El bandido del desierto y el joven del sol naciente.

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—Sea lo que sea, este hombre no tiene la culpa, Atem. La maldad ha corrompido el alma de otro para utilizar a su prójimo —su maestro tenía razón. No podía dejar de lado a la familia del guardia.

Apretó los puños, estaba siendo egoísta. Se había esmerado tanto en encontrar un culpable que durante día y medio no se preocupó por el inocente que había muerto a causa del bandido e incluso lo culpaba de atacar a Yugi. Las lágrimas se le salieron de los ojos, no dejaba de ser humano, tenía miedo de lo que pudiera pasar.

—No es tarde para aclarar las cosas —el viejo se levantó de su silla y en silencio caminó hasta salir. El moreno se quedó parado, intentando calmar sus emociones.

—¿Por qué la sangre de Yugi anuló el efecto? —Atem sabía que el único capaz de resolver esa pregunta sería su maestro. El mayor detuvo su andar.

—El tiempo te lo responderá, recuerda que no estás solo —siguiendo su camino dejó a su faraón solo.

¿Hace cuanto que no lloraba? Un rey no debería llorar, o al menos eso había escuchado el día en que su padre le habló sobre su madre. La última vez que derramó lágrimas había sido solo, la noche del día de su nombramiento. Después su mente se había envuelto en un fino velo, ocultando el dolor con la misión de proteger a su pueblo, aquella tela le desviaba la vista fuera de esa herida.

Si no está, si no lo pienso, si no lo veo, no existeeso se susurraba el mismo, o su mente, no sabía con certeza, pero aquello lo mantenía a salvo.

—Hey! Wake up —una voz graciosa le hablaba en su sueño, algo lejana—

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Hey! Wake up —una voz graciosa le hablaba en su sueño, algo lejana—. Wake up, wake up!

Aquel sonido se hizo más claro, Yugi estaba seguro de que lo tenía al lado. Con mucha dificultad abrió los ojos, la vocesita no se callaba, repitiendo lo mismo. El techo, el aroma del lugar. La sorpresa lo hizo levantarse de golpe, provocándole una punzada en el costado. Se miró la mano, el abdomen, la pierna. Nada. Sin heridas pero, por alguna razón un dolor fantasma se hacía presente. Apagó el despertador en forma de dragon negro y ojos rojos. Había regresado a su tiempo. Nada había cambiado, ni siquiera su ropa. Levantándose con cuidado de su cama se miró en el espejo del baño, se pellizcó y lavó la cara. Todo parecía ser muy real, sí estaba en su tiempo.

—Atem... —¿qué había pasado con él? ¿y su cuerpo? ¿había muerto y por eso regresó? Muchas preguntas, cero respuestas.

El reloj en la pared marcaba una hora restante para el inicio de la escuela. Si aquello no era un sueño todo debería seguir igual allá afuera. Sus únicos dos amigos, la horrible comida de la cafetería, el aburrido profesor de geometría y su examen. Yugi tuvo una idea, tal vez si todo seguía intacto, después de clases podría pasar a la biblioteca para buscar entre los libros de Historia. Necesitaba saber qué había sucedido con su amigo.
Apurado tomó su uniforme de una percha en la puerta, esta vez no llegaría tarde al colegio.

Life Beyond TimesWhere stories live. Discover now