Matando moscas

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La vi pasar frente mío y por mi cabeza pasó la rabia en su máximo esplendor, esa rabia acumulada por las horas en que no me dejó dormir.
Sin pensarlo mucho, tome el arma y la seguí sin descansar, sentía que se burlaba de mi y no paraba de moverse por todos lados, arrancaba de este depredador furtivo. Fue en un segundo fugaz, cuando por fin pude lograr el cometido, su cuerpo cayó al suelo y mi deseo fue saciado, lo confieso, soy un ASESINO.

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