Capítulo 10 🦋

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Alayna

Él me advirtió que no sería fácil, pero no estaba lista para recibir un impacto tan duro. Me llenó de horror, rabia, impotencia y desolación. No podía soltar a Sienna, ni siquiera cuando Luca me suplicó que la dejara ir. Perdí el control de mis emociones y no sabía cómo recomponerme. Me recordó a mi versión rota, la niña que fue apartada de la única persona que tenía en el mundo y obligada a hacer cosas terribles.

Había muchas chicas como Sienna y yo quería salvarlas a todas.

A veces pensaba en mi madre. Ella fue víctima de mi padre abusivo y no pude ayudarla. Su muerte hizo que mi repulsión hacia los hombres fuera cada vez mayor. Los odiaba y me juré a mí misma que no volverían a lastimarme nunca más.

—Te advertí que no ibas a soportarlo —comentó una voz apenas contenida—. Fue hermoso ver cómo te rompiste.

Luca estaba de pie frente a mí. Su semblante me estudió, sus ojos buscaron respuestas a las preguntas que tenía en mente y lo vi luchar contra una sonrisa. ¿Qué era tan gracioso? No había nada de qué reírse aquí.

—Todos tenemos nuestros momentos.

Permanecí sentada sobre el capó de su auto y fumé. Los latidos de mi corazón disminuyeron y mi cabeza se aclaró. No debí mostrarle mi lado más vulnerable, pero no podía fingir que ellas no me importaban. Deseaba entrar de nuevo y rescatarlas. Matar a todos esos bastardos que les pusieron una mano encima. ¿Cómo dormiría ahora después de lo que había visto?

—Lo tuyo no fue un momento —dijo Luca—. Lo tomaste como un asunto personal.

¿Y qué esperaba? Me mataba saber que esas pobres mujeres serían vendidas como si fueran ganado. Odiaba a todos, pero más a Leonardo Vitale. Quería su cabeza rodando.

—Se volvió personal cuando tú me involucraste —Bajé del capó, parándome frente a él—. ¿Quieres mi ayuda para acabar con tu padre? Bien, la tienes.

Expulsé el humo del cigarro justo en su rostro. Él no se inmutó y la sonrisa satisfactoria permaneció en sus labios húmedos.

—Ya lo sabía —Me arrancó el cigarrillo de los dedos y lo tiró al suelo para apagarlo con la punta de su fino zapato italiano—. Tú también eres predecible, Alayna.

Un tenso silencio se instaló entre nosotros y mi mirada cayó a sus labios. De repente me pregunté cómo se sentiría besarlo. ¿Qué demonios, Alayna?

—¿Qué pasará con Gregg? —pregunté a cambio—. Violará a más chicas si no lo matamos.

—Voy a deshacerme de él pronto, convenceré a mi padre de que no nos conviene que dañe la mercancía. Suena horrible, pero es la única forma —soltó un suspiro cansado—. O haré que su muerte parezca un trágico accidente.

Lo hubiese matado yo misma, pero podría meterlo en problemas con su padre. Cualquier movimiento debía ser calculado. Un error y él estaría muerto.

—¿Y Sienna?

—Un médico vendrá esta misma noche a chequearla. Debemos asegurarnos de que tome las pastillas...

Pobre chica. Si tan solo pudiera mantenerla a salvo... No me arrepentí de haber venido. Conocer la existencia de este cautiverio me dio más motivación para cumplir con el siguiente objetivo.

—¿Estás seguro? —pregunté.

Luca me miró confundido.

—¿Seguro de qué?

—De acabar con tu padre.

Levantó un dedo antes de girarse y mirar el lugar que nos rodeaba. Cuando se aseguró de que nadie nos observaba ni escuchaba, habló:

Belleza Oscura [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora