𝕻𝖗𝖔𝖒𝖊𝖙𝖎𝖉𝖔𝖘 [Uchiha Itachi +16]

-V-

La castaña abrió lentamente sus ojos, sentándose en esta con lentitud extrema.

Entre mantas y frazadas, dirigió su vista a una inerte chancla. Quedó un par de minutos admirandola; pensando en todo y a la vez en nada, con una cara no muy alegre.

—¿Que mierda de interesante tiene una sandalia?— Un Sasuke con una divertida mueca la miraba desde su puerta, recostado en esta.

—¿Eeeh?— Sus desastrosos cabellos castaños demostraban lo profundo que había sido su sueño, al igual que el fino hilo de saliva seca que salia de su boca.

—Ja, ¿quien diría que la decente señorita Uchiha tiene estos aspectos cada mañana?— Dijo en un tono burlón, alzando sus cejas, irónicamente.

La somnolienta chica despertó en ese instante.

—¿Ah si? ¿Quien diría que el lindo niño pequeño de los Uchihas lee pornografia?— Una satisfactoria sonrisa se extendió por todo su rostro.

—¡No es porno! ¡Es lectura Erótica!— Su habitual amargo volvió, haciendo presente la victoria de la castaña. —Mamá te llama. El desayuno esta listo.— Chasqueo su lengua, saliendo de la habitación de su hermana; totalmente derrotado.

Rápidamente, la chica se vistió, intentando arreglar su despeinado cabello. Ya algo más decente, salio de su habitación, hacia el comedor donde desayunaban. Entró con normalidad, como cualquier dia normal. Paseo su vista por la mesa, donde se encontraban su Padre, Madre, Itachi, y el amargado Sasuke. Todo era normal, excepto la abundante tensión que había en aquella habitación. Todos se lanzaban miradas cómplices, tensas y expectativas. Su Progenitor miraba discretamente a Itachi, el cual le devolvía la mirada a su expectante Madre; y, Sasuke, solo admiraba la extraña escena, dirigiendo su mirada a la castaña, esperando alguna respuesta del por qué de aquel anormal ambiente. 

Con lentitud y cautela, tomó asiento junto a su hermano menor.

—¿...Que sucede?— Pregunto a Sasuke, con la mayor discreción posible.

—Eso te iba a preguntar.— 

Los otros tres presentes la miraban fijamente, con precaución; como esperando algo.

Ellos esperaban la reacción de la castaña hacia el tema del dia anterior; pero, habían olvidado un gran detalle, y la mayor regla de la chica. Siempre era primero la comida. No importaba que el día anterior hubiera muerto la mascota. Primero comía, y luego lloraba. Bueno, no podía lamentarse si no comía adecuadamente. En fin, prioridades de adolescente promedio. 

La chica decidió romper el hielo.

—¿Co-me-mos?— Una sonrisita hambrienta y ansiosa se hizo presente en su rostro.

El ambiente se tornó más tranquilo, recordando lo tranquila y bastante madura que podía llegar a ser la joven muchacha.

—Si, comamos.— Agregó su padre, con una ¿media sonrisa? Si, estaba sonriéndole. Aunque el mayor no lo solía demostrar, queria muchisimo a sus hijos; y la princesita del hogar no era la excepción. Hacia todo lo más frío y neutro que podía, para evitarse problemas sentimentales que se hacían presente en el hombre. Aunque casi no se daba a notar, aquel hombre consentía mucho a su única hija. Eran pequeñas cositas. Por ejemplo; solía traerle dulces, cuando no estaba muy ocupado, la recibía de sus misiones. Muchas muestras de afecto, que demostraban su ablandado corazón. La que más notaba todo aquello, era Mikoto; que no podía resistir sus sonrisas al ver el atareado padre que este era.