Capítulo 35

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Tengo una idea (huid mientras podáis)

- Si es que es tan valiosa, ¿cómo es que se la dejó allí?

- Porque llegamos nosotros, el crimen se acababa de cometer cuando aparecimos, huyó, no le interesaba un enfrentamiento directo. Después llegaron los mortales y se armó todo el jaleo correspondiente, no tuvo ocasión. Esto llevará aquí unas pocas horas, en cualquier momento volverán para recuperarla.

- Tendámosle una trampa - dije saliendo del medio-aturdimiento en el que me encontraba.

Nico me miró seriamente.

- Créeme, no nos interesa enfrentarnos a quienquiera que posea esta arma. Sea quien fuere que envió a esa persona a matar a tu madre... es un profesional.

- Si es Rea, estará en el Campamento Mestizo.

- Es probable, pero esta arma no estará registrada. Va en contra de todos los principios de Quirón jamás lo aceptaría. Además, no parece formada por hijos de Hefesto, es original, pero el acabado no está pulido como lo harían ellos.

- Entonces, ¿telequines?

- Puede, quizás algún cíclope. Es un trabajo estético torpe pero la ejecución del filo es perfecta - dijo Nico, más para sí mismo que para mí.

- Llevémosla.

- ¿Al inframundo?

Asentí con la cabeza muy seria.

- Allí nadie en sus cabales la irá a buscar.

Nico asintió solemne, pero con pesar.

- Los mortales se preguntarán a donde ha ido a parar.

- Ellos tampoco irán a buscarla al inframundo - comenté sonriendo.

Nico me devolvió la sonrisa y se guardó el cuchillo en la chaqueta.

- Mi padre no puede verla, a no ser que quieras responder a un montón de preguntas.

Asentí mientras metía todo de vuelta en la caja de forma apresurada.

- Vayámonos, antes de que a algún funcionario acabe la cuarta hora de desayuno y venga a mirar aquí - me levanté del suelo y le tendí la caja de mi madre a Nico, que la puso en su sitio.

Me acerqué a la cámara, me puse de puntillas para redirigir la cámara a donde se encontraba la caja de mi madre y le dije al hijo de Hades que se apartase. Poniéndonos en un ángulo muerto de la cámara, volví a conectarla.

Le tendí la mano a Nico y nos desvanecimos en las sombras y aparecimos en los baños de un McDonalds.

Miré a Nico de forma inquisitiva y él se encogió de hombros.

- No hemos comido en todo el día.

Mi dolorida y rugiente barriga le dio la razón. Cogimos unas hamburguesas y, de vuelta en los baños, viajamos por las sombras hacia el inframundo.

Aparecimos en la habitación de Nico, que se tiró en la cama, pálido por el cansancio, con una seña de la mano me pidió una hamburguesa y con la otra mano, tiró el cuchillo que aún estaba dentro de la chaqueta a su lado en la cama. Me senté en el asiento de su piano y le tiré la comida.

- ¿Cuál es tu plan?

- De momento seguir con el calendario de Hera, mañana entrenaremos, para que tu padre no sospeche, al menos.

- Haflafa fel cufillo - dijo señalando el cuchillo a su lado en la cama, con la boca llena de hamburguesa de dudoso valor alimenticio.

Sonreí mientras le daba un bocado a mi Big Mac con extra de pepinillos. Y antes de volver a hablar, tragué la comida (como una dama, ¿qué esperabais?).

- El cuchillo lo escondemos.

- ¿Cómo se supone que vamos a encontrar así al asesino?

- Saldrá en las noticias.

Me miró con expresión interrogante mientras echaba una cantidad ingente de kétchup a otra hamburguesa.

- Es valiosa, irá y yo he redirigido la cámara al lugar donde se encontraba el arma. Las cámaras captarán su imagen y se emitirá un boletín de búsqueda.

- No sé si es una genialidad o una locura - contestó Nico riendo y metiéndose otro bocado gigantesco en la boca.

- Te sorprendería la cantidad de veces que esos términos van juntos - contesté citando al gran Capitán Jack Sparrow.

Rio, evidentemente sin pillar la referencia.

Acabamos de comernos la comida y volví a mi cuarto, dejé la mochila encima de la cama y me di una ducha más larga de lo habitual.

¿De verdad había muerto mi madre? ¿Cómo era posible? ¿Y mi padre, por qué estaba dormido a esas horas? Si es que de verdad estaba dormido, a lo mejor le habían drogado. Eso me llevó a la siguiente evidencia, había sido algo planificado con tiempo. Habían escogido un día en el que mi hermano estaba en el campamento, no querían testigos, sólo necesitaban a alguien a quien inculpar para que los mortales no buscasen, y ese era mi padre.

De todos modos, ¿por qué mi madre? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no más próximos a la guerra? Se suponía que todo esto empezaría en Septiembre, estábamos a mediados de Julio.

Eso me hizo preguntarme por mi hermano. Supuse que se había quedado en casa de mi tía paterna, que vivía en una ciudad cercana... Mi padre, estaría en el calabozo ¿tendría un abogado? Y aunque descubriese quien era el asesino, como mucho podría decírselo a Guille, eso no libraría a mi padre de la cárcel.

Lo siguiente que se me vino a la cabeza fue Rea. Lo poco que sabía sobre ella, por mí podría haber sido una vieja hippie que hacía artesanía en un pueblo perdido. Sin embargo, era una poderosa enemiga, de la que no teníamos información aparente. Además era colaboradora o súbdita o como lo queráis llamar de Nix. Una diosa primordial. Que nunca se había relevado. Para colmo la información que hay sobre ambas aparte de ser escasa es inconexa.

Isaac. Maldito Isaac. Mi pensamiento siempre volvía a él. Me costaba creer que todo fuese un engaño, tantas mañanas, tantas tardes y tantas noches, tantas clases, tantas cenas con ambas familias. No podía evitar pensar (pese a todo lo que había dicho Nico) que quizás el asesino fuese él. Al fin y al cabo tenía un máster en colarse en mi casa (aunque no en la habitación de mis padres, precisamente).

Volví a pensar en el asesino, y en la posibilidad de que hubiese sido orquestado por Hera. Tenía su sentido, retorcido, pero lógico al fin. Había separado a Percy Jackson de todos sus seres queridos para un fin que aún ni se había determinado. Lo mismo había hecho con Jason Grace. ¿Por qué no iba a usarme a mí también? Pensé en el tiempo que habíamos pasado juntas, y en lo genuina que parecía su preocupación por mí. Pensé en lo tonta que era. Una diosa tenía la capacidad emocional de un ladrillo o de una cucharilla de té. Dudaba que pudiese preocuparse por algo más que sí misma o su perfecto núcleo familiar.

No sé cómo, mi cerebro conectó esa idea con los sueños de mestizo. ¿Por qué podía tenerlos? ¿Cómo era posible que todo empezase al mismo tiempo?

Cuando salí de la ducha tenía los dedos arrugados cual pasas y ampollas en la espalda por culpa del agua caliente.

La protegida de HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora