Primera Muerte

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Aunque Clara había dicho que sabía llegar a la cafetería, mentía, estuvieron casi diez minutos buscándola por el piso equivocado hasta que uno de los camilleros, seguramente harto de verles dar vueltas con evidente expresión de confusión, les explico que el hospital tenía dos cafeterías, una para los familiares y otra para el personal, para evitar que durante sus descansos u horas de comida fueran interrumpidas por miles de preguntas a cada momento o malas miradas por tener la desfachatez de comer o descansar un poco.

Finalmente, los tres estudiantes llegaron a la cafetería para el personal, que estaba situada en el primer piso del edificio viejo del centro, aunque no era demasiado acogedora, cumplía las funciones básicas destinadas a esa estancia.

Las paredes eran de un color blanco sucio y había mesas y sillas que parecían sacadas de un antiguo colegio, la barra de servicio ofrecía poca variedad y los platos eran poco apetecibles, por suerte para Ian, Clara y José tenían la opción de pedir bocadillos, más apetecibles, menos caros y fáciles de comer en el poco tiempo que les quedaba para empezar el turno.

Se notaba que tenían apetito, porque comieron en el más absoluto silencio, con rapidez y sin mirarse los unos a los otros, aunque se entretenían leyendo por encima los pocos apuntes que José había tomado en la tutoría, por suerte eran importantes y con un par de fotos hechas con el móvil todos tenían lo necesario para empezar con los trabajos asignados.

El cocinero, un hombre de unos cuarenta años aseado y tranquilo, les indicó como volver directamente hasta la UCI, al salir por la puerta de la cafetería, a mano derecha y cruzando un pasillo, encontraron un pequeño ascensor tan solo de uso para el personal, solo debían bajar hasta la planta donde se encontraba la unidad y saldrían al ancho pasillo por donde se habían marchado con la tutora.

Llegaron justo a tiempo para el principio del rotatorio, antes de entrar a la unidad los tres estudiantes quedaron para las 18:00 para ir a merendar juntos a la cafetería, aunque si podían escaparse antes, lo harían sin dudar.

Laura estaba sentada en una de las sillas, leyendo el informe de uno de los nuevos pacientes, lo interesante de aquella unidad es que, de un día para otro, todo podía cambiar.

-Buenas tardes Ian!, José, llegáis justo a tiempo para empezar, ya han pasado el parte, pero Leonor nos ha explicado que habéis tenido tutorías así que no pasa nada, yo misma os explicare rápidamente las novedades del día y luego, cada uno de vosotros ira con su enfermera ¿entendido? Bien, pues tomad asiento conmigo.

Laura parecía de esas chicas amigables que hacía todo lo posible para que los estudiantes sacaran el mayor provecho a su estancia en las prácticas, Ian no dejaba de pensar que habría preferido mil veces más a esa enfermera que a la que le había tocado.

-Muy bien chicos, prestad atención, tenemos cuatro pacientes nuevos por lo que todos los Boxes están llenos, como ya os explicaron el primer día cada una de nosotras se ocupa de dos pacientes y cada dos meses, cambiamos de boxes para no quemarnos haciendo siempre el mismo trabajo, José tu enfermera y tu tenéis los boxes once y doce, Ian Carolina y tu tenéis los Boxes uno y dos, a mí me tocan el tres y el cuatro por lo que si necesitas algo, siempre que Carolina no te vea pídeme ayuda- le guiñó el ojo y pasó a explicarles que paciente tenían cada uno.

-Ian, en el box uno tenéis una mujer que está en coma debido a una gripe A que se ha complicado, tiene buenas constantes, esta entubada y con sonda nasogástrica, también lleva una sonda vesical, me imagino que para el PAI te ira bien, en el box dos tenéis a un hombre al que han tenido que amputar un brazo por una herida mal curada, luego te cuento los detalles- Laura no dejaba nunca de sonreír, a menos que la situación se complicaba.

Cuatro SemanasWhere stories live. Discover now