Extra 9

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Jeon Jiwoo y Jeon Soobin, 5 años de edad.

Acurrucada contra el pecho de Jimin, olfateando, buscando algo para poder succionar y comer, la recién nacida Jeon Eunbi sollozó levemente al no encontrar nada.

—Oh, amor. La leche te la debo —Jimin río por su propio comentario.

La pequeña llevaba apenas tres horas de nacida y Jimin no ha parado de hablar, cosa que es mala, le iba a doler el doble al momento que tuviera que pararse para caminar. Nació con poco mas de 3 kilos, era más grande de Jiwoo cuando nació, tenía la cara más regordeta y las mejillas rosas por el esfuerzo que hacía para no llorar. Tenía bastante cabello, en un tono oscuro como sus ojos. El doctor dijo que no había de que preocuparse, era normal que la bebé naciera así, ya después se desarrollaría el color de los orbes.

La puerta se abrió, dejando ver a un Jungkook cargando a Soobin en sus brazos, el niño tenía la cabeza recostada en el hombro del mayor, y con el dedo pulgar dentro de la boca. Por detrás, Jiwoo entró caminando con una sonrisa en el rostro.

—Los trajo mi mamá. Dijo que Soobin estaba muy asustado y no paraba de llorar. Ten, me lo dieron ahí afuera —Jungkook le tendió un biberón con 2 onzas de leche.

Jimin lo tomó, llevándolo directamente a la boca de la niña.

—¿Te quieres acercar? —preguntó el azabache a su niño en brazos, éste negó— No te hará nada.

El gemelo menor ya estaba sentando a un lado de Jimin, hablando con él sobre Eunbi, le preguntaba si pesaba, si ya había dormido o si lloraba mucho, el castaño contestaba todo lo que su hijo le cuestionaba.

—¿No va a llorar? —Soobin preguntó un poco asustado, no quería asustar a su hermanita y menos hacerla llorar, quería ser un buen hermano mayor.

—No, amor. A menos que hagas mucho ruido y se asuste. Pero tu no eres ruidoso —aseguró Jungkook.

El mini Jungkook bajó de los brazos de su padre y se acercó con cuidado por el lado contrario que Jiwoo, aún con el dedo en su boca.

—Soobin, ese dedo —dijo Jimin con dulzura. El niño retiro del dedo de su boca—. Acércate, amor.

—Jimin, no debes hablar, lo sabes —regañó Jungkook. El castaño hizo un puchero falso, el cual Jeon besó.

Soobin acercó sus dedos a las manos hechas puños de su hermanita, sintiendo la suavidad extrema de ellas. La pequeña reaccionó al tacto y comenzó a tantear con movimientos robóticos.

—No te puede ver —informó el mayor—. Se siente insegura, sigue tocándola, se acostumbrará a tu tacto.

—¿No ve? ¿Es ciega? —Jiwoo se alarmó.

—Si ve, pero cosas que estén cerca. Por ejemplo, a papi Minnie si lo ve.

—¿Así ve mi mano? —el gemelo menor puso una mano cerca de la cara de la recién nacida.

Jungkook rió, negando la cabeza.

—Sí, así si.

Una enfermar algo vieja entró a la habitación con una cámara, interrumpiendo el momento familiar.

—Perdón, pero las madres de ustedes me rogaron que les tomara una foto a todos juntos.

(...)

Jeon Jiwoo y Jeon Soobin, 6 años de edad. Jeon Eunbi 6 meses de edad.

Seis meses después, los gemelos ya tenían 6 años, y la pequeña Eunbi ingería comidas un poco más sólidas. Tenía el cabello igual que Jimin y Jiwoo, la piel canela como Jungkook y los ojos... Eran color miel, y casi por el centro se hacían verdes. Los doctores informaron que era un pequeño padecimiento de heterocromía, pero que todo estaba bien.

—No, Eunbi. Las niñas buenas se quedan quieras cuando las peinan —Soobin peinaba el cabello de la bebé y ella no se dejaba.

—Tranquilo, todavía es pequeña para entender.

Soobin se rindió y dejó el cepillo a un lado. Mejor seguía viendo la película.

La princesa y el sapo se hacía ver en la pantalla plana de la sala por milésima vez. Jungkook y Jiwoo no estaban, habían ido a las clases de fútbol del castaño menor. Eunbi comenzó a aplaudir con sus manitas cuando el cocodrilo, en la película empezó a tocar la trompeta.

—Soobin, amor, ven.

—¿Qué pasa? —se acercó a su padre, recostándose en su pecho.

—Nada. Sólo quería abrazarte.

—Hmmm.

Para Jimin, Soobin era su favorito al momento de abrazar, era el único de sus hijos que se dejaba querer, Jiwoo odiaba que lo abrazaran a menos que se sintiera triste o lastimado. Eunbi quería estar en todos lados menos en los brazos de sus padres.

Para cuando dieron las 7 pm. Soobin y Eunbi estaban acostados, durmiendo cada quien en su respectiva cama/cuna. Jungkook y Jiwoo llegaron con un poco de pollo y verduras al vapor, hechas por Jungkook en el restaurante. Jimin bañó a su sudoroso hijo y lo alistó con su pijama para que pudiera bajar y cenar.

Dos horas después. La pareja se abrazaban, besaban y susurraban cosas al oído. Sólo tenían estos momentos para ellos, por el trabajo y los niños, pero no se quejaban, estaban bien con eso. Disfrutaban tener a sus tres hijos en casa, dos corriendo, gritando y una tratando de llevarles el paso a gatas. Se sentía bien compartir momentos con los tres demonios durmiendo a unos metros de ellos.

Jimin no podía pedir más, estaba totalmente completo. Tenía más de lo que alguna vez quiso. Y aunque lo negará, siempre estaría más que agradecido con Jungkook por ofrecerle ser el padre de sus hijos. Le debía mucho a el azabache y aún no sabía como pagarle.

—Te amo —murmuró Jimin sin pensarlo dos veces, porque en verdad lo sentía.

Jungkook dejó de besar sus clavículas, alanzado la mirada, viéndolo a los ojos, río bajito y murmuró:

—También te amo —besó sus labios una vez más.

—Gracias.

—Tranquilo, amor. Estamos a mano —negó con la cabeza, restregando sus narices en un movimiento tierno.

El menor acomodó su cabeza en el pecho tatuado de su esposo, buscando su calor y cercanía, sintiendo las vibraciones de cuando él hablaba, contándole como le había ido en su día y Jimin le oía atentamente.

Con la ronca y suave voz de Jungkook, cayó en sueño profundo, sonriendo. Agradecido por la vida, familia y amigos.

The End.

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𝐵𝑎𝑏𝑖𝑒𝑠 𝐹𝑜𝑟 𝑀𝑖𝑛𝑛𝑖𝑒 ❁𝐾𝑜𝑜𝑘𝑚𝑖𝑛❁Where stories live. Discover now