Las escorias seguían ahí afuera, esperando mi caída. Se quedarían con las ganas. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para marcar un antes y después en Palermo. Mi nombre no sería recordado como el de un mafioso sin escrúpulos. Me recordarían por haber logrado grandes cambios.

—¿Me llamó, señor?

Levanté la vista de la copa de vino y miré a Eloise. Se cambió de ropa usando algunas prendas de mi madre que Amadea había puesto a su disposición. Su cabello rojo estaba suelto y húmedo.

—Por favor, siéntate —señalé la silla a mi lado —. Llámame Luca.

Alayna me había pedido cuidarla e iba a cumplir con mi palabra. La tensión en su cuerpo se relajó y me ofreció una amable sonrisa. ¿Qué tenía de especial esta chica en la vida de mi mariposa?

—De acuerdo, Luca. Gracias por permitirme quedarme aquí.

—No tienes nada qué agradecer.

Amadea entró al comedor para servirnos el almuerzo con su ayudante. Consistía en su especialidad: pastas con salsa blanca acompañada con queso y ensaladas.

—Disfruten su comida—Hizo una reverencia.

Le guiñé un ojo.

—Gracias, Dea.

—De nada, señor —Se retiró con una sonrisa.

Pensé que habíamos quedado en que no me llamaría "señor", pero era Amadea. Una mujer testaruda.

—Sé que tienes algo con Alayna —comenté, saboreando mi vino favorito—. ¿Qué son exactamente?

Eloise alzó una ceja.

—Amigas, nada más.

Agarré el tenedor y enredé las pastas con cuidado.

—¿Segura? —inquirí—. Ella estaba muy preocupada por tu seguridad. Alayna es una mujer reservada en cuanto a sus sentimientos, pero tú le importas.

La boca de Eloise se curvó en una sonrisa

—La conozco bien. Sé cómo es.

Un tic tembló en mi mandíbula. Me molestaba que hablara como si la conociera más que yo.

—Alayna es una caja fuerte —dije.

Eloise masticó despacio antes de hablar y me tomé el atrevimiento de examinarla con detenimiento. Era una mujer dulce, suave y sensible. Lo opuesto a Alayna.

—La vi en su estado más vulnerable —murmuró—. Ella me admitió abiertamente que está muy enamorada de ti.

La rabia me atravesó rápida y silenciosamente. ¿Por qué no pudo admitirlo en mi cara? Sabía que me quería. Muchas de sus acciones me lo demostraban, pero me quitó el privilegio de escucharla.

—¿Por qué no está aquí si me ama? —cuestioné, el resentimiento evidente en mi voz—. Le demostré de muchas maneras que es la única mujer que amo, pero Alayna renunció ante la primera oportunidad. No puede aceptar todas mis facetas, aunque yo lo hice con ella.

Eloise me miró con pesar.

—Porque tiene miedo a ser lastimada, Alayna sabe que nunca saldrás ileso si continúas en este mundo. Desea verte bien.

Tomé varias respiraciones para hablar a través de la ira alojada en mi garganta.

—No dejaré a mi familia hundida en esta mierda, no renunciaré por alguien que tiene miedo a ser amada —Empujé la silla y me puse de pie. Mi apetito acababa de esfumarse—. Disfruta tu comida, Eloise. Eres más que bienvenida.

Belleza Oscura [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora