Negra mariposa | Adrien Agreste [Chat Noir]

Dos

🦋

Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴅᴏs
— Mᴀʟᴀ ʀᴇʟᴀᴄɪᴏ́ɴ —

...

No se que hacer.

Una parte de mí quería ir lo más rápido que pudiera junto con Alya que me gritaba a los lejos sentada junto con Marinette.

Marinette.

Siendo sincera, ella no me caía mal ni nada por el estilo, simplemente nuestra relación no era tan buena como la que tenía con la morena. Lo cual no entendía, ¿acaso estoy haciendo algo que la molestara?

Aún recuerdo cuando los acompañe a comprar el helado, había sido divertido y parecía que todos lo estábamos pasando bien, bueno... excepto por Marinette. Ella se encontraba siempre junto con Alya, callada con una mirada de preocupación en sus ojos. En el momento pensé que era por algo personal, que no algo por los chicos y mucho menos por mí.

Pero hoy la mire a lo lejos y en su cara la luz brillaba, sus labios siempre estaban formando una pequeña sonrisa y era muy habladora, lo cual se me hacía raro. Solo que al verme entrar al salón donde por fin nos toco juntas, su expresión cambio.

Espero que podamos solucionarlo. Yo quisiera ser su amiga también.

—¡___! —Adrien me gritó agitando su brazo en forma de saludo.

—¡Buenos días! —los salude a él y a Nino, quien por fin volteó a verme para sonreírme.

Camine escalones arriba hasta llegar a sentarme en la mesa un puesto más abajo de donde las chicas se encontraban debido a que solo se podían sentar dos personas juntas.

—___, ¿quieres ser parte de un plan? —Me preguntó Alya con emoción.

—¿Qué pasó? —pregunté con mi típica sonrisa en mi rostro.

Ella parecía pensarlo y volteó a ver a Marinette que solo la miraba fijamente, aunque en su cara se notaba lo nerviosa que estaba.

—Es un plan de amor —Alya me guiño el ojo.

¿Plan de amor?

Un foco se encendió en mi cabeza. A lo mejor eso era lo que tenía preocupada a la chica, un amor. Sentí que de mis hombros un gran peso se iba, ahora entiendo que lo que Marinette tenía era por un chico, no por mí.

Tampoco era como si yo fuera la gran cosa.

—¿Acaso están enamoradas? —les pregunté con mi mirada pícara.

La cara de la peliazul se tornaba rosa. Bingo.

—¿Quién es el afortunado? Eh —Pregunté en broma a la chica que trataba de hacerse pequeña sobre si misma.