. Sungguk dejó de prestarle atención al noticiario central para sonreírle desde el sofá, sostenía un plato de comida y los palillos.

—¿Dormiste bien? —por lo menos así lo parecía.

Daehyun musitó algo que Sungguk no logró entender, luego bajó los escalones restantes y fue hacia él. Moonmon lo siguió con el pelaje tan desordenado como el del dueño.

—¿Quieres comer ahora? —ofreció.

Mientras se subía por el costado del sofá y pisaba los cojines hasta acomodarse detrás de Sungguk, negó con un chasquido de lengua. Entonces, se deslizó en ese espacio pequeño entre el respaldo y la espalda de Sungguk. Colocándose en cuclillas, Dae lo abrazó. La mejilla del chico se restregó contra la parte posterior de su cuello.

—Extrañé a Sungguk —susurró contra su oído, con voz baja y melosa.

—Solo estabas durmiendo —se rio.

—Pero Sungguk no estaba cuando desperté.

Sungguk puso los ojos en blanco con buen humor y se llevó un pedazo de cerdo enlatado a la boca.

—¿Te sientes mejor?

Hacía unos días que Dae andaba extraño, se comportaba algo consentido, melancólico y muy cariñoso. También estaba algo volátil, por lo que no se había tomado demasiado bien la noticia de que esa noche tendría que dormir solo, ya que Sungguk tenía turno nocturno.

—No, y Sungguk sabe... —se quejó Dae.

Sí, definitivamente no se lo estaba tomando bien.

Como Moon Daehyun era astuto como un zorro y un genio para salirse con la suya, esa mañana Sungguk había guardado sus llaves en un lugar seguro por si a Dae se le ocurría esconderlas. La despensa de los productos picantes era el lugar perfecto para alguien que no soportaba ese tipo de comida. Sungguk también podría ser un genio si así se lo proponía.

—Sabes que tengo que trabajar —recordó con amabilidad.

—Pienso que Sungguk no podría ir a trabajar si no puede encender su camioneta.

Sungguk se rio y le dio otro bocado al cerdo enlatado.

—Previne esta situación.

—Pero Dae sabe que las llaves están en la despensa de la comida picante. Sungguk no sabe esconder las cosas.

Los palillos de Sungguk quedaron a medio camino de su boca.

—Dae, realmente tengo que ir a trabajar.

El chico suspiró contra su cuello, lo abrazó por la cintura.

—Yo sé.

—Solo serán unas horas, como siempre que me toca turno

—lo consoló acariciando sus manos—. Ya verás que te irás a dormir y cuando despiertes, estaré contigo.

—Pero Dae quiere a Sungguk al dormirse y al despertarse, no solo al despertarse.

Sungguk se llevó un bocado de arroz a la boca, intentando restarle importancia a sus súplicas porque Seojun se lo advirtió: si lo consentía y le daba todo lo que quería, Daehyun no terminaría nunca por adaptarse a esa sociedad caracterizada por ser fría e indiferente. Dae debía aprender que Sungguk no estaría siempre para él. Tarde o temprano llegaría el día que Dae tendría que partir y Sungguk necesitaba que estuviese preparado.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora