Capítulo XII

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";;";;";;";;";;";;" Lago de sangre ";;";;";;";;";;";;"

_ Se lo juro por mi vida, mi honor y devoción hacia usted, que jamás la traicionaría. Y menos con repugnantes seres de la Cofradía _ aseguraba un hombre arrodillado ante la emperatriz, desechando a un lado su orgullo.

En el salón del trono se respiraba un aire cargado de tensión, seis personas posicionadas en una fila en el centro del todo, estaban siendo acusadas de traición, todos ellos miembros del Consejo del Imperio Astronida. Detrás de estos, otra fila con el mismo número de personas, vestían las vestiduras propias de un miembro del Consejo: largas chaquetas de brocado que les llegaban por encima de la rodilla, botones plateados que decoraban los delanteros, gruesos pantalones del mismo color azul medianoche que la chaqueta, lustrosas gruesas botas de cuero negro y la característica insignia de plata de los altos mandos del imperio en el pecho, una serpiente envuelta en un círculo, que representaba el mundo.

Sentada en el trono, oyendo todo lo que tenían que decir, se hallaba Irmena. Los reunió a todos segura de que el traidor tenía que ser alguien del Consejo, junto con Kalen llegaron a la conclusión de que el espía era alguien de la corte, ya que eran los más cercanos en saber con detalle sobre la Reliquia de Asterio y sus planes; pero faltaba más que solo deducciones, algo concreto. Con numerosos grupos pisándole los talones, Irmena tomó una decisión que consideraba drástica, pero necesaria. Si iban a dar pronto el siguiente paso, no lo harían con un traidor entre ellos.

_ Roi, puedo ver sus pensamientos, y saber si mienten _ declaró mirando a cada uno de los miembros del Consejo _ pero el gran inconveniente es... que todos en este salón sabemos cómo ocultarlos o disfrazarlos.

Uno de los miembros de la primera fila, abandonó la formación. Y a pocos pasos, hincó una de sus rodillas al igual que Roi.

_ Con todo el respeto que se merece emperatriz. ¿Por qué solo desconfiar de nosotros? ¿Por qué no desconfiar también de Gride, señor de los elfos oscuros y sus hombres... _ hizo una pausa, pensando si lo que iba a continuación era correcto o no. Su vida corría peligro, o tal vez ya estaba condenada, así que no le importó soltarlo _ ¿o de los guerreros de Kalen?_ suscitó. El hombre sintió como si hubiese hecho estallar algo invisible en medio del salón.

Nadie dijo nada, ni siquiera los guerreros de Kalen quienes también se encontraban en el salón del trono. Permanecían en columna, cerca de los grandes ventanales con las manos cruzadas reposando cerca de sus abdómenes. En aquella posición estática se asemejaban a estatuas talladas en granito negro, la luz de día detrás de ellos no menguaba la oscuridad que proyectaban. No se inmutaron cuando un miembro del Consejo puso en tela de juicio su lealtad.

_ Gride y yo tenemos los mismos objetivos en cuanto a la reliquia hablamos. Podríamos llamarlo de alguna manera "aliado". Parece que olvida que un pequeño grupo de sus hombres, un número menor que el de los miembros del Consejo, estaban al tanto de lo que haríamos en el templo de la Muerte _ pronunció la emperatriz _ Y tenemos a uno de ellos presente en este salón _ señaló refiriéndose al elfo oscuro que se encontraba en la fila detrás del Consejo.

Hizo una pausa y se puso en pie, abandonando el trono. Con la cabeza en alto y postura erguida, Irmena se acercó al hombre para dejarle en claro su posición.

_ Los guerreros de Kalen me han servido desde hace mucho. Antes de que usted, el que ocupaba antes su puesto y el que precedía a este, formaran parte del Consejo; en todos estos años con ellos, jamás ha ocurrido algo que me haga dudar de su lealtad. Yo soy su emperatriz _ terminó por decir Irmena.

El hombre no dijo nada. Él junto a Roi se pusieron en pie, hicieron una reverencia y se integraron nuevamente a la fila. Durante ese pequeño lapso de tiempo Roi dio una ojeada a las personas que tenía a sus espaldas, no conocía a uno de los reemplazantes: el más alto y delgado de todos, de piel gris como el cielo anunciando tormenta, era un elfo oscuro. Recordó lo que dijo la emperatriz, que solo un grupo de ellos sabía de la Reliquia, y este era parte de ese grupo. No le sorprendió que el Señor de los elfos oscuros, mandara a uno de los suyos, para tener información de primera mano; o de que el hecho de que un elfo forme parte del Consejo significara la alianza que tenían entre ellos.

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