like a girl ☹ kellic

Ocho: Boda con Green Day.

Parecía ser real. Vic adaptó la cena a una alimentación vegetariana. No añadió críticas. No juzgó los ideales de Kellin. Su mente había madurado. Pero la del moreno no. Tras recibir incontables críticas, la comprensión de unos pensamientos ajenos le sorprendía. Le atraía. Tanto sexualmente, como para satisfacer su curiosidad.

A Kellin le gustaban los chicos maduros. Aquellos que conocían sus planes para el futuro. Aquellos que mostraban educación. Vic ofrecía gestos educados constantemente, y eso le agradaba. Sus sonrisas dulces minimizaban sus preocupaciones. El nerviosismo descendió hasta sus tobillos. Desapareció entre sus pies descalzos. Penetró entre las baldosas del suelo, y nunca volvió.

— ¿Desde cuándo eres vegetariana?

—Desde hace dos años, o así —explicó Kellin. Admiró la ensalada frente a él. Los tomates eran escasos. ¿Sería obra del castaño? En la cafetería siempre divisaba muecas de desagrado. Era notorio su odio hacia los tomates. En el futuro, fundaría una secta de repulsión hacia ellos. Era un tema personal—. Conocí a un amigo que lo era. Me explicó sus razones. Yo le pedí que me enseñase el documental que le hizo cambiar de opinión sobre la carne. Y, bueno, conmigo también funcionó.

—Si te digo la verdad, siempre he querido ser vegetariano. No sabes cómo odio el maltrato animal, o todo lo que hacen en los mataderos. Es repulsivo. Pero he tenido problemas para adaptarme a ello. Porque, para empezar, soy alérgico a los tomates.

—Joder, cásate conmigo.

El castaño río durante leves instantes. Cuestionó entre carcajadas las razones. El por qué. Kellin se contagió de su extraño humor, y posó una sonrisa entre sus labios.

—Odio los tomates. Y odio todos aquellos que maltratan a los animales. ¿Dónde está la racionalidad del ser humano?

—Casémonos. En Las Vegas. Pero el cura, en vez de un Elvis, será un Billie Joe Armstrong.

Kellin rió. Su sonrisa iluminó el rostro de Vic. Ambos eran felices.