6-Sofía:

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Desperté lentamente. La cabeza me dolía tanto como si fuera a explotar. Estaba confundida... ¿Dónde estaba?

—¿Ya estás mejor? —Era mamá... y por supuesto que estaba en casa, en mi habitación

—No lo sé —titubeé.

—Has dormido mucho.

—¿Cuánto tiempo pasó? —la interrumpí, mientras me daba vuelta en la cama y la miraba. Mamá tenía grandes ojeras y parecía preocupada.

—Dos días completos... Ha venido la policía, Ana. ¿Crees que puedes hablar con ellos? —me preguntó, contrariada. No le agradaba nada que me interrogaran.

—Sí, está bien, mamá.

Me cambié lentamente, parecía que las fuerzas se me habían ido. No sabía que aquella iba a ser la primera de varias tragedias que marcarían mi vida y precipitarían mi destino.

—Aquí viene Ana, señores —indicó mamá.

Sentados en la mesa del comedor había dos policías. Uno delgado y muy alto, de piel morena y ojos claros. El otro también era alto, pero no tanto, su mirada dura me desconcertó un poco.

—Su madre ha permitido que la interroguemos, señorita —manifestó el sujeto delgado con formalidad. Me indicó que me sentara en una silla que estaba frente a ellos, como si esa fuera su propia casa.

—¿De qué se trata? —pregunté aunque ya sabía la respuesta.

—Es por el accidente que ocurrió hace dos días en el colegio "San Andrés" —dijo el mismo tipo.

—Tenemos entendido que eres amiga y compañera de Valerina Santos —intervino el policía de mirada dura. Sus ojos oscuros daban miedo.

—Sí, señor.

—¿Estabas presente cuando ocurrió el accidente?

—No, me había dejado el cuaderno en el aula y volví por él. Sofi y... y Vale iban a esperarme fuera —dije, tratando de no llorar.

—¿Por algún motivo en especial?

—No, solíamos caminar a la parada del colectivo, juntas.

—Bien... entonces, ¿podrías relatarnos qué ocurrió?

—Estaba en el aula cuando escuché gritos, como una discusión y... al salir del colegio... Bueno, vi a Melina salir corriendo de entre los árboles donde estaba Valerina.

—¿Quién es Melina?

—Una compañera... Melina Escobar.

—Bueno, ¿y luego qué pasó?

—Oí un grito y corrí hacia los árboles, allí... allí estaba... —No pude continuar, me quebré en ese momento. Mamá se acercó mí y me abrazó, también había lágrimas en sus ojos.

—¿Les falta mucho para terminar? —les suplicó preocupada.

—Sólo unas preguntas más, señora —dijo el hombre alto, de ojos claros y luego me miró—. Ana, recuerdas dónde estaba tu amiga Sofía en ese momento.

—No... yo... no sé. Estaba allí cuando llegué... al menos eso creo. No lo recuerdo bien —titubeé, tratando de hacer memoria.

—Bien, eso es todo. Ha sido un desgraciado accidente, sin embargo tenemos la obligación de hacer estas preguntas de rutina. Pronto cerrarán el caso y los padres podrán despedirla en paz —le comentó el policía a mi madre, mientras guardaba un anotador en su chaqueta.

Ojos GrisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora