Capítulo 37

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Hazel se despereza lentamente y siente una agradable sensación en su cuerpo y en su alma. Respira profundamente mientras va abriendo los ojos, ubicándose, recordando dónde se encuentra y todo lo que había pasado la noche anterior. 

Puede sentir el aroma de Jon sobre su piel, enredado entre las sábanas, en el aire que respira. Y se gira despacio, esperando encontrarse su rostro sobre la almohada, posiblemente dormido, con los ojos cerrados, y quiere observarlo sin que él se dé cuenta, durante un largo rato, minutos, horas quizás.

Pero, al darse la vuelta, comprueba que la cama está vacía y siente un vacío similar en su pecho. Se levanta, se pone la camiseta y se dirige hasta el baño mientras  llama a Jon, pero no obtiene respuesta. Sale a la terraza y tampoco está. 

Ella sabe perfectamente lo que significa pasar una noche de sexo con alguien y marcharse antes de que se levante; ella lo ha hecho otras veces. Era un manera de manifestar que solo había sido una noche, que no tenían por qué despertar juntos, darse los buenos días y pasar el incómodo momento de pedirse los teléfonos y prometerse que se volverían a llamar, cuando puede que ni siquiera supieran sus nombres.

Pero, Jon no era un desconocido ni ella tampoco lo era para él. ¿Por qué no estaba, entonces? ¿Quizás habría bajado a desayunar? ¿Se habría ido ya a la jornada del congreso? 

Hazel mira el reloj y comprueba que todavía falta una hora para que empiece el nuevo acto. Lo espera un rato más sentada sobre la cama, pero el desasosiego le impide estarse quieta. Una incómoda sensación, parecida al miedo, hace que empiece a inquietarse y los gratos recuerdos de la noche pasada comienzan a convertirse en dudas.

—No te pongas nerviosa —se dice en voz alta—: Seguro que hay una explicación. Para él no ha sido una noche de sexo sin más. Y tú ya estás decidida a que tampoco lo sea. Has dado el paso, Hazel, lo has dado porque querías, no debes temer nada. Jon es diferente. Lo vuestro es diferente. 

Toma aire profundamente, coge el móvil y se sienta en el borde de la cama, en el lado de Jon. Piensa varias versiones antes de enviarle un mensaje:

Hazel: Buenos días! Me gustaría saber dónde está mi "amigo"... ¿Desayunamos juntos?

Le da a la tecla de envío y a continuación escucha el sonido de una notificación. Jon se ha dejado su móvil encima de la mesilla de noche. Hazel lo mira y comprueba que en la pantalla, aparece el mensaje que le acaba de enviar. Hace una mueca de decepción y continúa escribiendo:

Hazel: Vaya, veo que te has dejado el móvil... Es una pena que no estés, porque me he despertado y he buscado tu cuerpo junto al mío, porque quería abrazarte y acariciarte y ponerme encima de ti y...

Hazel va a enviar el mensaje, cuando escucha una nueva notificación, sorprendida, porque todavía no ha mandado el suyo. Vuelve a mirar la pantalla del móvil de Jon y se queda helada cuando ve que aparecen las siguientes palabras:

Estela: Código 1458, para que entres a mi habitación sin llamar y puedas venir directo a la cama, donde tienes preparado tu desayuno 😉

A los pocos segundos, la pantalla vuelve a ponerse en negro y Hazel duda de lo que ha leído. Coge el móvil y le da a la tecla de desbloqueo. Ahí aparece el mensaje que le acaba de enviar ella y justo debajo el que ha recibido de Estela. Rápidamente, deja el teléfono sobre la mesilla, como si quemara entres sus manos, y se queda allí sentada.

—No puede ser —dice en un susurro. 

No quiere creer que Jon se ha levantado para ir a la habitación de Estela, a por el desayuno que ella le ha preparado y que tiene muy claro en qué consiste. No puede creer que Jon solo haya querido acostarse con ella, que para él solo haya sido una noche de sexo, y que ahora vaya a tener también sexo con Estela. No. No puede creerlo. Quizás, simplemente, quieran hablar sobre trabajo.

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