CAPÍTULO 1: "CUARENTENA"

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Comencé a avanzar a más velocidad por la calle. Vi unas luces que se reflejaban en la pared del edificio que tenía delante mío. Las luces eran azules. La policía. Salí corriendo hacia la esquina más cercana. Esta daba a un callejón. La obscuridad de la noche hacía que ese lugar no fuera agradable. A pesar del miedo me escondí ahí y tiempo después vi pasar el coche policial. Muy bien Harriet, una noche más sin que te pillen saltandote la cuarentena.
Si yo tuviera el coronavirus no saldría de casa. Pero no lo tengo. No he estado en contacto con ningún paciente con esa enfermedad. Sólo busco aire, calma, una pausa de mi familia, de la casa donde vivo. Necesito salir. Sé que no está bien pero es insoportable tener que vivir con mi madre y su novio. Puaj. Mario es el novio de mi madre. Es guapo, no lo niego, pero es un chulo, un racista y un machista.

Esta es mi vida. Y esta, la que está ahora en un callejón huyendo de la policía, soy yo. Harriet Williams.
Unos minutos más tarde de que la policía se fuera, salí de ese callejón que me ponía los pelos de punta. Anduve un rato hasta que encontré la calle donde vivo. Me ajusté la capucha en la cabeza para que nadie me reconociera y no pudieran denunciarme ante las autoridades. Con las manos en los bolsillos repasé con la mirada todas las ventanas de las casas. Persianas bajadas. Nadie me había pillado.
Salté la valla del jardín y fui corriendo hacia la puerta de atrás de mi casa. Al abrirla vi a mi madre con mi hermana en brazos.
- ¿De dónde vienes? - me preguntó enfadada.
- Del jardín
- Es extraño, llevas días yendo al jardín de noche pero cuando voy al jardín tú no estás - puse los ojos en blanco y resoplé. Mi madre nunca se preocupa por mí, siempre está por mi hermana, hija de diferente padre, el bebé que sujeta entre los brazos. Cerré la puerta, me quité los zapatos y pasé por el lado de mi madre. Antes de que pudiera seguir mi camino hasta la habitación me paró -. Como la policía te pille en la calle y te multen, lo vas a pagar tú - ahí está su preocupación: en el dinero.
- Buenas noches - le dije sin ánimos y seguí hacia el pasillo.
- ¡No me ignores! - chilló mamá antes de que entrara en mi habitación. Luego cerré la puerta bruscamente y escuché al bebé llorar. Jódete.

Encendí el portátil y abrí Whatsapp Web. Vi que mi amiga me había escrito. Antes de responderle visualicé twitter buscando el hashtag black lifes matter.
Hacía unos días, un hombre llamado George Floyd había sido asesinado por un policía. Claro que, si hubiera sido un hombre blanco, el idiota del policía no se hubiera pasado como lo hizo ese día con George. Pero George era negro y el policía se creía superior por su color de piel.
Este asesinato racista no es el único que ha sucedido en mi país. Llevo años dentro del proyecto de black lifes matter y han tenido que morir muchas personas inocentes para que se viralice y la gente se manifieste por ello. Es penoso. Pero se ha vuelto viral y eso está ayudando al movimiento.

Abrí una aplicación en la que puedo enviar bots a un vídeo de youtube y los envié en uno en el que todos los fondos van destinados a Black Lifes Matter.
Si tuviera dinero lo donaría a la organización, pero no tengo. Lo único que tengo es mi portátil y mis habilidades en las redes sociales.

El "pim, pim" que suena en el portátil cuando te envían un mensaje por Whatsapp Web no paraba de sonarme. Era mi mejor amiga. 56 mensajes. Los abrí con curiosidad.

"Harriet. ¡Dios mío!"

El siguiente mensaje era una imagen. Una captura de pantalla de un twit. Era del día de hoy. ¿Anonymous?

Anonymous es una organización descentralizada de hacktivistas (gurúes de la informática activistas), que fueron famosos hace años pero que desaparecieron hace mucho. Ahora han vuelto. Denuncian la muerte de George y nos advierten que tienen más cosas que anunciar.

"¡Harriet! ¡Este 2020 está siendo increíble!" me envió mi amiga.

"Las redes están ardiendo. Todos en instagram y twitter lo están comentando. #anonymous es viral" decía en el siguiente mensaje.

¿Viral? Lo viral sería que alguien descubriera a uno de los que se esconden bajo el nombre Anonymous. Ese pensamiento es el que me activó la neurona. Si busco la dirección ip del twit no debe ser muy difícil de encontrar la ubicación de la persona.

Cerré Whatsapp Web después de decirle buenas noches a mi amiga y me puse manos a la obra. Tenía intriga en saber quién había subido ese twit.
Tardaba en cargar la ip. Acerqué mi cara a la pantalla y me concentré en los números que aparecían mientras cargaba.

De repente oí abrirse la puerta de mi habitación y vi que el novio de mamá entró. Alejé el portátil poniéndolo en la mesita de noche y me senté en el borde de la cama. Mario cerró la puerta y mi corazón empezó a coger velocidad. Tenía miedo de él.
Sin decir nada se sentó a mi lado y puso su mano encima de mi rodilla.
— Tu madre me ha explicado que te gusta salir por las noches - tragué saliva. Él lo notó y me miró fijamente. En sus ojos se podía ver un paisaje ardiente, con sed de sangre —. Me da igual si te metes en un lío. Me das igual. Pero si este lío me cuesta dinero o me molesta, la próxima vez que salgas de casa no volverás — su voz era agresiva pero a la vez relajada.

Tenía el control, era el fuerte y lo sabía. Su mirada recorrió mis ojos, luego mi nariz, bajó por mis labios, mi cuello, me miró los pechos y me hizo sentir incomoda. Siguió su recorrido con la mirada por mi barriga hasta llegar a mi pantalón. Su mano, la que tenía en mi rodilla, empezó a subir por mi muslo y sentí unas tremendas ganas de darle una paliza. Pero ahí estaba yo, Harriet Williams, paralizada y muerta de miedo y vergüenza. Por suerte su mano paró antes de llegar a mis partes y volvió a poner su mirada en mis ojos que estaban a punto de llorar -. No me des problemas. - dijo finalmente y se fue cerrando la puerta detrás de él.

Al quedarme sola sentí todo el silencio de la habitación. Mi respiración estaba agitada, estaba exhausta. Llevé mis manos a los ojos y exploté a llorar. Unos segundos más tarde sentí el "pim, pim" de Whatsapp en mi móvil. Pensé en mi amiga. Ella podría ayudarme a digerir lo que me acababa de decir Mario. Cogí el móvil entre lágrimas y me senté en la cama. Apoyé mi espalda en la cabecera. Busqué pañuelos en el cajón de la mesita y en cuanto me los encontré, me los llevé a los ojos y la nariz. No soy una persona que suele llorar mucho pero cuando lloro lo hago a lo grande.

Al mirar Whatsapp me encontré con una sorpresa. Mi amiga no me había escrito ningún mensaje. En su lugar me lo había escrito un número que no tenía agregado.

"Denuncias las ilegalidades pero tú también las cometes" me quedé confundida.

"?" envié yo.

"A tope con el Black Lifes Matter pero no puedes quedarte quieta en tu casa" me cabreé. Alguien me había pillado saltándome la cuarentena y quería darme lecciones de vida.

"No tienes pruebas" respondí.

De repente me llegó un vídeo de una cámara de seguridad de una pequeña tienda que hay en mi calle. En el vídeo salía yo justo antes de ponerme la capucha. Sí tenía pruebas.

"¿Quién eres?" pregunté en un intento de tranquilizar mis nervios. Mis lágrimas ya habían dejado de caer pero mi corazón seguía palpitando a gran velocidad. La persona con la que hablaba me dejó en visto.

"¿¿Quiéén eres??" volví a preguntar.

Escribiendo...

Escribiendo...

En línea

"A quien buscas" respondió y me puse a pensar: ¿a quién busco?

"Anonymous" dijo finalmente.

Anony-loveWhere stories live. Discover now