Capítulo 11

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Hefesto II

- Nunca lo había pensado... - contesté volviéndome hacia la pared de las armas una vez más.

Lo primero que cogí fue una espada. Tenía la empuñadura azul con un búho en la punta. Estaba perfectamente equilibrada y su peso no era exagerado, la podría manejar sin problemas.

- Esta espada perteneció a una persona muy particular - dijo Hefesto rememorando -. Hijo de Apolo... Pero la madre de su madre era Atenea - añadió señalando el búho.

Lo miré asombrada, y luego volví la vista a la espada.

- Wow... ¿Y su camuflaje? - pregunté.

- Es una espada muy antigua - dijo Hefesto a modo de respuesta.

Sopesé sus palabras sin entender su significado y lo miré extrañada.

- Pertenece a la época justo posterior a la cáfila del Imperio Romano, por aquel entonces las armas no estaban mal vistas, por lo que podías llevarlas sin necesidad de camuflarlas - especificó Hefesto.

Asentí mientras probaba la espada.

- ¿Podemos hacer uno? - pregunté mientras volteaba la espada con una mano.

- Claro.

Estuvimos hasta bien entrada la noche trabajando en las fraguas. Me enseñó a hacerlo. Era imposible hacerlo sin magia. O al menos eso creí yo. Al terminar teníamos un precioso colgante en forma de clave de sol con brillantes (imagen en galería). La clave de sol era en honor a Apolo, ya que en la empuñadura del a espada ya aparecía una referencia a Atenea. Así quedaban los dioses con los que estaba relacionado el dueño original, reflejados en mi nueva arma. Mientras trabajaba no me podía sacar los sueños de la cabeza. Pensé un par de veces en comentárselo a Hefesto, pero creí que pensaría que estoy loca.

Son sólo sueños me dije no hay porqué darles importancia.

Sin embargo no logré convencerme de ello. Habían parecido tan reales... Y aterradores. ¿Podría ser posible que tuviésemos que enfrentarnos contra la mismísima diosa de la oscuridad? No, no era posible. Nix es pacífica pensé. Pero no llegué a creérmelo.

Probé un par de veces la espada. Era más sencilla de manejar que el arco, y requería mucha menos habilidad. Sólo había que ponerse el colgante al cuello, tirar de él y voltearlo en la mano mientras lo alejas un poco del cuerpo.

Hefesto me dejó en mi habitación para que descansara.

Por una parte pensé que nos enfrentemos a Nix, explicaría lo del Tártaro.

Mi conclusión no me apaciguó. Ni mucho menos me calmó. Esperé a que viniera Hera para contarle mi día.

- Oye... - Dije justo antes de que se fuese -. ¿Es posible que las cosas que sueñas sean verdad?

Hera me miró asustada.

- Un sueño de mestizo... No puede ser... - Murmuró compungida.

Pasó un par de segundos pensando luego me miró sorprendida, como si acabase de darse cuenta de que yo también estaba en la habitación.

- ¿Qué has soñado, exactamente? - Preguntó mirándome de forma extraña.

Le relaté ambos sueños con todos los detalles que fui capaz de recordar.

- El segundo sueño te lo envió Hades - dijo Hera segura -. Además, por lo que dices, se dirigió a ti cuando creyó que había sido suficiente. Supongo que creía importante que supieses que la idea de que su hijo te de clases en su lugar ha sido idea de otro. No puedes fiarte del todo.

La miré pensativa.

¿Qué puede sacar Afrodita de que yo entrene con Nico? Me pregunté.

- En cuanto al primero... Es más inquietante. Convocaré un consejo de todos los dioses de inmediato, para intentar hacer algo al respecto. Al menos, si tu sueño ha sido real, sabemos que la guerra dará comienzo el 1 de septiembre. Aún tenemos tiempo para prepararnos. No te preocupes por ello aún. Te mantendré informada. Mañana empezarás tus clases sobre el fuego - me dirigió una sonrisa preocupada y se marchó.

En cuanto se fue acudí a un libro sobre historia griega que había en una de las estanterías. Busqué el nombre de Nix:

La Noche nació del Caos. Su descendencia es mucha, y reveladora. Con su hermano Érebo (Oscuridad), la Noche concibió a Éter(Puro brillo, Luminosidad) y Hemera (Día).

Más tarde, por sí misma y sin intervención masculina, Nix engendró a Moros(Destino), Ker(Perdición), Tánatos(Muerte), Hipnos(Sueño), Geras(Vejez), Oizís(Dolor), Apate(Engaño), Némesis(venganza), Eris (discordia), Filotes (amistad, Ternura), Momo(burla), las Hespérides(Hijas de la Tarde), los Oniros (los Sueños), las Keres (Espíritus de la destrucción y muerte) y las Moiras (Hados), correspondiéndose estas dos últimas con Ker y Moros respectivamente.

Dejé el libro donde estaba y busqué en otro. Este estaba escrito por mortales, estaba claro. Hablaban de mitología y no realidad.

En Grecia, la Noche rara vez es destinataria de cultos. Más frecuentemente, Nix merodea en el fondo de otros cultos. Por eso había una estatua llamada Noche en el templode Artemisaen Éfeso. Los espartanosrendían culto al Sueño y a la Muerte, concebidos como gemelos: sin duda la Noche era su madre. Títulos de culto compuestos por la partícula nix- eran otorgados a varios dioses, notablemente a Dioniso Nyktelios ('nocturno')y AfroditaPhilopannyx('la que ama la noche entera').

Cogí otro libro más, esta vez, al lado del nombre de la diosa, sólo estaban sus distintos nombres:

En la mitología griega, Nix, Nyx o simplemente Noche (en griego antiguo, Νύξ) era la diosaprimordial de la noche. También es llamada Nicte, y en los textos romanosque tratan este tema griego, su nombre se traduce como Nox.

Nada útil. Me recorrí toda la biblioteca de la que disponía y en ningún sitio ponía nada de que fuese buena o mala. Ni siquiera era importante. Vivía en el Tártaro, eso seguro. El resto no estaba tan claro. No es que se relacionase con los dioses, por lo que ellos apenas sabían nada de ella. Tampoco se relacionaba con los mortales, por lo que en sus escritos apenas aparecía.

Si sus hijos se le unían estábamos perdidos, tenía más de una docena, la mayoría muy importantes.

Tampoco ponía nada sobre como vencerla. Nunca se había revelado, ni mostrado disconforme antes. Sólo hacía su trabajo sin rechistar.

Quizás por eso quiere derrocar a los olímpicos deduje. Está harta de que le digan lo que tiene que hacer.

Demasiada información. Me quedé dormida sobre uno de los libros.


La protegida de HeraWhere stories live. Discover now