Época Victoriana

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(...)

Año 1850

10 de noviembre.

Un hombre se encontraba anotando en una libreta, la cual tenía las pastas de color café, un poco gastadas, pero aun así seguía sirviendo. Se encontraba en lo que, parecía ser, un cuarto levemente iluminado por la luz de una vela que descansaba en la mesita de noche, donde aquel hombre se encontraba apoyado.

Escribía lentamente, dejando a sus pensamientos fluir, y poder formar coherentes frases en las hojas medio gastadas de aquel "Diario".

"Día número dos en el que me encuentro durmiendo en este gran palacio, los enormes ventanales dejan ver perfectamente la hermosa luna. La cama, enorme, por supuesto, se encuentra bien acolchonada y con sábanas que los criados limpian diariamente.

Esta habitación, aunque se siente un poco solitaria, no pierde la calidez que conserva el palacio de los Hyuga.

Llegué aquí con la intención de ayudar en su salud a la dulce princesa Hinata, la cual presentó síntomas de escorbuto. La falta de cítricos, ricos en vitamina C, fue lo que la hizo decaer.

Los monarcas habían pedido mi urgente asistencia en el palacio, preocupados por su hija mayor y futura monarca de Gran Bretaña."

El hombre, que parecía tener unos veinticinco años, dejó de escribir para, posteriormente, tallarse un ojo azulado, ya presa del sueño. Pero debía terminar de escribir todo lo que pasaba y pensaba desde que llegó al palacio, o sino una agonía casi inaudita lo llenaría indiscutiblemente.

"Bien, sigo contando. En cuanto entré por aquella enorme puerta de madera, con incrustaciones de oro, supe que mi instancia ahí duraría bastante, tiempo durante el cual mi deber seria cuidar de la hija mayor, Hinata Hyuga. Llegué finalmente con los monarcas, y me contaron lo que sucedía mientras, caminando, me llevaban hasta la habitación de su hija.

Me contaron que, desde hace unos cuantos días, comenzó a ponerse mal, tenía un extremo cansancio, y en las encías, se notaba sangre que salía de estas, algo hinchadas, además de constantes sangrados por la nariz, en orina y heces.

Ya con esa descripción me basto para saberlo todo. El escorbuto hizo aparición en ella. Yo había creído que solo pasaba con los marinos, los cuales, en sus tripulaciones, siempre pasaba que todos los vegetales y frutas se echaban a perder por tenerlos tantos días en resguardo.

Pero pareciera que también le pasaba a los de la clase alta."

Un sonoro suspiro salió de los labios del rubio, dejó de escribir un momento, y contempló las ventanas, absorto. A veces se preguntaba si el haber estudiado medicina fue lo mejor, pero inmediatamente desecho ese pensamiento. Claro que fue de lo mejor, sino, nunca la hubiera conocido, a ella...

Decidió levantarse un momento, aun un poco adormilado, siendo las once de la noche, tiempo en el cual se debía de ir a acostar. Pero había decidido escribir un poco en ese diario, el cual su querido padre le había regalado antes de llegar a Gran Bretaña.

Fue hacia la ventana por un momento, y se le quedó viendo a la nada misma, quería seguir escribiendo, pero también quería ir a vela, necesitaba verla.

Aquel hombre llamado Naruto Uzumaki nunca pensó en llegar a ver algo tan hermoso en su vida, hasta que las puertas de aquella enorme recámara se abrieron y fue cuando la vio.

A pesar de verse visiblemente enferma, eso no lo detuvo para admirar su belleza natural. Quedó anonadado cuando vio unos hermosos ojos perla posarse en él, visiblemente curiosos, un cabello hermosamente cuidado de bello color azul oscuro. Se supone que lo llamaron para curar a la hija mayor de los Hyuga, no para enamorarse de ella a primera vista. Pero, no se pudo resistir a semejante belleza, y además, lo atrajo la personalidad tan tímida, pero amable de la muchacha, la cual no pasaba de los veinte años.

"CONTIGO"Mes NaruHina - JulioDove le storie prendono vita. Scoprilo ora