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Estaba de vuelta en California. Él bebe de Lucy estaba por nacer y yo debía estar aquí con ella, como ella lo ha estado siempre conmigo.

-pasajeros del vuelo 1707 con destino a Los Ángeles, California favor de abordar por la puerta de abordaje 23- se escuchaba por los megáfonos. Comenzaron a llamar por filas así que me levanté de mi asiento e hice la fila para abordar.

Estaba nerviosa, aun no llegaba si quiera a Estados Unidos pero las manos no paraban de temblarme. No había hablado con Leo desde que discutimos la última vez, me había dedicado totalmente a mí en estos últimos meses por lo que no había tenido tiempo de hablar con él o con cualquier persona en realidad. Tome mi maleta y seguí a las personas hasta dentro del avión, una vez dentro, tome asiento y suspire, aún era temprano en la mañana, ni siquiera había salido el sol, había tomado este vuelo porque me gusta así, el silencio cuando la ciudad aun no despierta y la tranquilidad que brinda la oscuridad.

-buenos días- dije cuando una mujer alta y delgada se sentó a mi lado. Esta me dedico una mirada incomoda y sin contestar se sentó, la ignore y me coloque los audífonos. El vuelo tardo una media hora en despegar lo que me hizo quedarme dormida y luego sentir un vértigo terrible al despegar. La señora de mi lado se veía incomoda e incluso enojada pero no le di mayor importancia, solo intentaba no hablar o siquiera respirar muy alto para no molestarla. Nada de eso sirvió porque al acercarse una azafata la señora a mi lado se quejó de mí, diciendo comentarios hirientes, todos dirigidos hacia mi peso. Nada de lo que la señora decía tenía sentido, había un asiento entre ambas por lo que era imposible que yo la molestara, además de ser bastante espaciosos por ser primera clase, pero al parecer mi simple presencia lo hacía. La azafata, amable, se la llevo de mi lado a clase turista. La señora despotricaba contra mí y mi peso, pero la azafata la hizo callar amablemente diciendo que le devolverían el dinero de la diferencia y luego de eso volvió hasta donde mi para disculpase por la discriminación de la señora hacia mi peso. Yo suspire audiblemente y un chico que estaba en la fila de mi lado me miro con pena, no, más bien con tristeza.

-lamento que la señora sin modales te haya hecho pasar un mal momento- yo sonreí apenada y este sin siquiera dejarme invitarlo se sentó a mi lado -eres hermosa- dijo y me hizo sonrojar -soy Mateo- se presentó y yo le sonreí, este me tendió la mano y yo la estreche.

-Soy Abigail, pero me gusta más Abby-dije y el rio.

-tienes un nombre tan tierno como tu-yo le sonreí y este miro a su fila de nuevo donde había un chico tan joven como nosotros que nos sonreía desde su asiento -él es mi esposo Javier- señalo y yo le sonreí y saludé amable, este me devolvió el saludo. Entonces entendí su mirada, ellos también habían sufrido algún tipo de discriminación.

Al final pase todo el vuelo hablando con ambos, eran tan amables que me hicieron quererlos en minutos. El vuelo duro 24 horas por lo que tuve tiempo suficiente para conocerlos.

Al llegar a California, nos separamos, pero compartimos nuestros números, además de que me acompañaron hasta la salida por si la señora desagradable aparecía. Sus palabras.

-Muchas gracias por acompañarme-dije agradecida y nos dimos un fuerte abrazo, no miento cuando digo que les tome un cariño increíble en el día que duro el vuelo.

-fue un placer conocerte Abby-dijo Javier y yo le sonreí y le di un fuerte abrazo.

-debemos mantenernos en contacto Abby, eres una dulzura- soltó Mateo haciéndome sonreír y sonrojar al mismo tiempo. Era tan sincero y bueno que me fue imposible no darle un abrazo largo y un beso en la mejilla. Ambos eran lo bastante alto ambos para hacerme sentir pequeña y protegida. Ambos eran demasiado guapos, lo que hacían que las personas nos miraran seguido. Mateo era de tez oscura y cabello rizado, sus ojos eran verdes, su cabello rizado y negro caían por su cara tapando un poco su ojo derecho, se veía tierno pero su cuerpo fuerte y tonificado lo hacía ver un poco intimidante. Por otro lado, Javier era delgado, sin un musculo, tenía los ojos azules y el cabello rubio, tez blanca y lucía un piercing en la nariz. Eran tan diferentes como el sol y la luna y aun así se veían guapos, tiernos y ambles.

The Life of Abby  {terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora