7. De caídas

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Si la realidad era una caída, amor mío, tú me enseñaste a volar

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Si la realidad era una caída, amor mío, tú me enseñaste a volar

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Chloe Bourgeois observaba su alrededor. Había pasado más una semana y aún se sentía igual de seca, con los mismos deseos de dejarse caer de aquel balcón y a su vez de no hacerlo. Escuchaba a Marinette desde la habitación contigua, la chica que la había atrapado antes de poder tirarse.

No sabía quién era y Adrien jamás se la había mencionado. La había visto antes, fue quien detuvo a su viejo amigo de soltarle un golpe a su actual prometido aquella noche en el pueblo, se alejaron juntos, con ella calmándolo y él encontrando una paz en ella.

"A ti nunca te miró así". Apretó los ojos e intentó ignorar el dolor interno. Ni siquiera le importaba lo que estaban diciendo de ella.

Discutía acaloradamente con un chico que había visto un par de veces en la mansión de los Agreste. Chloe había permanecido en la casa del chico todo ese tiempo, al parecer Marinette buscaba esconderla de Xavier-Yves y ha decir verdad ni siquiera tenía las energías para oponerse; todo este loco plan de ocultadla había surgido porque sin saber cómo lo hizo Dupain había encontrado unas marcas en su brazo que Chloe se había esmerado por ocultar con sus vestidos elegantes, marcas hechas por aquel hombre.

No sabía porqué el esmero de la azabache por protegerla. Ella ya estaba condenada a casarse con aquel imbecil, así como Adrien estaba destinado a contraer matrimonio con la Rossi; ella lo aceptó, le dolió pero aceptó que durante todo el tiempo que le insinuó de la manera más dulce a su mejor amigo, éste buscaba donde poder revolcarse con Lila.

Y sabía que Adrien había cambiado, desde la muerte de Emilie en ese accidente él había madurado. En algún momento creyó que él volvería por ella, pero nunca lo hizo; en cambio, sus padres la comprometieron con el tipo más irritable del planeta.

—No puedes sacarla de mi casa, Marinette.— reclamó molesto Luka. La francesa jamás creyó verlo así de perturbado, de enojado; pero era un necio, un tonto necio.

—Luka. En cualquier momento llegarán los hombres de Yves y te meterán en un gran lío. Adrien sabrá qué hacer, él puede que conozca más lugares donde ocultarla.— Luka se talló la cara en señal de desaprobación total. Resopló con fuerza.

Entre tinta y telas // AdrinetteWhere stories live. Discover now