Nueve: Los planes ocultos de Pervertido Fuentes.

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La mesa vibró. Kellin recibió una mirada extraña. Tras unos segundos confusos, descifró su contexto. Perversión. Soltó incontables carcajadas. Decidió especificar que su móvil indicaba una nueva notificación. Eran diez llamadas perdidas de Tony. ¿Por qué tanta insistencia? Conocían su situación. Debía actuar con normalidad. Carecer de mensajes sorpresa era un dato cómodo, hasta el momento.

El moreno se disculpó, recibiendo una sonrisa dulce de Vic. Anduvo hacia el baño. Las expresiones sorprendidas proseguían impactando en el lugar. Divisar a un adolescente descalzo no era común. La puerta del baño se cerró tras su paso. Vic divisó el suceso, y frotó su frente. La cita iba bien. Era extraño. ¿Podría dar un paso? ¿Sería agradable excederse? Quizás la chica era virgen.

— ¿Qué cojones ocurre ahora? —soltó enojado. Interrumpió la cita. Conseguiría veinticinco euros por su actuación. No era propia de un profesional. Pero era excelente para un adolescente con sus calificaciones. Eran normales. Aunque su profesora de lengua admitía su fantástica extensión en el vocabulario.

Un bufido adornó la voz de Tony. En el fondo, Mike saludó, produciendo una risa nerviosa por parte del moreno.

— ¡Kellin, Kellin, debes salir de ahí! —soltó Tony. Su tono varió a una exclamación excitada en breves instantes. Mike golpeo el suelo con sus pies, acompañando sus actos con leves carcajadas.

— ¿Qué ocurre ahora? Malditos drogadictos. Les he dicho muchas veces que no fumen. Y mucho menos marihuana. Todos los jodidos días se lo repito. Yo…

—Oye, princesa, escúchame bien —Mike le interrumpió. El ritmo cardíaco de Kellin cesó su aceleración. Aquella voz podía tranquilizarle en sus peores ataques de ansiedad—. Mi hermano tenía sobre su mesilla un par condones. Los tres sabemos perfectamente para qué los compró. Y mejor no nombraré el quién.

—No me jodas.

—Hoy no te  joderé yo, princesa. Si no mi hermano. Sólo si te dejas —se burló—. Si necesitas ayuda en algún aspecto, sólo dilo. Vas a ser violado. Bueno, violada. Aunque te ayudaré en cuanto entres a mi casa. Tenlo por seguro.

El silenció inundó sus tímpanos. Susurró en una interrogación el nombre del moreno. No recibió respuesta. Percibía su agitada respiración. Algunos movimientos bruscos movieron el teléfono. Kellin soltó variadas maldiciones. Su volumen era mínimo, de difícil percepción. Mike frunció el ceño. — ¿Podéis ayudarme en cualquier aspecto? —sus amistades afirmaron—. De acuerdo. Entonces… ¿cómo puedo mear?

— ¿Perdona? —dijo Tony.

—Estoy en el baño. Vine por las llamadas. Pero me entraron ganas de…descargar el…tanque.

Mike río ante sus palabras. Pero él desconocía la respuesta. Dirigió sus ojos hacia Tony, quien suspiró. Explicó sus movimientos con delicadez. Tras algunos segundos, se escuchó el líquido colapsando contra el retrete. Kellin agradeció la humildad de su mejor amigo. Era una buena tortura. Inteligente y amable.

Pero algo fallaba. El ambiente era calmado. Kellin volvió su cabeza. Una mujer rubia observaba boquiabierta las acciones del moreno. Era un chico. Estaba de pie. El adolescente saludó avergonzado. La mujer nombró a otra persona desconocida. Una voz infantil impactó en los tímpanos de Kellin. Masculló una simple maldición, escuchando cómo sus amistades cuestionaban sobre la situación. La rubia tomó en brazos a su hija, bloqueando su capacidad de visibilidad, y salió del baño.

Quizás debería cerrar las puertas antes de orinar.

like a girl ☹ kellicWhere stories live. Discover now