Capítulo 16

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El capítulo está dedicado a CatyDiAngelo que es una lectora muy fiel y estuvo de cumpleaños el otro día :)

Siento no haberte felicitado ni actualizado ese día (9 de Julio) es que estaba sin Wifi. ¡Espero que disfrutes el capítulo! (¿Cuantos años cumpliste por cierto?)


Mi viejo vecindario

La desesperanza me duró "Lo que duran dos peces de hielo, en un whisky on the rocks". Lo siento. Mi padre me ha contagiado canciones de Joaquín Sabina.

Lo que quiero decir es que poco me duró la tristeza. En cuanto acabé de comer, Apolo me anunció que era hora de irse. Ya solo podía pensar en mi familia. Se me olvidó todo lo demás. Ni guerra, ni posibilidades de victoria, ni preguntas incómodas de dioses guapísimos (preguntas que me había estado haciendo mientras acababa de comer y que yo contestaba vagamente).

Nos "desaparecimos" de la sala de entrenamiento, para aparecer en mi barrio. Mi bonito y adorado barrio de toda la vida. Con casas pequeñas, jardines grandes y familias con niños y barbacoas. Un lugar idílico. Divisé mi casa al final de la calle y la pequeña cabina de teléfono donde esperaba a Isaac todas las mañanas para ir a clase. Una rabia desmedida empezó a crecer en mi interior y volteé la vista hacia atrás, donde se encontraba la casa de Isaac. No estaba en el jardín delantero. Aparté la mirada antes de que su padre me viera y tuviese la obligación de acercarme a saludar.

- Normas básicas - saltó Apolo de improviso -. Tú me puedes ver, el resto no. No puedes comentar nada sobre tu entrenamiento. Actúa normal y habla con ellos, pero sin revelar nada sobre la guerra. Tampoco deberías hablar mucho conmigo delante de ellos si no quieres que te tomen por loca - soltó una carcajada seca.

- Bien - respondí secamente, la rabia aún perduraba en mi interior.

- No te recomendaría ver a tu novio, por cierto.

- Pues a mí sí que me apetece - contesté con un tono muy alegre -. Me apetece verle después de haberle partido la cara.

El dios se encogió de hombros y enfiló con destino a mi casa.

Procuré andar de manera pausada, como si fuese dando una agradable caminata por el barrio. No funcionó. Cuando estaba a unos cincuenta metros de la casa mi padre abrió la puerta para salir a trabajar. Miró en mi dirección. Abrió la boca, me señaló con una mano, tiró su maletín y corrió hacia mí. Yo hice lo mismo por mi parte, reencontrándonos un poco más allá del buzón en un tierno abrazo. No pude contener las lágrimas.

- Papá - susurré contra su hombro.

- Hija mía, te he echado de menos - dijo con la voz entrecortada. Dejó de apresarme contra el para mirarme a los ojos -. Pareces más poderosa - dijo con una pequeña risa -. Siento que no hayamos podido prepararte - añadió con voz lastimera.

Negué con la cabeza a la vez que mi padre giraba la suya para decirle a mi madre que saliese.

- ¿Qué ocurre James? ¿Ha pasad...? - Mi madre se interrumpió al verme. Con lágrimas en los ojos se acercó a buen paso hasta donde estábamos mi padre y yo. Me recogió entre sus brazos.

Estuvimos así un buen rato. Pasamos adentro de la cocina. Me quedé hablando con mi padre mientras mi madre hacía una llamada a Guille, que estaba en un entrenamiento de fútbol.

- ¿Qué tal los entrenamientos con la organización esa?

¿Organización?  Pensé confundida. Miré a Apolo, quien se encogió de hombros.

- Bien. Pero no puedo decir nada sobre ellos - contesté, tratando de evitar dar información - ¿Qué os dijeron para que dejaseis que me llevasen con ellos? - Pregunté, repentinamente furiosa, cambiando de tema.

- Bueno... - mi padre se frotó las manos y agachó la mirada. Antes de contestar observó cómo mi madre cruzaba la habitación hasta su asiento. Le echó una mirada inquisitiva a mi madre.

- Traslademos la conversación al salón - dijo sonriendo -. Yo haré un poco de té. Guille vendrá enseguida.

Seguí a mi padre hasta el salón.

- Sólo tu madre sabe lo que realmente dijeron. Pero el resumen es que eres una persona muy inteligente, y necesitaban esa inteligencia para crear una defensa para el país y evitar una tercera guerra mundial.

Bueno, al menos no le han mentido del todo pensé aliviada de repente.

Cambié de tema bruscamente y me prometí charlar con mi madre a solas antes de irme. Me daba la sensación de que ella sabía más de lo que le había contado a mi padre. Al poco entró con una bandeja con cuatro tazas y una tetera. Los sirvió despacio y disfruté un rato de las historias que le habían ocurrido a mi familia en mi ausencia. Guille estaba encantado con su relación con Diana, los vecinos de enfrente celebrarían una barbacoa, se aproximaba la comunión de mi prima Janna,... Historias normales y corrientes. Por un momento volví a convertirme en una chica normal pasando un rato en familia. Nos estábamos riendo escandalosamente cuando vi pasar a Guille corriendo por la ventana del salón, segundos después se escuchó la llave en la cerradura y un grito de completo júbilo por parte de mi hermano.

- Jess - se acercó al salón sonriendo y me levanté para abrazarle. Me alzó unos centímetros del suelo y me dio unas cuantas vueltas. Cuando me bajó lo besé en ambas mejillas mientras me miraba como si hubiésemos tardado dos años en vernos.

Tras unos minutos estábamos toda la familia otra vez en completa calma, sentados mis padres en un sofá y mi hermano y yo en el otro.

- Por cierto Jess - comentó mi madre -. ¿Vas a llamar a Isaac o a Olivia? Llevas tanto tiempo sin verlos como a nosotros.

Intenté sonreir amablemente ante el comentario de mi madre.

- Iré caminando - dije pausadamente -. No viven lejos.

Y así fue. Tras dos horas más con mi familia Apolo se señaló la muñeca para indicarme que era hora de irse.

- Si quieres ir ver a tu amiga y a tu novio será mejor que nos demos prisa - comentó el dios.

Asentí mirando al sitio donde se encontraba, aparentando que no había escuchado nada.

- Me tengo que ir - anuncié tristemente.

Mi hermano me miró con cara de cachorro abandonado.

- ¿Ya? - Preguntó cambiando su cara de cachorro por la aún más efectiva "cara del gato de Shrek".

Asentí lentamente.

- Pero antes necesito hablar con mamá a solas.

Ella asintió como si ya hubiese temido ese momento. Se levantó del sofá y se dirigió con la bandeja hacia la cocina.

- ¿Por qué...? - No me dio tiempo a terminar la pregunta.

- Ya sé lo que me vas a preguntar. ¿Por qué dejé que te llevaran? ¿Por qué no te avisé? ¿Por qué dejo que arriesgues tu vida? Escucha a tu padre no le pude decir la verdad, lo traumatizaría, pero yo sé lo que ocurre en realidad tan bien como tú.

Aunque ya lo suponía su declaración me dejó paralizada. Apolo apareció detrás de mí en la cocina y cerró la puerta.

- Hija, puedo ver a través de la niebla - añadió señalando a Apolo.


¿Qué os ha parecido? Os voy a dar un adelanto en exclusiva XD en el próximo capítulo verá a Isaac.

Comenten que les ha parecido y dejen sus sugerencias gracias por leer mi novela :)


La protegida de HeraWhere stories live. Discover now