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Sophia pov.
En el camino hacia casa de Gilbert fue corto ya que nos la pasamos hablando de cosas familiares o de la escuela. Acabábamos de llegar, y comencé a mirar toda la casa , era muy linda.

— Vamos señorita — Gilbert me abrió la puerta para entrar a la casa.

Deje la canasta en la mesa que se encontraba en la cocina, y escuché una tos.

— Gilbert ¿eres tú? — hablo alguien con la voz muy rasposa.

— Si, papá soy yo — Gilbert habló y se fue hacia una habitación abierta y me hizo señas de que lo siguiera.

Al entrar había un hombre tumbado en la cama en muy mal estado, se veía muy débil y decaído, pero al ver a Gilbert y luego entrar yo formo una leve sonrisa en su rostro.

— Mira papá, ella es Sophia Jones — hablo Gilbert con una sonrisa hacia mi.

— Hola Sr. Blythe — le hablé al hombre que se encontraba en la cama.

— Dime John, querida — sonrió más y volvió a hablar — con que tú eres la señorita, de la cual este muchacho no deja de hablar — dijo mirando a Gilbert a lo que yo sentí mis mejillas arder levemente.

— Papá! — habló Gilbert avergonzado.

— Tranquilo hijo — comenzó a reírse mientras que a Gilbert se le ponían las mejillas rojas.

— Bueno háblame de ti querida — me hablo el Sr. Blythe con una pequeña sonrisa.

Le comencé a platicar sobre mi familia, y que viajábamos mucho debido al trabajo de mis padres, también le platiqué que dibujaba y le enseñé algunos de mis dibujos, mientras él me platicaba de sus aventuras y viajes por el mundo al igual que aprovechaba que Gilbert había salido por unas cosas para contarme una que otra aventura del mini Gilbert.

— Al llegar no lo encontrábamos por ningún lado, hasta que fuimos con los vecinos, y lo encontramos metido con los cerdos bañado de lodo — exclamó el Sr. Blythe a lo que después vimos entrar por la puerta a Gilbert y estallamos en carcajadas mientras el otro nos miraba extrañado.

— Yo voy a comenzar a hacer la merienda, ahora vuelvo — hablo Gilbert para luego salir de nuevo de la habitación.

— Hija, ve con él si quieres, yo dormiré un rato — me habló el Sr. Blythe.

— No se vaya a escapar, eh Sr. Blythe — lo mire con los ojos entrecerrados.

— Aquí me quedó — levantó los brazos.

— Ya volvemos — le sonreí y me dirigí a la cocina.

— Si quieres vuelve con mi padre — dijo Gilbert al verme entrar por la cocina.

— Va a dormir un rato.

— Bueno, ¿me quieres ayudar?

— Si, y ¿qué vamos a hacer?

— Una sopa para mi padre, y luego veremos nosotros, por cierto traje manzanas están en la canasta — señaló con su dedo una canasta que se encontraba encima de la mesa.

— Tengo una idea, pero primero terminemos la sopa — hablé mirando la canasta para que él siguiera meneando la sopa.

— Bueno, y ¿cómo te has sentido estos días aquí en Avonlea?

— La verdad muy bien, pero aquí hay gente con mente muy cerrada, por ejemplo las niñas en la escuela son muy — pensé en una palabra pero no sabía cómo describirlo — son muy diferentes a mi y a mi forma de pensar y expresarme.

— ¿Por qué lo dices? — Gilbert tomó el cucharón y probó la sopa.

— Por ejemplo, ellas se la pasan pensando en vestidos, arreglarse el cabello y conseguir esposos — hablé haciendo una mueca.

— Y ¿A ti no te gustan esas cosas? — preguntó sirviendo la sopa en un plato hondo mientras yo sacaba la bandeja y pan.

— Me gusta vestirme bien y jugar con mi cabello haciéndome diferentes cosas.

— ¿Y casarte está en tus planes? — me miro fijamente.

— Creo que si — hice una mueca.

— ¿Crees? — el pelinegro alzó una ceja interrogándome.

— Ay! No se! ¿No crees que estamos todavía en una etapa en la cual tenemos que disfrutar jugando y haciendo travesuras, y no pensando en casarnos? — hablé frunciendo el ceño.

— Eres la primera chica que escucho decir eso — me sonrió, tomando la bandeja — Sabes? Eres muy diferente a las demás.

— Supongo que ¿gracias? — sonreí y caminamos hacia la habitación.

— Gracias niños — habló John incorporándose y sonriendo levemente.

— Papá, yo y Sophia estaremos en la cocina, si ocupas algo nos hablas ¿esta bien?.

— Si hijo no te preocupes, ustedes vayan — nos sonrió.

— Nos habla eh! Sr. Blythe — entrecerré los ojos viéndolo y salimos de la habitación.

— Bueno y ¿cuál era tu idea? — me miro sonriendo.

— ¿Cuántas manzanas hay? — fruncí el ceño.

— Suficientes, y si no alcanza hay un huerto afuera lleno de ellas, pero ¿tú idea no es acabarte todas o si? — me miró asustado.

— Gil, no seas tonto — me reí.

— ¿Entonces?

— ¿Sabes hacer pie de manzana? — lo mire alzando la ceja.

— Nop, ¿vamos a hacer uno? — me miro sonriente.

— Te voy a enseñar la receta de mi mamá Betty, pero es un secreto — lleve el dedo a mi boca haciendo una señal de silencio la cual el imito sonriendo.

— Te voy a enseñar la receta de mi mamá Betty, pero es un secreto — lleve el dedo a mi boca haciendo una señal de silencio la cual el imito sonriendo

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𝘪𝘵'𝘴 𝘺𝘰𝘶 / 𝘎𝘪𝘭𝘣𝘦𝘳𝘵 𝘉𝘭𝘺𝘵𝘩𝘦 Where stories live. Discover now