| 49 | 03 |

28.7K 3.3K 2.6K
                                    

| Dedicación: @amo-los-spoilers |

~Deprímanse con la canción, por favor.

Capitulo cuarenta y nueve: Fuera de juego. Partes tres.

La muerte ha de ser muy buena, por esa razón nadie regresa...

✞

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

PHOENIX MOUNTBATTEN.

Y no fue entonces, cuando escuchamos bien fuertes y claros como tres tiros hacían acto de presencia, que fuimos conscientes de que la guerra ya había tomado lugar.

Y que ni siquiera estábamos en ella.

***

Fue como si el tiempo se ralentizara para ambos, a la espera de empezar a creer que aquellos claros tiros solo habían sido producto de nuestra imaginación, un vil juego de nuestro subconsciente para dejarnos aún más claro que habíamos jodido el plan, que habíamos antepuesto nuestras necesidades por encima de nuestra seguridad, por encima de la seguridad de todos.

No muy bien había terminado el ligero eco que había dejado el tercer tiro, y Ader ya había echado a correr en dirección al salón. Rápido, fugaz. Ni siquiera lo pensó dos veces.

Por un segundo me desorienté, un simple segundo en que maquiné tres escenarios diferentes en mi cabeza y nuestras oportunidades de salir victoriosos de ellos. Siendo una Kavazcova, era claro que no podía trabajar bajo presión, pero había descubierto que cuando se trataba de esos chicos, de esos egocéntricos y extravagantes chicos Riox que me habían hecho amar esa parte oscura de mi que tanto odiaba, supe que, por ellos, yo podía hacer hasta lo imposible.

Incluso ser más perspicaz e inteligente que el mismísimo Abel, más sádica y cínica que el mismísimo Ader, más fuerte y letal que el mismísimo Aleph, más manipuladora y precisa que el mismísimo Kerman.

Entonces, corrí detrás de Ader movida por la duda, más que por el propio instinto.

¿Acaso aquellas balas provenían del arma de alguno de mis chicos y no al revés? Eso esperaba. Joder, era lo que más quería. No podía pensar siquiera en la posibilidad de lo contrario, no podía y, no quería. Ni una mierda. No podía aceptar un escenario en donde alguno de ellos estaba herido.

Las puertas del salón estaban abiertas de par en par, y todavía habían algunas personas en el aparcamiento, subiéndose a sus autos con rapidez para salir del lugar, donde las llamas empezaban a ser cada vez más notables, más ardientes y consumidoras, ahuyentando a todo aquel que osara a siquiera acercarse.

Y luego estábamos nosotros, casi suicidas al adentrarnos sin miramientos o duda alguna al salón sumido en humo y escombros.

Ader y yo entramos a la vez a pesar de que había empezado a correr unos pocos segundos después de que él lo hizo. Y justo delante de nosotros, estaba el no tan fatídico escenario, para mi suerte; de espaldas, se encontraba nada más y nada menos que Aleph, siendo brutalmente sostenido por el cuello por la lacra sarnosa de Tristan.

Riox. © ✔️ [DL #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora