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| Dedicación: consoguerrero21 |

Capítulo treinta y tres: Paquete.

Yo me enamore de sus demonios, ellos de mi oscuridad. Éramos el infierno perfecto.

Laura, parte del servicio de la mansión con la que había simpatizado, tocó tres veces la puerta de la habitación

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Laura, parte del servicio de la mansión con la que había simpatizado, tocó tres veces la puerta de la habitación. Por unos segundos, se me había olvidado que seguía completamente desnuda e hice el ademán de levantarme para recibirla, Abel -quien era que estaba mucho más cerca de mí- puso una mano sobre mi hombro y me empujó para volverme a sentar.

—Búsquenle algo para que se cubra.—demandó.—¿Laura?

La mujer bajó su cabeza, literalmente, la pequeña señora pendía de la línea entre el respeto y el miedo hacia los Riox, por lo que tenía un comportamiento muy dócil y sumiso en frente de estos. Recordaba la primera semana, cuando la había ayudado en la cocina y la actitud alegre y esa sonrisa que siempre esbozaba sin importar cuan cansada se encontraba, ahora podría darle torticolis de lo tan bajo que la tenía.

—Ha llegado un paquete.—Se atrevió a dar un paso dentro, sacando el paquete de su espalda.—Tiene como remitente Riox & MountBatten.

Quien se acercó a por el paquete fue Kerman. Lo tomó entre sus largos dedos y luego agradeció cortamente a la muchacha, que tomó eso como el momento perfecto para desaparecer e irse casi corriendo.

—¿No dice de quién es?—Inquirió Aleph.—¿Todavía se usa eso de mandar por correo? Que anticuado.

—Lo dice el que da saltitos cuando colecciona sus estampas.—Ader alzó una ceja en dirección a su hermano. No entendía porqué, pero cuando hacía ese movimiento se veía demasiado sensual y caliente.

Adiós bragas, ni las quería.

—¿Tijeras?—Kerman se dirigió a mí.

—En el primer cajón del escritorio.

Se dirigió allá y las sacó, pasándoselas incluso con la caja a Ader, que era quien estaba más cerca. Kerman tarareó encantado y me di cuenta porqué se había detenido.

Estaba admirando el compartimiento secreto mal hecho donde guardaba mis navajas y cuchillas favoritas.

Todos se acercaron a ver.

—Estaba en lo correcto. Navajas y cuchillas a la vez.—Ader susurró.

—No se crean, soy buena con las armas de fuego también pero más rápida y hábil con las cuchillas.—Tomé la camiseta que Aleph me estaba ofreciendo y me la coloqué por encima sin quitarme la sabana por completo.—También estabas en lo cierto con los años de gimnasia. Siete años. Artística. Era la mejor.

—Y eso te encantaba.—Ader contestó, mirándome con los ojos entrecerrados.

—¿Para qué negarlo? Lo amaba. Por eso juré que sería la mejor en...todo. Egoísta, ¿verdad, Abel?

Riox. © ✔️ [DL #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora