Marinette Dupain Cheng sabía que mudarse a Bristol, Inglaterra durante plena época victoriana traería muchos cambios a su vida, pero jamás imaginó verse sumergida en todo ese drama burgués.
¿Qué puede hacer una estudiante de diseñador cuando se ve e...
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¿Alguna vez quisiste mirar hacia atrás?
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Casarse con Chloe Bourgeois.
Él se iba a casar con Chloe Bourgeois.
Veía a la gente ir y venir en la estación de tren de Bristol sin dejar de pensar en sus palabras, en su expresión, en su tono de voz ¿Por qué él la besó? ¿Por qué le correspondió? ¿Por qué se sintió tan infinitamente bien? ¿Por qué después sentía una inmensa agonía?
Aún no lo había anunciado, pero ya se lo había dicho a Chloe y aunque ella no aceptó la idea, tampoco la rechazó; en realidad Luka fue quien había más alboroto por ella, como si él fuera quien estaba tomando la palabra de la Bourgeois. Luka y él se quedaron parloteando un montón de cosas, y la realidad es que aunque el Couffaine proponía ideas ninguna sonaba tan razonable como la de Adrien.
Pensar que cuando llegó a Bristol salió de un vagón del cual había sido acompañada por ese lunático, con su estómago doliendo de la risa y su cara entumecida por la sonrisa que se cargaba; teniendo frente suyo a ese par de ojos esmeralda llenos de alegría y buena vibra.
La mirada el día de su beso parecía opaca, como si tuviera neblina frente a él, estaba confundido; y sin embargo ese beso fue sentimiento puro, claro, completamente idílico y aunque impulsivo, había sido deseado sin ella misma percatarse de eso.
¿Cómo podía ser tan egoísta con sus sentimientos? ¿Cómo podía molestarle tanto que se casara con la señorita Bourgeois por una causa noble y que eso le impidiera estar con él?
—¿Está esperando a alguien, señorita Dupain?— regresó a ver al emisor de la pregunta. Aparentemente era un chico que trabajaba ahí, por el uniforme que usaba; era moreno y de ojos canela que sentía haber visto antes pero no estaba muy segura como para afirmarlo.
—Disculpe, creo haberlo visto antes pero...
—Claro, Adrien me ha platicado bastante de usted, es mi mejor amigo.— oh, Adrien... Genial.— Me llamó Nino Lahiffe, pero usted llámeme como ose hacerlo.— a pesar de no estar teniendo un buen día Marinette no pudo evitar sonreírle, era un chico que expedía buena energía y basta tranquilidad, sólo de verlo te sentías animado.
