Capítulo 25

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A pesar de que durante toda la tarde, Hazel tiene la cabeza ocupada en mil asuntos de trabajo, en un pequeño rincón se han quedado grabadas las palabras que le ha dicho Jon. Hay algo que le preocupa, pero no tiene tiempo suficiente para analizarlo en profundidad. Le preocupa que Jon acepte esa oferta laboral y se aleje de su lado, también la respuesta de que es una buena oportunidad tanto profesional como personal y, por supuesto, que esa parte "personal", se deba precisamente a la mujer que con tanta efusividad le había saludado.

Hazel empieza a recoger sus cosas para marcharse. Lisa la está esperando para irse juntas, tal y como habían quedado. Cuando está bajando las escaleras, se encuentra con Daniel que sube de frente.

—¿Y bien? —le pregunta Daniel a Hazel—: ¿Ya sabes quién ha metido la pata?

—Pues no, Daniel, no he tenido tiempo. Lo importante es que se ha podido resolver sin...

—Sin tu ayuda, así es —la interrumpe Daniel—: Pero tendrás que averiguar quién ha sido el culpable o tendrás que asumir tú la culpa y las consecuencias.

—¿¡Pero, qué cojones te pasa, Daniel!? —protesta Hazel, harta de su actitud agresiva—: Empiezo a cansarme ya de tus amenazas.

—No son amenazas, querida Hazel. Es una cuestión de asumir la responsabilidad de tu puesto. Si no estás capacitada para dirigir un departamento, tendrás que dejarlo.

—Mira, Daniel, no voy a dejar mi puesto. Si no estás satisfecho con mi trabajo, tendrás que cesarme tú, o despedirme. 

—¿Cómo va a despedirte? —pregunta Lisa con sarcasmo—: ¿Qué iba a hacer él sin ti? Además, no tiene nada de que acusarte.

—No te equivoques, Lisa. Tengo información suficiente de todos vosotros, como para sacar más de cinco motivos de despido por cada uno, así que será mejor que te calles y no me provoques.

—¡Basta ya! —exclama Hazel, dando un paso al frente, acercándose a Daniel. Baja un poco la voz y añade—: No metas a nadie en esto, Daniel. Si tienes algún problema conmigo, lo tratas conmigo. Creo que tu actitud no está justificada por ningún asunto profesional, sino más bien personal. 

—No te confundas —dice Daniel, acercándose también un poco más a Hazel y bajando también su tono de voz—: Es una cuestión puramente profesional. Los dos sabemos de dónde viene tu ascenso, y que eres responsable de contenidos multimedia cuando no tienes ni idea de lo que es una página web. No me obligues a hacer un informe sobre tus aptitudes, ¿quieres?

Hazel mira a Daniel con odio y contiene las ganas de darle una bofetada. Intenta calmar sus nervios y su tono de voz para decir:

—Haz lo que tengas que hacer, Daniel.

Y tras decir eso, se da media vuelta y sigue su camino escaleras abajo.

—¿De qué va ese tío? —le pregunta Lisa cuando salen al parking.

—Luego te contaré toda la historia. Ahora, vámonos, por favor, necesito salir de aquí.

De camino a casa de Lisa, Hazel le va contando los últimos acontecimientos vividos; lo de los correos anónimos y lo sucedido en el ascensor con Jon. Lisa va soltando expresiones de asombro, broma y alguna que otra palabrota, mientras Hazel sigue con su relato hasta que llegan a la calle donde vive Lisa y aparca el coche. No le apetece mucho pasarse toda la velada hablando del mismo tema, analizando los comportamientos tanto de Jon como de Daniel, pues tiene tantas emociones embrolladas que preferiría poder disponer de un botón de desconexión y hablar de cualquier otro tema. 

Cuando llegan al portal de casa de Lisa, no le hace falta ningún botón, pues al ver a su amigo Lucas allí de pie, siente como una especie de cortocircuito cerebral, que le hace atar cabos al instante:

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