Capítulo nueve: "Gracias por escucharme"

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El regresó a casa fue eterno, Max no dejaba de hablar de todo lo que había hecho en el día, las bienvenidas que le habían hecho y los grandes entusiasmos que tenían. Derek, se había regresado caminando ya que su automóvil no funcionaba, no insistimos en llevarlo. Él ya se había ido.

—Yo en tu lugar, aprovecharía la preparatoria —me dijo Max preocupado.

—Lo hago, solo que a mi manera. —Respondí.

—He escuchado que todos te tratan bien —sonrió de oreja a oreja.

—Creo que fue por tu influencia —No puse atención en su respuesta.

—Hermana, me preocupas, puedo ayudarte hacer amigos. No tengo ningún problema en hacer eso —propuso, estacionándose.

—Nada de eso —apreté los puños, evitando un grito ahogado—. No necesito amigos ni nada de eso, Max. No necesito tu ayuda, y tampoco tus consejos. Ya me cansé de depender de ti, quiero poder hacer algo por mí misma, y no que mi hermano me rescaté en el intento.

Su expresión cambio, esa sonrisa que traía en el camino cambio a un rostro triste, estaba dolido. Traté de disculparme, pero las palabras no salían, bajo la mirada, decepcionado.

—Lo siento —Me lamenté, sentía mucha culpa.

—Solo fuiste sincera. —Levantó la vista, con expresión endurecida—Gracias por aclararlo. —Abrió la puerta del auto—Ya no me entrometeré.

—No quise decir eso… —comencé, evitando un sollozo.

—Fuiste demasiada clara, Samantha. Y eso es válido, lo único que quería es ayudar a mi hermana.

—No tienes que tomar las cosas de esa manera —aclaré, reprimiendo las lágrimas.

Maldita sea, me estaba metiendo en problemas. Pero el rostro de mi hermano no cambiaba, seguía igual. Me torturaba yo misma, es me ganaba hiriendo sus sentimientos.

—¿Qué… dices? Samantha, no estoy para tus bromas. Todo lo que querías decirme ya salió a la luz.  Ya no necesitas decir más

—Pero Max…—se bajó del auto.

—Jódete, Sam —cerró la puerta de un golpe.

Estaba molesto, triste, destrozado. Esperé en el auto con lágrimas en el rostro, me aburrí de llorar, me las limpie y entré minutos después de él. Mi madre estaba en la casa, estaba sentada frente al televisor con su bata de baño. Me vio entrar y clavó sus enormes ojos sobre mí.

—¿Qué sucedió con tu hermano? —La miraba con nerviosismo.

—¿A qué te refieres? —pregunté inocentemente, dejando a un lado mis cosas.

—No te hagas la tonta, —subió el tono de su voz—¿y bien? Entró como una furia que hasta a mí me asusto.

Evité mirarla, vaya instinto maternal. Sabía cómo hacerme sentir mal solo con su mirada.

—Samantha… —pronunció mi nombre en un tono tan severo, esperando respuesta.

—Lo hice sentir mal —dije por fin, desviando la mirada nuevamente.

—¿Y te refieres? —continuó preguntando, sí que era curiosa. Pero era mi madre, nuestra madre. Tenía el derecho de saber, o no.

—El me propuso ayudarme hacer amigos, pero estoy cansada de estar bajo la influencia de mi hermano. En la preparatoria me conocen solo como su hermana —me ahogué con mi propia voz, por lo rápido que explicaba las cosas—, quería hacer algo por mí misma, pero herí sus sentimientos y ahora me odia.

¿Hacemos un cambio? |Sin editar.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz