Odio

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"Eres frío como el agua que se escurre entre mis dedos, que huye de mí, que jamás podré sostener entre mis manos... porque esa es su naturaleza... siempre será libre..."

Capítulo 1: Odio

Cada vez que lo veía, sentía esa palpitante emoción dentro de su pecho, aquel sentimiento que la quemaba como si fuese un volcán a punto de estallar. Sus ojos, su sonrisa, su cuerpo, todo de él, todo le hacía sentir de esa manera, absolutamente cada rincón de su esencia era... repugnante.

Odio... era lo que ella sentía al verle, lo detestaba, lo odiaba tanto que le era imposible describir cuánto.

—Hey, ¿cómo estás, brujita? —y ahí estaba otra vez con esos estúpidos comentarios y esa sonrisa socarrona, capaz de sacar de quicio hasta al ser más impasible sobre la tierra.

Ella lo miró, observó fijamente aquellos ojos color violeta y ese cabello blanquecino, ese cuerpo de atleta y esa mirada burlona que la exasperaba, todo aquello mientras las gotas del agua resbalaban por su blanca y perfecta piel, pues él acababa de salir de la piscina.

—¿Qué es lo que quieres, sabandija de quinta? —incordió de forma nada amable la muchacha, mientras que se cruzaba de brazos. Esta no era la primera vez, no soportaba verle por más de dos segundos sin escupirle un par de insultos, sin restregarle en la cara cuánto era que lo detestaba, cuánto era que lo envidiaba.

Él le siguió sonriendo de aquella forma tan peculiar, apreciando el cuerpo de la joven en ese traje de baño azul marino de una sola pieza, el traje de natación de su escuela. Ella realmente poseía un cuerpo de dioses, acompañado de ese largo cabello rojo y esos ojos carmesí, que parecían intensas llamas ardientes, eran algo que verdaderamente lo hipnotizaba con sólo verla, pero, como siempre, ella tenía que arruinar toda esa magia que le causaba con su maldito mal humor.

—Nada, a veces sólo me preguntaba... ¿Por qué jamás entras en la piscina? —susurró acercándose al oído de la pelirroja, la cual se tensó por un momento. Ella estuvo a punto de responderle, pero el grito de una de sus amigas la distrajo.

—¡Karin, ven, vamos a almorzar! —la llamaba una joven de cabello rosado, tono bastante peculiar a los ojos de cualquiera. Ella tenía dos orbes de color jade, bastante hermosos y llamativos, y su cuerpo, aunque no era del todo desarrollado, era el de una jovencita de su edad.

—¡Ya voy, Sakura! —respondió a la rosada, pero luego se volteó hacia el sujeto albino una vez más—. Después seguimos con nuestra plática, subnormal.

Karin se retiró sintiéndose victoriosa, porque una vez más ella había logrado irse sin salirse del todo de sus casillas, es que ese sujeto era demasiado molesto y le costaba mucho controlarse y no matarlo.

*• - _ -•**• - _

—Y entonces ¡tachan! Que se tira a la piscina y llega al otro lado en menos de dos minutos —comentaba una chica de larga cabellera rubia, tomada en una coleta alta y con profundos ojos azules—. Es que hay que ver, él sí que es un buen nadador, seguro representará a la escuela muy bien. ¿Verdad que sí, Karin?

La aludida miró a su amiga sin mucho interés, desde hace rato que todas hablaban de lo genial que era el Hozuki en la piscina, de lo bien que nadaba, lo rápido que era. Patrañas, estaba cansada de oír hablar maravillas de ese idiota.

—A mí me da igual, Ino, ese tipo me es indiferente —dijo como si nada, apoyando su rostro sobre una de sus manos y mirando hacia la nada.

—Tú siempre dices eso, pero te la pasas peleando con él por cualquier cosa y además, siempre lo miras, ¿o crees que no lo hemos notado? —habló Sakura, pero el comentario no pareció perturbar a Karin, pues siguió en la misma posición, como si nada—. ¡Karin, dime algo!

HidrofobiaWhere stories live. Discover now